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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Se puede afirmar que el PP representa en España al movimiento liberal conservador; y que el PSOE representa el pensamiento progresista y socialdemócrata. Una cosa es la práctica política y otra el pensamiento en el que se encuadran ambas formaciones polí

Foto: La ministra de Sanidad, Ana Mato (Efe)
La ministra de Sanidad, Ana Mato (Efe)

Se puede afirmar que el PP representa en España al movimiento liberal conservador; y que el PSOE representa el pensamiento progresista y socialdemócrata. Una cosa es la práctica política y otra el pensamiento en el que se encuadran ambas formaciones políticas. Teniendo en cuenta que el origen de esos dos movimientos políticos se sitúa en la Revolución Francesa de 1789 y que, desde allí, han llegado hasta nuestros días, no es arriesgado afirmar que ambos son primos hermanos, si se tiene en cuenta que una y otra forma de pensamiento coinciden en la defensa de algunos valores y discrepan en otros. Coinciden en la defensa de la soberanía popular, en la defensa de la libertad, en el sufragio universal y en la democracia representativa. Discrepan en la idea de libertad y en el principio de igualdad.

Para los liberales-conservadores, el Estado debe intervenir a la hora de regular las libertades individuales, dejando al arbitrio del Mercado las libertades colectivas, mientras que para los socialdemócratas, el Estado no debe influir en el uso de las individuales y debe entrar a regular las colectivas. Un conservador le dice a la ciudadanía cómo y cuándo debe nacer, cómo morir, cómo y con quién formar una familia, cómo disolverla, qué tendencias sexuales están permitidas y cuáles no, mientras que se desentiende de las libertades colectivas, ya sea no regulando un salario mínimo interprofesional, dejando libertad a las partes para que regulen o no el mercado laboral, desentendiéndose de la salud de cada ciudadano o de la educación de los mismos. Un socialdemócrata se inclina por dejar que cada uno nazca, muera, viva, se relacione, se case o se separe cuando quiera sin que el Estado interfiera más que para garantizar la convivencia y el respeto a los derechos humanos, mientras que utiliza al Estado para regular relaciones entre desiguales, tratando de inclinar la balanza a favor de la parte más débil de la sociedad.

Para un conservador, el Estado debe garantizar la prestación de los servicios que el ciudadano necesita para poder realizar un proyecto de vida con cierta dignidad. El conservador mete en el mismo saco el servicio de recogida de basura, de abastecimiento de agua o de regulación del que presta un Ayuntamiento, con la educación, la sanidad, las pensiones y la discapacidad. Para un socialdemócrata, la educación universal, libre y gratuita, la sanidad universal y de calidad, la garantía en la prestación de pensiones y la atención a la discapacidad no son servicios, sino derechos. Cuando, desde cualquiera de esas dos posiciones ideológicas, se confunde lo que son servicios con lo que son derechos, el pensamiento político se neutraliza y la incredulidad se apodera del ciudadano.

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Los servicios que las distintas Administraciones están obligadas a prestar, se prestan mejor o peor, con más o menos calidad, en función de los recursos económicos con los que cuente esa Administración; cuando las arcas están llenas, los servicios se prestan muy bien; cuando están vacías, la cosa cambia y el servicio se resiente. El tener agua más y mejor tratada en un municipio o carreteras mejor o peor asfaltadas no hace más o menos igual a los ciudadanos que la consumen o que circulan por ellas. Por el contrario, tener o no tener la posibilidad cierta de que, cualquiera que sea el nivel de renta o las circunstancias personales de cada ciudadano, pueda acceder a la misma educación obligatoria, a un sistema sanitario igual para todos en prevención y en tratamiento, a un sistema de pensiones de reparto y a una atención sociosanitaria de la discapacidad garantiza o no los derechos que el Estado en cualquiera de sus variantes debe asegurar, si no se quiere que se rompa la igualdad entre las personas. Esos derechos que tenemos como ciudadanos no admiten graduación. Si se tiene dinero desde las Administraciones responsables de garantizar esos derechos, se garantizan, y si no se tienen suficientes recursos para ello, se buscan. Esos derechos no se pueden dejar al albur del Mercado, porque el Mercado no tiene ni como función ni como objetivo la búsqueda de la igualdad entre los ciudadanos, sino el lógico beneficio resultante para el mantenimiento de una actividad mercantil.

Se puede afirmar que el PP representa en España al movimiento liberal conservador; y que el PSOE representa el pensamiento progresista y socialdemócrata. Una cosa es la práctica política y otra el pensamiento en el que se encuadran ambas formaciones políticas. Teniendo en cuenta que el origen de esos dos movimientos políticos se sitúa en la Revolución Francesa de 1789 y que, desde allí, han llegado hasta nuestros días, no es arriesgado afirmar que ambos son primos hermanos, si se tiene en cuenta que una y otra forma de pensamiento coinciden en la defensa de algunos valores y discrepan en otros. Coinciden en la defensa de la soberanía popular, en la defensa de la libertad, en el sufragio universal y en la democracia representativa. Discrepan en la idea de libertad y en el principio de igualdad.

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