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Los coches deportivos y el vino no alivian la tensión a la familia Polanco
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Los coches deportivos y el vino no alivian la tensión a la familia Polanco

Ni en los negocios, ni en los hobbies. La familia Polanco no termina de quitarse las pulgas que persiguen al perro flaco. La ilustre saga arranca

Ni en los negocios, ni en los hobbies. La familia Polanco no termina de quitarse las pulgas que persiguen al perro flaco. La ilustre saga arranca el año sin la mayoría de Prisa y con el grupo inmerso en un polvorín laboral. Más de 2.500 profesionales saldrán en los próximos meses de una empresa en la que los hijos del fundador podrían quedarse a medio plazo con no más del 18%. Mandan los tiburones de Wall Street. Triste destino cuando hace apenas meses atesoraban el 70%. Claro que las grandes fortunas siempre encuentran aficiones a su altura para pasar el mal trago. Aunque preferirían no dejarse la camisa en el camino.

Ignacio y Manuel Polanco son administradores de Chouel S.L. desde 2007, año de su constitución. El objeto social de la compañía no es otro que la “compraventa, alquiler, comercialización, reparación, restauración y exhibición de vehículos clásicos y deportivos”. Una actividad más o menos lúdica en la que los principales accionistas de Prisa tampoco han tenido demasiados retornos económicos. Según las últimas cuentas presentadas, correspondientes al año 2009, la compañía perdió en esos doce meses 68.809 euros, cifra que debe sumarse a los 37.349 euros de ejercicios anteriores. Más de 100.000 euros de nada.

No les ha ido mucho mejor con Nataraja S.L., en la que Ignacio figura como administrador junto a su hermana María Jesús. La sociedad, creada en 2000, tiene como objeto principal el “cultivo de la vid”. De acuerdo con la memoria, su actividad “comprende la explotación de fincas agrícolas y ganaderas, en especial actividades vitivinícolas, tanto propias como ajenas y la transformación y comercialización de sus productos”. Eso sí, tampoco se hace ascos a otros desempeños más ambiguos, como la “administración y enajenación de toda clase de bienes inmuebles y valores, así como la realización de estudios económicos, financieros o jurídicos relacionados con el objeto social”.

Pues bien, lo que está claro es que el vino no les sale barato. La empresa perdió 183.615 euros el pasado. Aunque 2009 es sólo la punta del iceberg, ya que en el conjunto de ejercicios anteriores las pérdidas alcanzan la friolera de 705.794 euros. El negocio hotelero no ayuda a salvar los muebles. La sociedad Tropical Hoteles, que engloba el complejo turístico Abama en Tenerife, perdió 1,75 millones de euros en 2009. Los Polanco controlan el 100% del accionariado a través de las patrimoniales Rucandio y Timón. La primera perdió algo más de 200.000 euros en 2009; la segunda registró un saldo negativo de 34,2 millones.

La cuestión no es baladí. La compleja operación que ha dado con los huesos de firmas y fondos de inversión americanos en el capital del grupo obliga a los herederos a rascarse el bolsillo para mantener su 30% en Prisa. En concreto, tendrán que invertir más de 340 millones en los próximos meses para hacer valer los warrants que les concede la operación. Si no, se diluirán hasta el 18%. “Ahora mismo no tienen el dinero”, explican fuentes próximas a la familia. Claro que no todo es tristeza y melancolía. Como se encarga de recordar el consejero delegado, Juan Luis Cebrián, Prisa es ahora una compañía global que cotiza en Nueva York. Todo un paso adelante.

 

Ni en los negocios, ni en los hobbies. La familia Polanco no termina de quitarse las pulgas que persiguen al perro flaco. La ilustre saga arranca el año sin la mayoría de Prisa y con el grupo inmerso en un polvorín laboral. Más de 2.500 profesionales saldrán en los próximos meses de una empresa en la que los hijos del fundador podrían quedarse a medio plazo con no más del 18%. Mandan los tiburones de Wall Street. Triste destino cuando hace apenas meses atesoraban el 70%. Claro que las grandes fortunas siempre encuentran aficiones a su altura para pasar el mal trago. Aunque preferirían no dejarse la camisa en el camino.

Enrique Polanco Vinos