El sorprendente y olvidadizo Pedro J. que ahora defiende a Adolfo Suárez

Ayer, el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, publicaba una de sus polémicas ‘homilías’ bajo el título “Nostalgia de Adolfo Suárez”, en la que el periodista riojano daba cuenta de su asistencia a la función La Transición, en el María Guerrero, y relataba figuradamente su visita al expresidente en la mansión de La Florida (Madrid).

Dice que le recordó a sí mismo “33 años atrás” y dedica grandes elogios al conductor de la Transición, del que subraya que es posible que, si el abulense estuviera en activo, nada de lo que ocurre ahora mismo en torno a la Corona estuviera sucediendo. Los más jóvenes probablemente no se hayan sorprendido del ejercicio periodístico de Pedro J. Ramírez, pero no los que son de su generación, especialmente entre plumillas y políticos que todavía están en activo.

Ramírez, por aquella época corresponsal político estrella del diario ABC y luego director de Diario 16 con mando en plaza editorial en Cambio 16, arremetió con gran dureza contra el entonces jefe de gobierno. Su candidato era Joaquín Garrigues Walker, que falleció poco tiempo después víctima de una leucemia, y que lideraba el sector liberal de UCD y no ocultaba su ambición de ser primer ministro. Incluso, también jaleaba a Francisco Fernández Ordóñez, que representaba y mandaba el ala socialdemócrata del mismo partido hasta que decidió subirse al carro del PSOE en 1982.

Son los caminos de ida y vuelta a los que tanto nos tiene acostumbrados el periodista. Algo similar le ha sucedido con la Corona. Después de arremeter contra el Rey y enfatizar la figura del Príncipe como digno sucesor para estos tiempos de crisis, ahora se lanza a criticar a aquellos que piden la abdicación y "avientan secretos inconfesados de la princesa". Igual con Corinna. El Mundo ha pasado de describirla como vulgar y plebeya a referirse a ella como Princesa. Ya saben: no vayamos a perder una gran exclusiva por un quítame allá esas pajas.  

¡Las cosas de Pedro J.! Pero para su desgracia, las crónicas -como él mismo las escribió y no como las quiere vender ahora- están a buen recaudo en las hemerotecas.