El exministro Sebastián comparte confidencias entre cigala y lubina

Ha sido peso pesado gubernamental durante los últimos ocho años. Sin embargo, desde hace cuatro meses, Miguel Sebastián disfruta de los placeres de su nueva vida como civil, lejos de compromisos públicos y responsabilidades. A diferencia de otros compañeros de Gobierno, el economista se toma con tiempo su reinvención profesional, a la vista de que sus servicios no han sido requeridos por ninguna gran empresa, como si ha pasado con Elena Salgado o Pedro Solbes.

Mientras tanto, el extitular de Industria sigue manteniendo activa parte de su agenda del pasado. Esta semana, sin ir más lejos, el gurú económico de Zapatero compartía mesa y mantel en un conocido templo gastronómico de la capital, La Trainera, una de las marisquerías con más tradición y nombre de Madrid, donde despachaba de manera informal en su salón principal con un conocido periodista de El Mundo, cabecera con la que siempre mantuvo un trato preferente durante sus años de ministro.

Entre pincho y pincho de alguna exquisita pieza de pescado, el doctor por Minnesota departía, sin las ataduras del traje oficial y la corbata, sobre la actual situación económica y el futuro del euro. Al otro lado de la mesa, su interlocutor empapaba las reflexiones y doctrina como base argumental para futuras tertulias, asintiendo de forma convencida a los apuntes dictados por Sebastián, al que algunos comparan como antecesor patrio de Axel Kicillof, el ideólogo de cabecera de Cristina Kirchner.

A diferencia de otros compañeros de consejo de ministros, Sebastián no ha seguido enganchado a la política como diputado. Formalmente, desde su partido se dijo que "no había querido ir en la candidatura de Rubalcaba", aunque en realidad el nuevo líder del PSOE no le invitó a entrar en las listas, aunque tampoco ocurrió cuando pudo hacerlo por su estrecha relación con Zapatero en las elecciones de 2004 y 2008. Más allá del Congreso, los más conspicuos esperan verle cerca de alguna eléctrica.