Soria no pierde el sueño con la subida de la luz... al menos en los aviones

El titular de Industria, José Manuel Soria, sufrió la semana pasada un varapalo fenomenal. El informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNCM) evitaba mencionar en su informe sobre el tarifazo que las eléctricas habían manipulado la famosa subasta, una tesis que el ministro había sostenido hasta la saciedad. Tras el revés, nada mejor que un fin de semana en su natal Gran Canaria para olvidar y volver con aires nuevos. Tan relajado terminó el ministro que la primera parte del vuelo que le trajo de vuelta a la capital la saldó con un reparador sueño, quién sabe si imaginando soluciones al entuerto eléctrico o víctima de una nueva pesadilla.

Y es que Soria era uno de los pasajeros del vuelo UX9018 de Air Europa que partió el lunes del aeropuerto de Gando pasadas las siete de la mañana. Traje oscuro y corbata burdeos, como un dandy pese a las horas, el ministro tampoco tuvo suerte en la asignación de asientos. No en vano, fue a dar en la ventanilla de una de las salidas de emergencia, lo que le impedía conservar a sus pies la cartera con el membrete del Ministerio de Industria que le traspasó en su día Miguel Sebastián. Seguridad obliga. Mientras el resto de pasajeros ubicaba sus trolleys en los compartimentos superiores, su acompañante subía y bajaba tan codiciada, anticuada y delatora maleta.

A mitad de vuelo y tal vez despertado por el llanto de algún niño, Soria resucitó en su fila 14, lejos de la clase business. Tableta en mano, un café rápido y a trabajar. Primero, cotejar la agenda para una dura semana. Luego, algunas notas rápidas tomadas a mano. Y es que el político canario tiene que aprovechar el tiempo en el aire. No en vano, se trata de un ministro a tiempo parcial o que, al menos, ejerce sábados y domingos desde su tierra. De hecho, lo habitual es que el viernes por la tarde ponga rumbo a las Islas. Es allí donde probablemente tenga su destino político, si sale vivo del desaguisado eléctrico. Eso explicaría su constante ir y venir, su esfuerzo por no perder lazos con la política canaria, más allá de pasar tiempo con la familia.

Hacia las 10:30 de la mañana, con puntualidad suiza, el Boeing 737 de la compañía de Juan José Hidalgo tomaba tierra en un Madrid tomado por el frío. El ministro salía del aparato como alma que lleva el diablo, se entiende que rumbo al Ministerio o a cubrir otras obligaciones propias de su cargo. Ardua tarea tiene por delante, cuando las compañías eléctricas aseguran a quien quiere escucharlas que su interlocutor real es el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y cuando, dos años después, sigue sin erradicar el déficit de tarifa, una bola de nieve que amenaza con llegar a niveles propios del rescate bancario. Necesitará muchos vuelos, muchos sueños y muchas cábalas para sacar la cabeza. Por ahora, turbulencias.