El patio del Congreso
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El efecto mariposa deja en manos de Puigdemont el futuro de Rajoy
El 'expresident' puede decidir si retrasa un nuevo intento de investidura y dificulta el apoyo imprescindible del PNV a los Presupuestos del Estado
La inestabilidad política se traduce, precisamente, en que un pequeño suceso o movimiento termina por provocar una serie de carambolas y efectos políticos finales no deseados y contradictorios. La inestabilidad política y parlamentaria en la que se vive desde 2015 se asemeja a la llamada teoría del caos o efecto mariposa, en donde pequeñas variaciones en condiciones iniciales provocan grandes variaciones futuras, haciendo imposible la predicción.
El miércoles 21 de marzo, Mariano Rajoy tenía un plan cerrado según el cual el Parlament investiría en segunda votación a Jordi Turull el sábado 24 de marzo. El martes 27 de marzo, el Consejo de Ministros aprobaría el proyecto de Presupuestos para 2018 y al mismo tiempo tomaría posesión el nuevo Govern y automáticamente quedaría levantado el 155 de Cataluña. De esa forma, la semana del 23 de abril, el Congreso iniciaría el trámite de las cuentas del Estado con el voto de Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria, y en junio Rajoy exhibiría fortaleza ante el pleno del Congreso en el debate sobre el estado de nación, con rumbo a 2019.
Ese mismo día, a última hora de la mañana, un muy destacado miembro del Gobierno mostraba en un corrillo de 20 periodistas en el pasillo del Congreso su satisfacción por la investidura de Turull. Como dice la canción de Pablo Milanés, "no es perfecto, pero se acerca a lo que siempre soñé", es decir, estaba imputado y no "limpio" del todo, pero en libertad y con fecha de caducidad como 'president' hasta el juicio previsto para finales de 2018. Incluso, ese miembro del Gobierno, satisfecho, hacía cábalas sobre la importancia de quién fuera elegido vicepresidente de la Generalitat, porque sería quien ocupara el cargo después de la sentencia y la previsible inhabilitación de Turull.
Pero, pocas horas después, el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena emitió una providencia para citar a Tururll y otros exconsejeros el viernes 23 de marzo para comunicarles el procesamiento y encarcelarles. El magistrado desbarató así los planes de Rajoy porque, con la colaboración de la CUP, que votó en contra en la primera vuelta de la investidura, hizo imposible la elección de Turull el 24 de marzo.
El 27, el Gobierno aprobó los Presupuestos, pero ya sin apoyo del PNV porque el 155 seguirá en vigor durante semanas. Y se mantiene la duda porque cuando se produzca la votación del 26 de abril, lo más probable es que no haya Govern, que el 155 siga en vigor y el PNV vote en contra, salvo notable y llamativa rectificación.
Los independentistas no prevén que haya Govern hasta el límite legal del 22 de mayo, para eso tendrán que buscar un nuevo candidato a 'president' y Puigdemont tendrá que dar su visto bueno. Es decir, según el efecto mariposa y la teoría del caos, el juez Llarena ha dejado en manos de Puigdemont el futuro de Rajoy o, al menos, la posibilidad de aprobar los Presupuestos. Ironías de la inestabilidad política.
El otro actor de ese caos por la sucesión de carambolas es el PNV, deseoso de volver a votar las cuentas y apuntalar a Rajoy, pero necesitado de oponerse al 155 para no contrariar a sus bases ni a su ideario nacionalista. El PNV también vio arruinado su plan el día 21 por la decisión de Llarena y, desde entonces, el lendakari Iñigo Urkullu presiona a PDeCAT y ERC para que cuanto antes lleguen a un acuerdo para formar Govern, según fuentes de los independentistas catalanes. Todo porque el efecto mariposa de la providencia de Llarena llega hasta el País Vasco, para ver cumplidos los acuerdos presupuestarios de 2017 y para mantener la estabilidad parlamentaria y el futuro electoral de Urkullu.
La inestabilidad política se traduce, precisamente, en que un pequeño suceso o movimiento termina por provocar una serie de carambolas y efectos políticos finales no deseados y contradictorios. La inestabilidad política y parlamentaria en la que se vive desde 2015 se asemeja a la llamada teoría del caos o efecto mariposa, en donde pequeñas variaciones en condiciones iniciales provocan grandes variaciones futuras, haciendo imposible la predicción.