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Los ricos del ladrillo, desconcertados: el PP les niega en el Congreso una ayuda de 80 millones a las autopistas en pérdidas
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Los ricos del ladrillo, desconcertados: el PP les niega en el Congreso una ayuda de 80 millones a las autopistas en pérdidas

Algunos de nuestros más conspicuos millonarios todavía no se han repuesto del susto. Ellos están convencidos de que el Partido Popular (PP), la derecha de toda

Algunos de nuestros más conspicuos millonarios todavía no se han repuesto del susto. Ellos están convencidos de que el Partido Popular (PP), la derecha de toda la vida, está obligado por el simple hecho de serlo a satisfacer todas sus exigencias, incluso aquellas que rocen la golfería, en todas aquellas cuestiones de tinte empresarial susceptibles de afectar a su cuenta de resultados. Parece que se han equivocado. Y no es la primera vez. Resulta que, al contrario de Rodríguez Zapatero, quien, cuarto de hora después de llegar a la Moncloa ya se había dejado abducir por los ricos, Mariano Rajoy no es bizcochable  

Ocurrió el pasado 16 de noviembre. El PP decidió para sorpresa de todos vetar en el Congreso una enmienda pactada -a última hora y a toda velocidad- entre PSOE y CiU a los Presupuestos Generales del Estado de 2011, por la que el Gobierno otorgaba una ayuda de 80,1 millones de euros -subvención a palo seco- para un grupo de concesionarias de autopistas de peaje en riesgo de quiebra ante la reducción del tráfico rodado.

Todo lo arregló esa gran gestoría de intereses varios que es CiU en Madrid. Los autopisteros contactaron con CiU, les pidieron el favor, CiU lo gestionó con el PSOE y listo. Listo parecía porque nadie esperaba que el PP se opusiera a sufragar con dinero público parte de las pérdidas de esas autopistas que pocos utilizan. Al punto de que al PP le informan de la existencia de esa transaccional -que necesita la aprobación de todos los grupos para prosperar- apenas una hora antes de ser sometida a votación.

Y Soraya Sáenz de Santamaría se planta y dice no. Y el lobby de los autopisteros se moviliza y empieza a presionar por tierra, mar y aire.

-¿Quieres que llamemos a Mariano para que dé su visto bueno?- trataron de presionar a la dama.

-Podéis llamarle si os apetece, pero ya os digo yo que no vais a conseguir nada: no vamos a apoyar esa enmienda, porque yo sé mejor que vosotros lo que piensa mi jefe…

Y a pesar de la “presión brutal” -en expresión de las fuentes- sobre la dirigente popular para que cambiara de postura y respaldara la enmienda, el PP se mantuvo en sus trece. Dos días después, el diario El País, portavoz de los afectados, relataba de esta guisa lo ocurrido: “Tanto los concesionarios como el resto de grupos parlamentarios reaccionaron con sorpresa, cuando no con perplejidad, a la decisión del PP, ya que todos daban por hecho el apoyo de ese grupo al salvavidas que lanzaba así el Estado a las autopistas al borde de la quiebra”.

Ayudar a los ricos por sistema

Lo dicho: el PP tiene que ayudar a los ricos por sistema. Según Fernando Garea, una de las mejores plumas del diario de Prisa, “la dirección del PP ha explicado que nadie del Gobierno les había consultado al respecto y que les molestó que se diese por hecho el apoyo de su grupo a la enmienda”. A Génova le habría irritado, además, una salida de tono de José Blanco, ministro de Fomento, quien, en la mejor tradición de hacer oposición a la oposición, había acusado al PP de haber provocado con su "mala planificación y el derroche de gasto" la situación de las autopistas al borde de la quiebra.

Días después del episodio, el portavoz de Fomento del PP en el Congreso, Andrés Ayala, aseguró que su grupo quiere dar respuesta “razonable” a la situación creada, afirmando que la propuesta del ministro de Fomento, pactada con CiU a última hora, era una “mala” solución. La iniciativa proponía un mecanismo para aportar una cantidad a cuenta de 80,1 millones de euros en 2011 a este grupo de sociedades, que tendrá continuidad en los dos ejercicios siguientes (2012 y 2013), en cantidades que dependerán de la evolución de los tráficos en esos años.

Algunos de nuestros más conspicuos millonarios todavía no se han repuesto del susto. Ellos están convencidos de que el Partido Popular (PP), la derecha de toda la vida, está obligado por el simple hecho de serlo a satisfacer todas sus exigencias, incluso aquellas que rocen la golfería, en todas aquellas cuestiones de tinte empresarial susceptibles de afectar a su cuenta de resultados. Parece que se han equivocado. Y no es la primera vez. Resulta que, al contrario de Rodríguez Zapatero, quien, cuarto de hora después de llegar a la Moncloa ya se había dejado abducir por los ricos, Mariano Rajoy no es bizcochable  

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