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El año que Francisco Correa pudo ser millonario de forma legal
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El año que Francisco Correa pudo ser millonario de forma legal

Es el apestado del caso Gürtel. La cabeza visible. Ha pasado por Soto del Real y ahora se esconde del mundanal ruido en el lujoso Sotogrande

Es el apestado del caso Gürtel. La cabeza visible. Ha pasado por Soto del Real y ahora se esconde del mundanal ruido en el lujoso Sotogrande gaditano. Hace no tanto tiempo, sin embargo, bodas en El Escorial aparte, hacía y deshacía a su gusto por los mejores lugares de Madrid. Francisco Correa era un tipo echao palante, algo chuleta y con olfato para arrimarse a la gente que le podía hacer ganar dinero. Hacía un poco detodo y en todo tenía éxito.

En aquella época, antes de que el juez Baltasar Garzón pusiera patas arriba al Partido Popular a cuenta del caso Gürtel, el atrevido Paco Correa se abría paso bajo la apariencia de próspero empresario. En aquellos tiempos de vino y rosas, cuando España vivía el espejismo del dinero fácil y barato, el cabecilla de la trama tuvo la oportunidad de dar el gran pelotazo de su vida. Una oportunidad que dejó pasar, pero que en realidad nunca podría haberse sustanciado.

A través de algunos conocidos populares, aún hoy en la vida pública y con escaño de diputado, Correa tuvo reuniones con inversores privados interesados en conocer su particular cartera de negocios. La industria del capital riesgo estaba en auge y el conglomerado de empresas llamaba la atención, a pesar de tener como cliente principal al Partido Popular, entonces todavía en el poder, o a administraciones públicas controladas por esa fuerza política.

Los negocios de Correa eran bastante básicos, poco más de un puñado de empresas de servicios y una buena cartera de contactos, lo suficiente para poder ganar dinero, bastante dinero. Sin embargo, el primer problema llegó con la primera pregunta, a modo de due dilligence informal. Al ser preguntado por cuánto facturaban sus empresas, Paco contestó sincero, sin ningún tipo de rubor: “¿En A o en B?”. A partir de ahí, el resto de explicaciones sobraron.

El road show de Correa entre fondos de capital riesgo duró poco. Nada más reconocer que la caja de su negocio se movía entre tinieblas, el chico para todo de la trastienda del PP contaba detalles con gracia para reconducir el encuentro. Eran tiempos en los que pagar un viaje o costear unas vacaciones a algúncapo popular era moneda de cambio común para mantener satisfecha a la clientela. La letra pequeña del negocio la destapó Garzón unos años más tarde.

Es el apestado del caso Gürtel. La cabeza visible. Ha pasado por Soto del Real y ahora se esconde del mundanal ruido en el lujoso Sotogrande gaditano. Hace no tanto tiempo, sin embargo, bodas en El Escorial aparte, hacía y deshacía a su gusto por los mejores lugares de Madrid. Francisco Correa era un tipo echao palante, algo chuleta y con olfato para arrimarse a la gente que le podía hacer ganar dinero. Hacía un poco detodo y en todo tenía éxito.

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