Isidre Fainé y Artur Mas, enemigos íntimos: tan cerca... tan lejos

El presidente de CaixaBank, Isidre Fainé, y el de la Generalitat, Artur Mas, se encuentran cada vez más alejados. En todo este 2013 sólo se han visto una vez, y la reunión, según explican fuentes conocedoras del contacto, fue correcta pero gélida, como aquellas parejas que después de años juntos descubren un día que ya no tienen nada de que decirse.

Antes de la reunión del hielo, ambos tomaron un café en la residencia de Fainé en Llívia, en la baja Cerdenya, en la provincia de Girona. Fue el pasado 31 de diciembre. Allí, Mas le insistió a Fainé en su voluntad de continuar adelante con el plan soberanista, hacer la consulta en 2014 y seguir en el poder de la mano de ERC. Precisamente todo lo que Fainé le había solicitado que no hiciese.

Desde entonces, la intensidad de la relación entre el líder político y el económico de Cataluña vive horas bajas. También porque la Generalitat ahora depende del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) para llegar a final de mes, lo que le evita tener que recurrir a los créditos puente de CaixaBank.

Como todos los bancos con sede en Cataluña, CaixaBank tiene el grueso de sus activos nominados en euros y disfruta de las líneas de liquidez del BCE. Dos pilares que, con la salida de España y de Europa, supondrían un grave problema que la nueva Generalitat en solitario no podría solventar. Cuando ERC plantea el futuro de la Cataluña independiente no habla de sus bancos, que además, como en el caso de CaixaBank, tienen el 80% de su negocio en el resto de España.

Los intereses de Mas y Fainé se separan cada vez más, a medida que la distancia entre el presidente de la Generalitat y el mundo económico catalán resulta más evidente. Este pasado fin de semana, Mas tuvo que suspender la cumbre para salir de la crisis ante la negativa de los agentes sociales, sindicatos y patronal, a acudir a la misma. Lo dicho, Mas y los empresarios catalanes. Tan cerca, tan lejos.