El Congreso pone un policía a vigilar a cada león

Los leones del Congreso de los Diputados se han convertido en el principal símbolo de la institución, la escultura con la que todos los turistas que pasan por la Carrera de San Jerónimo quieren hacerse una foto para colgarla en la habitación de mayor abolengo de su casa. Pero esa fama también ha convertido a los leones en blanco preferido de las protestas, entre otros motivos porque el acceso al resto de estancias de la Cámara Baja está fuertemente protegido.

La última gran protesta la protagonizó Greenpeace, que amordazó uno de los leones con un pañuelo amarillo para denunciar la nueva Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana que promueve el Ministerio del Interior. La organización ecologista será una de las más perjudicadas por esa norma, porque el texto prohíbe el acceso o el escalamiento a infraestructuras críticas, justo una de sus modalidades preferidas de protesta.

Un agente de la Policía Nacional interceptó al activista de Greenpeace y retiró la mordaza al león. Desde que comenzaron las protestas del 15-M, las inmediaciones de la Cámara Baja están prácticamente tomadas por la Policía. Justo en frente de la Puerta de los Leones hay siempre un grupo de antidisturbios preparado para intervenir en cualquier momento.

Pero el Congreso ha decidido incrementar la vigilancia de los mamíferos colocándoles una escolta permanente. Cada uno de los leones tiene ahora un agente de la Policía a su lado para evitar que alguien pueda aproximarse, ya sean turistas o manifestantes. Los dos agentes se convertirán a partir de ahora en parte de la fachada más fotografiada de la calle, incluso en los meses de más calor, en los que el sol pega directamente en ese lateral del Congreso. Esta semana, en la que el tiempo en Madrid ha sido casi veraniego, los agentes se escondían tras las columnas para evitar el calor. El verano será duro. Pero los leones no se tocan.