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Rato se desahoga con su 'biógrafo' ante la nueva redada del juez Andreu por las 'black'
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Rato se desahoga con su 'biógrafo' ante la nueva redada del juez Andreu por las 'black'

Rodrigo Rato vive sus momentos más negros desde que el dedazo de Aznar lo apartara de la carrera por la Moncloa. Sus cuitas judiciales son cada vez mayores.

Rodrigo Rato vive sus momentos más negros desde que el dedazo de Aznar lo apartara de la carrera por la Moncloa. Sus cuitas judiciales son cada vez mayores: el martes, su peor pesadilla, el juez Fernando Andreu imputaba a todos los consejeros y directivos de Caja Madrid y Bankia que se beneficiaron de las tarjetas black y sacaba a la luz nuevos correos comprometedores. Su partido le ha dado la espalda y algunos hasta hacen la gracia de "Rodrigo, sé fuerte". Pero todavía le quedan amigos con los que desahogarse y a los que reiterar su inocencia. Como su biógrafo oficial, Amador Ayora, también director del periódico El Economista, con el que desayunó al día siguiente en la cafetería anexa al madrileño Gran Hotel Velázquez.

En el desayuno, Ayora estuvo acompañado por varios de sus periodistas de la sección de finanzas, que tomaron buena nota de las explicaciones del exdirector gerente del FMI. Papeles en ristre, Rato se debió quedar a gusto argumentando que las tarjetas eran un instrumento de pago de la retribuciones que existía antes de su llegada y que todo el mundo conocía, que tenía que estar sometido a la fiscalidad de cualquier retribución, que nunca se puso ningún problema y que Hacienda conocía su existencia y nunca dijo nada (el famoso inspector Cipriano Muñoz, ya fallecido, que desveló El Confidencial).

Cerca de la gran cristalera que da a la céntrica calle madrileña, y expuestos a los ojos de los viandantes, expolítico y periodista departían ajenos a los comentarios que los colegas de partido de Rato deslizan sotto voce. "Vive fuera del mundo, no se ha dado cuenta de que ha sido relegado por sus antiguos compañeros, de que está completamente solo y nadie le va a apoyar, ni siquiera le va a escuchar", señala una persona afín al PP. "Mariano ya lo ha amortizado, como a Bárcenas, a Matas, a Camps, a Fabra, etc."

La quiebra y rescate de Bankia ya pusieron al exvicepresidente del Gobierno en la picota, pero el caso de las tarjetas black lo ha marcado para siempre. Ya le han echado de la antigua inmobiliaria de La Caixa y del Santander, aunque César Alierta aún le mantiene en Telefónica. Y ahora los incendiarios informes de los peritos del Banco de España sobre la creación y la salida a bolsa de Bankia le han dado la puntilla. Incluso han logrado lo nunca visto: poner de acuerdo a Guindos y a Montoro, por la amenaza del agujero de 3.000 millones en las cuentas públicas que puede provocar si finalmente hay que devolver el dinero de la OPV.

Al menos, todavía puede ir a ciertos sitios selectos sin provocar más que arqueos de cejas, ya que su aparición en sitios modestos ha estado a punto de provocar algún altercado (en eso, su antecesor Miguel Blesa es el que peor lo está pasando). Y allí puede relajarse y departir con el autor de la hagiografía Rodrigo Rato. La biografía política y personal del cerebro gris del cambio político en España. Como si no tuviera más problemas.

Rodrigo Rato vive sus momentos más negros desde que el dedazo de Aznar lo apartara de la carrera por la Moncloa. Sus cuitas judiciales son cada vez mayores: el martes, su peor pesadilla, el juez Fernando Andreu imputaba a todos los consejeros y directivos de Caja Madrid y Bankia que se beneficiaron de las tarjetas black y sacaba a la luz nuevos correos comprometedores. Su partido le ha dado la espalda y algunos hasta hacen la gracia de "Rodrigo, sé fuerte". Pero todavía le quedan amigos con los que desahogarse y a los que reiterar su inocencia. Como su biógrafo oficial, Amador Ayora, también director del periódico El Economista, con el que desayunó al día siguiente en la cafetería anexa al madrileño Gran Hotel Velázquez.

Rodrigo Rato