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El sindicalista estrella del Ibex 35, en serios apuros por corrupción
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El sindicalista estrella del Ibex 35, en serios apuros por corrupción

Lula da Silva se había convertido en hombre de referencia para Ignacio Sánchez Galán, el difunto Emilio Botín y César Alierta

Cuando el pasado viernes, a casi 8.500 kilómetros de distancia de Madrid, la policía brasileña entró en la vivienda de Luiz Inacio Lula da Silva, a varias de las cúpulas del Ibex 35 les tembló las canillas. El registro de su domicilio, a 20 kilómetros de Sao Paulo, en busca de pruebas tras las acusaciones de corrupción por parte de la Fiscalía del país sudamericano por el caso Petrobras, pilló por sorpresa a tres de las cinco mayores empresas españolas, cuyos presidentes se habían hecho amigos del que fuera líder del Partido de los Trabajadores y probablemente el político más carismático de Latinoamérica en la última década.

Porque Lula da Silva, acusado ahora de ser “uno de los principales beneficiarios de un sistema de desvío de dinero en la petrolera pública brasileña entre 2004 y 2012" (se estima que desaparecieron 2.400 millones de euros), se había convertido en hombre de referencia para Ignacio Sánchez Galán, el difunto Emilio Botín y César Alierta. Los tres presidentes de Iberdrola, Banco Santander y Telefónica, respectivamente, no dudaron en su día de abrazarse al tornero metalúrgico, al sindicalista que protagonizó la mayor huelga del continente latinoamericano, hasta tal punto de que lo llevaron como estrella invitada a sus Investor Day, jornadas de dos días durante las que estas empresas se reúnen con más de 200 inversores para explicarles su estrategia.

En esos encuentros, Lula da Silva, un hombre de ideas radicales desde el punto de vista capitalista, que sacó de la pobreza a 30 millones de brasileños, cerraba las jornadas, dejaba boquiabiertos a los asistentes y después se fotografiaba con Alierta y Galán en sus despachos, con una familiaridad inusual. Sus apariciones estelares estaban bien remuneradas.

Probablemente ni Alierta ni Botín jamás se imaginaron que fueran a ser tan cercanos al sindicalista. Brasil ha sido el país con más crecimiento para ambas compañías cotizadas en los últimos años, aunque hoy está en profunda depresión y dando muchos dolores de cabeza por el hundimiento de su divisa.

La cercanía era tal que el presidente de Iberdrola no dudó en invitarle en 2014, justo hace ahora dos años, a visitar la nueva sede de la eléctrica en Bilbao y hasta a hacer un 'tour' turístico por el nuevo San Mamés. Galán consiguió que Josu Urrutia, el presidente del Athletic Club, le abriera el estadio recién construido para que Lula oliera la hierba de La Catedral, de la que se llevó una camiseta con su nombre. Hoy en día nadie podría imaginarse las mismas instantáneas con Pablo Iglesias, que tiene argumentos similares en temas sociales que Lula.

Si las acusaciones de la Fiscalía son ciertas, el expresidente de Brasil, que tenía como eslogan pagar la deuda sistémica del país para no depender de los acreedores, como le ha pasado durante años a Argentina, parece que ahorraba muy mucho a cargo de los contribuyentes brasileños.

Cuando el pasado viernes, a casi 8.500 kilómetros de distancia de Madrid, la policía brasileña entró en la vivienda de Luiz Inacio Lula da Silva, a varias de las cúpulas del Ibex 35 les tembló las canillas. El registro de su domicilio, a 20 kilómetros de Sao Paulo, en busca de pruebas tras las acusaciones de corrupción por parte de la Fiscalía del país sudamericano por el caso Petrobras, pilló por sorpresa a tres de las cinco mayores empresas españolas, cuyos presidentes se habían hecho amigos del que fuera líder del Partido de los Trabajadores y probablemente el político más carismático de Latinoamérica en la última década.

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