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PSOE: La E de Español
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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PSOE: La E de Español

 Los secretarios regionales del PSOE y el secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba mantendrán el próximo mes una reunión del llamado Consejo Territorial, donde van a analizar

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Los secretarios regionales del PSOE y el secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba mantendrán el próximo mes una reunión del llamado Consejo Territorial, donde van a analizar y tratar de consensuar un documento titulado La Política Territorial del PSOE. Dicho documento trata de darle una vuelta al llamado Estado autonómico español que, en esencia, fue la consecuencia del pacto entre UCD, PSOE y CIU en 1978. El PP de entonces (AP) se abstuvo en el referéndum constitucional por su oposición radical al Título VIII de la Constitución, el que desarrolla el sistema autonómico, y por haber introducido en el artículo 2 del mismo texto la palabra Nacionalidades.

Resulta de una extrema torpeza alejarse de un modelo que, con sus carencias y sus errores, ha funcionado bien y ha permitido un nivel de igualación entre territorios y ciudadanos españoles como nunca antes había ocurrido en la historia de España. Modificarlo para mejorarlo es una cosa. Hacerlo irreconocible, es otra. Y se perjudica al sistema cuando se decide una apuesta por algo que la mayoría de los ciudadanos no saben qué significa. Me refiero al término federal que el documento del PSOE utiliza excesivamente para desconcierto de unos y para mayor gloria de quienes, habiendo rechazado el modelo autonómico, pueden llegar a convertirse en los máximos defensores del sistema actual y de la Constitución que la mayoría de ellos rechazaron.

El PSOE debería saber que cuanto más veces se emplee la palabra federal, menos oportunidades habrá de encontrarse con los nacionalistas, cuyas élites intentan conformar un Estado propioEl documento, entre otras cosas, atribuye la debilidad del Estado autonómico a la falta de cierre del mismo, tratando de eliminar el artículo 148 de la Constitución, que recoge las competencias que pueden ser asumidas por las Comunidades autónomas y reelaborando el artículo 149 para que queden claras y cerradas para siempre las competencias exclusivas del Estado. Son muchos los que dentro y fuera del PSOE consideran que el modelo autonómico está demasiado abierto, lo que permite que por su agujero se cuelen demandas de los nacionalismos insaciables que circulan por algunos territorios españoles. Para ello la solución que encuentran es la de eliminar el artículo 150.2 que permite al gobierno central ceder alguna de sus competencias exclusivas. Ese artículo, desde mi punto de vista, es una originalidad de nuestro sistema, que no se encuentra en ningún Estado federal del mundo, y que evita conflictos y reformas constitucionales y estatutarias si en algún momento, como ocurrió con la cesión de competencias en política penitenciaria a Cataluña, se necesita recurrir a él para cerrar demandas que eviten males mayores. No recuerdo que la existencia de ese artículo, que está en la Constitución para “por si acaso”, haya sido fuente de conflicto en todos los años en que el sistema lleva funcionando. El problema que tenemos planteado en España no reside en el carácter más o menos abierto de nuestro modelo autonómico. El problema autonómico español tiene que ver con la existencia de partidos nacionalistas, que cuestionan permanentemente la existencia del Estado tal y como lo conocemos desde hace siglos y en cuya fundación participaron activamente algunos territorios de los que ahora cuestionan la unidad nacional. Aquí no estamos en el caso de Alemania, por ejemplo, donde diversos territorios se unieron para formar un Estado, sino que el Estado constituido, decide descentralizarse para ganar eficacia y reconocer y apoyar las diversas identidades que lo componen.

El PSOE debería saber que cuanto más veces se emplee la palabra federal, menos oportunidades habrá de encontrarse con los nacionalistas, que no caminan por esos derroteros, sino por el intento de sus élites de conformar un Estado propio en los territorios en los que tienen una presencia más que significativa.

El problema autonómico español tiene que ver con la existencia de partidos nacionalistas, que cuestionan permanentemente la existencia del Estado tal y como lo conocemos desde hace siglosNo se sabe quién habrá sido el autor de uno de los párrafos más incomprensibles del texto citado. No acierto a comprender que la pluma de un socialista escriba que “reconfigurar el Estado exige abandonar periclitadas concepciones que confunden su unidad con la unicidad de una imaginaria nación indisoluble, así como relativizar una noción de soberanía que desde hace ya mucho tiempo ha perdido apoyo en la realidad -lo cual también es extensible a la mitificada soberanía de los independentismos que reivindican Estado propio para sus naciones-. Dejando atrás atávicas concepciones en las que laten nociones mitificadas de la unidad de la nación y la exaltación ideológica de lo supuestamente único en cuanto al Estado, hay que ubicarse en la órbita del reconocimiento de la diferencia y de la aceptación de la pluralidad para conjugar la necesaria unidad”.  España no es ni una imaginaria nación indisoluble ni responde a atávicas concepciones en las que laten nociones mitificadas de la unidad de la nación. Quienes defendemos la soberanía nacional no podemos aceptar que se cuestione o relativice esa noción de soberanía.

El nacionalismo vasco y catalán han dejado bajo mínimos la apuesta socialista en esas dos Comunidades Autónomas. Espero que el nacionalismo español, que tarde o temprano reaccionará ante el reto catalán y vasco, no arrolle a un partido que, como el PSOE, nunca fue discutido en su españolismo.

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Los secretarios regionales del PSOE y el secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba mantendrán el próximo mes una reunión del llamado Consejo Territorial, donde van a analizar y tratar de consensuar un documento titulado La Política Territorial del PSOE. Dicho documento trata de darle una vuelta al llamado Estado autonómico español que, en esencia, fue la consecuencia del pacto entre UCD, PSOE y CIU en 1978. El PP de entonces (AP) se abstuvo en el referéndum constitucional por su oposición radical al Título VIII de la Constitución, el que desarrolla el sistema autonómico, y por haber introducido en el artículo 2 del mismo texto la palabra Nacionalidades.