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Cuando subastar un Miró o un Klimt es necesario para llegar a fin de mes
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Cuando subastar un Miró o un Klimt es necesario para llegar a fin de mes

Todo vale para conseguir dinero. Las salas de subastas e incluso las casas de empeño han vuelto por sus fueros. Más que intermediar

Todo vale para conseguir dinero. Las salas de subastas e incluso las casas de empeño han vuelto por sus fueros. Más que intermediar productos entre inversores vanidosos, como corresponde a las épocas de abundancia, ahora se afanan en dar salida a bienes que sirven como moneda de pago para saldar alguna importante deuda. La crisis hace que salgan del armario las joyas del ajuar para poder tirar adelante.

Este mes de diciembre hay una subasta extraordinaria de singular oferta. La organiza la Sala Retiro, propiedad de la antigua Caja Madrid, que gestiona este propio canal comercial para dar salida al material acumulado en las bodegas de su balance. Y en esta ocasión, el arte del siglo XX es el protagonista absoluto de los dos días de rastrillo cultural con precios de saldo, con unas rebajas más que sugerentes.

Las obras corresponden a autores tan contrastados como Joan Miró, Gustav Klimt, Joaquín Sorolla o Fernando Botero, entre los mas destacados. Cuadros o meros bocetos a partir de 10.000 euros la pieza. Antes colgaron en paredes de propietarios con fortuna y buen gusto. Ahora buscan nuevo emplazamiento. Son moneda de cambio. En tiempos de crisis, además de pisos, los bancos y cajas también subastan arte. 

Este mercadillo ilustrado también tiene un lote de joyas y relojes de tronío. Han formado parte del ajuar indispensable de cualquier tiempo mejor, pero ahora vuelven al mercado por la puerta de atrás, por la ventana de la segundamano, después de que sus propietarios hayan tenido que empeñar sus oros para recuperar unos euros. Será que como dice Cayetano de Alba, tener mucho patrimonio no significa tener mucho dinero.