Moncloa ya vive los primeros rifirrafes internos alrededor de Rajoy

Como siempre ocurre alrededor del poder político y económico, los distintos colaboradores del presidente barren para su propia casa. Para entendernos, en Moncloa hay actualmente dos líneas de actuación cercanas al jefe. La primera, la que monitoriza Jorge Moragas a través del Gabinete de la Presidencia, que es decisoria y la que controla todo el quehacer diario del mandatario.

En los últimos tiempos de la oposición, el diplomático catalán ya había constituido en la Oficina Central del PP un formidable equipo que funcionaba de forma paralela al aparato oficial del propio PP y del propio Grupo Parlamentario. En el Complejo de la Moncloa, ese equipo dirigido por el jefe de Relaciones Internacionales del PP (tras la caída en desgracia de Gustavo de Arístegui) se ha fortalecido para convertirse en un Gobierno paralelo que también controla el día a día de los distintos departamentos ministeriales. Además, la cercanía de Moragas con el presidente le imprime una fuerza política más que relevante.

Frente a ese poder fáctico se alza la secretaria de Estado para la Comunicación, Carmen Martínez Castro, persona de la máxima confianza de Mariano Rajoy y colaboradora estrecha del jefe del Ejecutivo donde las haya. Orgánicamente, depende de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, aunque continúe teniendo hilo conductor con Rajoy. Eso sí, la jefa es Soraya.

Pues bien, fuentes monclovitas señalan “divergencia de pareceres” entre Moragas y Martínez Castro. Tanto en relación con las apariciones del presidente del Gobierno como con la política de comunicación del Ejecutivo. En resumidas cuentas: a uno no le gusta como ejerce la otra, y viceversa. Para más inri, ambos tienen rango de secretarios de Estado. Moragas aparece siempre a la derecha de la vicepresidenta. Carmen es más discreta, pero también está ahí, al lado de Rajoy, quien valora extraordinariamente su trabajo. Las mismas fuentes apuntan a que Moragas está llamado a ser ministro más pronto que tarde.

La forma de ser de Rajoy coadyuvaría a estas tiranteces. El gallego nunca se moja. Ve, observa y deja hacer. Lo suyo nunca han sido las pequeñas escaramuzas entre subordinados. Después, estaría el núcleo de amigos personales del presidente, que también tienen opinión. ¡Vaya si la tienen! Pero ése es otro asunto.