Sus señorías se toman el puente de la Inmaculada en vez de escuchar a Montoro

Después de diez meses de bloqueo político y pasados los ímpetus de la primera semana, los grupos parlamentarios han preferido tomarse el puente de la Inmaculada. Una cosa era ir el día de la Constitución y otra seguir toda la semana en la Cámara, debieron de pensar sus señorías, sobre todo si lo que tocaba era tener que escuchar en la Comisión de Hacienda a Cristóbal Montoro.

Para pasmo del Ejecutivo y sus responsables de las relaciones con las Cortes, la Comisión de Justicia citó al titular del ramo, Rafael Catalá, para el lunes día 5, víspera de la Constitución, con el fin de que explicara a los diputados sus planes para la legislatura que comienza, pero la de Hacienda rechazó hacer lo propio con el responsable de las cuentas del Estado para el miércoles día 7 y lo dejó para la semana siguiente.

Sin llegar al extremo de Pablo Iglesias, que dispuso de la semana entera de vacaciones en el Congreso para hacer política y tuits a pie de calle, ni al de los nacionalistas catalanes y vascos, que hicieron lo propio desde el lunes por la tarde cuando acabó la comparecencia de Catalá, los demás diputados han tenido más días de asueto que los colegiales y los funcionarios: de miércoles a domingo.

El celo vacacional de los grupos de la oposición contrasta con las carreras que echaron nada más constituirse el Ejecutivo para "exigir" las comparecencias inmediatas en la Cámara de todos los ministros, como si no lo fueran a hacer de oficio como ha ocurrido siempre. Por lo visto, los puentes también pueden ser un derecho de la nueva política aunque lleguen después de un año de vacaciones forzosas.