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Rubalcaba ya solo lee novelas suecas de Larsson para no enloquecer con su cargo
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Rubalcaba ya solo lee novelas suecas de Larsson para no enloquecer con su cargo

No es difícil imaginarse a Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que presume de saber todo de todos, interrogando hasta la extenuación a sus mandos policiales sobre

No es difícil imaginarse a Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que presume de saber todo de todos, interrogando hasta la extenuación a sus mandos policiales sobre la España negra de todos los días, sobre esos detalles escabrosos que conforman la crónica diaria del trabajo de la Policía. Para un reconocido consumidor de novela negra, que devora cada noche páginas y páginas de relatos policiacos, debe ser sumamente placentero poder asistir como testigo privilegiado a las historias de buenos contra malos protagonizadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado.

La lectura de novela negra es uno de los pocos vicios confesos del titular de Interior junto a su gusto por la música clásica. Quizá, incluso, son las dos únicas formas que tiene para desconectar de un trabajo que le mantiene pegado a un teléfono durante las 24 horas del día, permanentemente atento a los últimos movimientos de la banda ETA o de las mafias.

Es por ello especialmente duro para Rubalcaba no poder sumergirse en las novelas del género con la misma placidez con la que lo ha hecho durante toda su vida. El cargo se lo impide, como reconoció este miércoles el propio vicepresidente durante la presentación de la obra España negra, un conjunto de relatos sobre los casos más apasionantes resueltos por la Policía durante los últimos tiempos. Explica Rubalcaba que tanto contacto con los bajos fondos de nuestra sociedad le obligan a buscar algo que esté lo más alejado posible de la realidad que observa desde su privilegiado despacho de Castellana, 5. Así que no la ha quedado otro remedio que apuntarse a la moda y hacerse seguidor de los escritores suecos del momento.

“Es verdad que no se lee igual una novela negra cuando uno es ministro del Interior que cuando se es otra cosa, igual que no es lo mismo leer un libro de piratas en tu casa que cuando estás frente a las costas de Somalia”, explicó el ministro durante la presentación de la obra, coordinada por Rafael Jiménez, inspector de Policía y jefe del gabinete de prensa de la Policía Nacional de Cataluña.

“No es fácil mantener la pasión por la novela negra cuando se es ministro del Interior. De hecho, la literatura y el arte necesitan un complemento de distancia. Yo siempre he pensado que los lectores de novela negra, en el fondo, la leemos y la disfrutamos porque sabemos que, en general, no es verdad, que lo que pasa ahí no es cierto. Y que si en un momento te angustia mucho, siempre se puede levantar la cabeza del libro y decir, bueno, esto es una novela. Y porque además, por lo general, acaban bien. Eso es lo que te lleva a leerla hasta el final y te deja un buen regusto”.

El vicepresidente y aspirante a sucesor en el PSOE también ha buscado esa distancia y esa perspectiva en la triología de culto de Stieg Larsson (Millenium) y en los relatos de la también sueca Asa Larsson. ¿Por qué? “No es por Larsson”, explica. “Me he dado cuenta de que las leo porque es novela negra a menos 20 grados centígrados. Es lo más lejos de lo que realmente me sucede. Si no, no podría. Es lo que me pasa con este libro de Rafael Jiménez, que algunas de las historias que se cuentan las he vivido… Es que no es lo mismo cuando uno habla de un mafioso de Chicago que cuando sabe que actúa en Benidorm. Y no es lo mismo leer algo y pensar que conoces perfectamente la ficha policial de los personajes que te están describiendo”.

Se nota que el científico Rubalcaba disfruta con los detalles y las posibilidades de su cargo. Y que, aunque recurra a la novela sueca del momento, en el fondo disfruta como un niño con zapatos nuevos con su visión privilegiada de la España en rojo y negro de cada día. Seguro que por su cabeza pasan argumentos que podrían dar lugar a una gran historia policiaca. Lástima, eso sí, que no sean relatos de ciencia ficción. 

No es difícil imaginarse a Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que presume de saber todo de todos, interrogando hasta la extenuación a sus mandos policiales sobre la España negra de todos los días, sobre esos detalles escabrosos que conforman la crónica diaria del trabajo de la Policía. Para un reconocido consumidor de novela negra, que devora cada noche páginas y páginas de relatos policiacos, debe ser sumamente placentero poder asistir como testigo privilegiado a las historias de buenos contra malos protagonizadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado.

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