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Rafael Santamaría, último rey del ladrillo, lo vende todo: mansión, yate y finca
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Rafael Santamaría, último rey del ladrillo, lo vende todo: mansión, yate y finca

Es el último de los reyes del ladrillo en pie. Bueno, en realidad, el empresario Rafael Santamaría logra mantenerse a flote a base de requiebros y filigranas

Es el último de los reyes del ladrillo en pie. Bueno, en realidad, el empresario Rafael Santamaría logra mantenerse a flote a base de requiebros y filigranas financieras. Su compañía, Reyal Urbis, está a las puertas de la sala forense. El pasado mes de octubre se acogió a la figura del preconcurso de acreedores después de que varios bancos se negaran a refinanciar por enésima vez los casi 3.800 millones de deuda impagables que arrastra desde 2006.

En este contexto, el empresario inmobiliario madrileño ha decidido ir haciendo caja. Por lo que pueda pasar, Santamaría se ha puesto manos a la obra para liquidar las principales joyas de su patrimonio personal. De momento, ha puesto en el mercado su lujosa mansión, ubicada en el centro de Madrid, en la parte noble del distrito de Chamartín, una fastuosa vivienda de 630 metros cuadrados y piscina particular, por la que pide 3,5 millones de euros.

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Sin embargo, este no es el más importante de sus bienes, aunque tal vez el más fácil de vender. Desde el pasado verano, Santamaría viene intentando colocar a inversores nacionales e internacionales sus fincas de caza y cultivo La Veguilla y Las Vaquerizas, un espacio de 3.000 hectáreas ubicado en el término municipal de Las Pedroñeras (Cuenca) que adquirió en 2006, cuando pasaba por ser uno de las personas más ricas del país.

Pero aún hay más. Como otros muchos compañeros de gremio, véase Francisco Hernando, El Pocero, o la familia Sanahuja (Sacresa-Metrovacesa), el bueno de Rafael Santamaría también se atrevió con las embarcaciones de recreo. Sin embargo, ahora que la marea de la crisis ha dejado al descubierto los bajos de los yates, el de Reyal ha puesto también el cartel de ‘se vende’ a su barco, que sólo en mantenimiento y amarre cuesta un dineral.

Para suerte de Rafael Santamaría, las deudas de Reyal-Urbis no van contra su patrimonio, sino sobre activos de la compañía, como tampoco su propia participación del 70% del capital de la inmobiliaria, que sostiene a través de un crédito de 300 millones de euros con el Banco Santander. A la vista de lo que pueda pasar con el futuro de la empresa, que tiene hasta febrero para resolver el preconcurso de acreedores, el promotor prefiere dinero fresco.

A la luz de la liquidación de urgencia, las buenas relaciones cultivadas durante años por Rafael Santamaría, fundamentalmente con José Bono, expresidente de Castilla La Mancha y padrino de la ciudad fantasma de Valdeluz, a quien ayudó en su hípica o en sus inversiones inmobiliarias en la capital, o con José María Álvarez del Manzano, exalcalde de Madrid y consejero de Reyal-Urbis, no han evitado sus apuros financieros. Los amigos también dejan de ser poderosos.

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