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Navarro versus Guerra
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Navarro versus Guerra

Ante las opiniones formuladas por Alfonso Guerra respecto a las relaciones PSOE-PSC, Pere Navarro le respondió con descalificaciones

Foto: Pere Navarro, tras la decisión del PSC de romper la disciplina de voto por la moción sobre el derecho a decidir
Pere Navarro, tras la decisión del PSC de romper la disciplina de voto por la moción sobre el derecho a decidir

Ante las opiniones formuladas por Alfonso Guerra respecto a las relaciones PSOE-PSC, Pere Navarro, SG del PSC-PSOE (a su pesar ese es el nombre del partido que él dirige) le respondió con descalificaciones del tipo “Guerra ya no es nadie en el partido socialista”. Esa misma respuesta, como se ve, llena de argumentos fue la que me dedicó a mí no hace mucho tiempo.

¿Y quién es Pere Navarro? No pretendo hacer una biografía de la persona; sólo diré que el 30 de septiembre de 2012 es elegido como candidato a la Generalidad de Cataluña por el Partido de los Socialistas de Cataluña-PSOE a las Elecciones al Parlamento de Cataluña. En dichas elecciones obtuvo el 14,6% de los votos y 20 escaños, siendo estos los peores resultados de la historia del PSC en unas elecciones autonómicas. ¡El peor resultado de los socialistas en Cataluña! Razón suficiente para haberse dedicado a otra cosa, es decir, para haber presentado su dimisión irrevocable la noche electoral.

Navarro afirma que en el PSOE, si no tienes un sillón de mando, no eres nadie. Yo no acepto esa premisa. Ramón Rubial apenas tenía sillón y era alguien de suma importancia, antes y después de muerto, en el socialismo español. Algo que parece que comienza a olvidarse es que una cosa es tener poder y otra tener autoridad. Alfonso, como Felipe y como tantos otros, con sillón o sin sillón, tienen la autoridad política y moral que les concede su larga trayectoria socialista y el mérito, que nadie puede arrebatarles, de haberse convertido en el alma de un PSOE que comenzó a fraguarse, a partir de los finales de los 60, como el partido fundamental en la democracia española. Algunos pueden pretender hacer desaparecer el cuerpo, la imagen, la cara de esos dos socialistas y de tantos como ellos, pero el alma es imposible eliminarla.

Tampoco acepto la premisa de que “quien no tiene sillón de mando no es nadie en el PSOE”, porque quien eso dice está transmitiendo un mensaje torcido y torticero a los jóvenes que pretendan acercarse a nuestro partido. “O mandas o te callas” es un mensaje nefasto y clasista para aquellos que, con la ilusión del cambio, de la transformación y del progreso quieren militar en el histórico Partido Socialista Obrero Español.

Gustará más o menos lo que digamos, cuándo lo digamos y dónde lo digamos; se nos podrá rebatir o replicar con igual libertad con la que nosotros lo hacemos, pero no será de recibo intentar despacharnos con el argumento de que 'Vd. ya no es nadie'

Menos acepto el recado de Navarro y de otros como él, porque algunos hemos renunciado voluntariamente al poder; pero renunciar al poder político o institucional no significa la renuncia a nuestra condición de ciudadanos, es decir, a nuestra capacidad de pensar y de exteriorizar nuestros pensamientos cada vez que lo consideremos oportuno o necesario. Gustará más o menos lo que digamos, cuándo lo digamos y dónde lo digamos; se nos podrá rebatir o replicar con igual libertad con la que nosotros lo hacemos, pero no será de recibo intentar despacharnos con el argumento de que “Vd. ya no es nadie”, salvo que se pretenda faltar al respeto que se nos debe por nuestra contribución a una causa a la que hemos dedicado buena parte de nuestra vida, con más aciertos que errores. Renunciar al poder no significa renunciar a la autoridad que más de 30, 40, o 50 años de militancia socialista nos confieren. Tantos años de militancia y el desempeño de funciones institucionales y orgánicas durante una larga temporada, en mi caso 24 años de presidencia de un gobierno regional, nos han aportado criterios de responsabilidad. Esa responsabilidad nos obliga, aunque no quisiéramos, a decir lo que debemos cuando lo que vemos nos obliga a exteriorizarlo.

Navarro, con su desprecio, desprecia también a miles de militantes socialistas que no ocupan ninguna responsabilidad orgánica o institucional en el PSOE; para Navarro, esos afiliados no son nada ni nadie y sus opiniones no tienen la menor importancia para alguien tan importante como él. Debe saber Navarro, que lo que dice Alfonso Guerra respecto a los dirigentes del PSC lo pensamos miles de socialistas, aunque no se nos oiga o no se nos escuche porque, según él, no somos nadie. Nunca pensé que alguien que se denomina socialista valorara a las personas en función de lo que tienen y no en función de lo que son.

Alfonso Guerra y muchos con él siempre que hablamos de nuestro partido lo hacemos de una forma positiva y constructiva. Al lado de una opinión siempre se acompaña una propuesta que trata de remediar la situación negativa que percibimos. Quien sólo sirve para elogiar al que detenta el poder, ni para elogiar sirve. No estaría mal que mi compañero Navarro escuchara la voz de los que nada quieren y de los que tienen una idea de España que no excluye a nadie, y menos al PSC al que desearíamos ver pelear por la igualdad en Cataluña y nos por otras bagatelas nacionalistas.

Ante las opiniones formuladas por Alfonso Guerra respecto a las relaciones PSOE-PSC, Pere Navarro, SG del PSC-PSOE (a su pesar ese es el nombre del partido que él dirige) le respondió con descalificaciones del tipo “Guerra ya no es nadie en el partido socialista”. Esa misma respuesta, como se ve, llena de argumentos fue la que me dedicó a mí no hace mucho tiempo.

Pere Navarro Alfonso Guerra Cataluña PSC