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Las reformas electorales y el maestro armero
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

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Las reformas electorales y el maestro armero

Las propuestas de reformas electorales, al margen de sus pros y contras, requerirían de un amplio consenso político, así como de cambiar la Constitución, los Estatutos de Autonomía y la legislación

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía en funciones, Susana Díaz, en la segunda jornada del debate de investidura este martes. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía en funciones, Susana Díaz, en la segunda jornada del debate de investidura este martes. (EFE)

Susana Díaz ha propuesto el desbloqueo de las listas de candidatos así como que los comicios se celebren a doble vuelta. El mismo día, José Antonio Monago propuso realizar una consulta para ver si los extremeños están de acuerdo con que gobierne siempre la lista más votada.

Ambas propuestas merecen análisis que permitan escuchar todo tipo de opiniones porque cualquier reforma electoral tiene sus pros y sus contras. Ejemplos hay en distintos países como para que se tenga la posibilidad de comparar y comprar aquel sistema que se considere que mejora de manera significativa el que rige constitucionalmente en España y el que diseña la Ley Electoral General.

Desbloquear las listas que presentan cada partido o coalición es una propuesta que suena bien. Que cada elector pueda alterar el orden o tachar a quien no le guste aparenta ser más participativo que el “o lo tomas o lo dejas” del procedimiento actual.

El primer inconveniente surgiría cuando los defensores de la elección por el sistema de primarias de los candidatos a alcaldes, presidentes de CCAA o del Gobierno de España tengan que renunciar a esa fórmula que las listas abiertas arrojan por la borda. Salvo que se blinde al número uno de cada lista -como acaba de hacer Matteo Renzi en Italia- nadie tendría la seguridad de que ese número uno fuera a recibir más votos que el resto de candidatos de la lista que él encabezara.

Se acabaría con las Mociones de Censura, que mantienen la espada de Damocles encima del presidente del Gobierno

El segundo problema se plantearía cuando comenzara la rivalidad entre los integrantes de una misma lista para ver quién es el que gozaba de más predicamento entre los votantes. Rivalidad que puede ser limpia o que puede estar condicionada por intereses espurios que apuesten desde fuera con recursos económicos o mediáticos, a favor de unos candidatos en detrimento de otros menos cómodos o menos manejables para los intereses de quienes tratan de comprar y vender voluntades.

La propuesta de votar en una segunda vuelta entre los dos partidos o coaliciones que, sin haber obtenido mayoría absoluta, hayan obtenido los mayores porcentajes de votos, pone en manos de los electores la elección directa de los diversos Gobiernos locales, regionales y estatales. Independientemente de la bondad o no de la propuesta, lo que no admite la menor duda es que esa fórmula acaba con el sistema parlamentario que nos dimos en la Constitución española por el que los diputados reunidos en sesión plenaria, eligen al candidato que se someta a una votación de investidura. Se acabarían los acuerdos para dicha investidura y se iría a un sistema de mayorías absolutas parlamentarias. ¿Es eso lo que se pretende? Se acabaría con las Mociones de Censura, que sin ser un mecanismo que en la práctica posibilite el cambio de gobierno, sí mantienen la espada de Damocles encima del presidente del Gobierno, que siempre tiene presente que el parlamento que lo elige por el procedimiento actual lo podría cesar.

Avanzar por ese camino de doble vuelta y elección casi directa del presidente del Gobierno, abre el camino que conduce abiertamente a una República presidencialista, dejando atrás la Monarquía parlamentaria que rige ahora en nuestro actual sistema político. La doble vuelta, además, echa por tierra la propuesta popular de que gobierne la lista más votada.

Debe ser que los constituyentes se olvidaron de equiparar a los presidentes que lleven ocho años en el cargo con terroristas, delincuentes y sediciosos

La propuesta de la lista más votada también suena bien. Parece lógico que quien gana gobierna, siempre que entendamos que gobernar en democracia significa someter al Gobierno al control del parlamento y depositar en la soberanía nacional la facultad de elaborar las leyes y aprobar el presupuesto anual. “Que gobierne la lista más votada” funcionaría para saber quién sería el nuevo presidente pero no siempre abriría la posibilidad de gobernar. En un parlamento autonómico como el extremeño, pongamos por caso, suponiendo que el partido ganador obtuviera 26 escaños, el segundo 24, el tercero 10 y el cuarto 5, con la propuesta del presidente extremeño gobernaría el partido que obtuvo 26 diputados sobre un total de 65. Pero…¿Seguro que gobernaría? Si el PP apoyara la propuesta de que gobierne la lista más votada, no habría la menor duda de que Susana Díaz sería investida Presidenta de la Junta de Andalucía gracias a la abstención de los ‘populares’ que, por lo visto, en Andalucía no están por la labor.

Por último, en algunas Comunidades Autónomas se está legislando para limitar el mandato de los presidentes autonómicos y algunos apuestan también para limitar el mandato de alcaldes y presidentes del Gobierno del Estado. Esta doctrina se está abriendo camino en las direcciones de algunos partidos políticos que parece que quieren aspirar a gobernar pero avisando a los electores de que solo piensan hacerlo en el menor tiempo posible. El artículo 68.5 de la Constitución española dice que “son electores y elegibles todos los españoles que estén en pleno uso de sus derechos políticos”. La Constitución no pone ni tiempo ni límites. Es la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, la que declara ilegibles a los delincuentes que cumplen condena, a los sediciosos condenados por rebelión o a los terroristas. Debe ser que los constituyentes se olvidaron de equiparar a los presidentes que lleven ocho años en un mismo cargo con terroristas, delincuentes cumpliendo condena y sediciosos.

En cualquier caso, las propuestas de reformas electorales, además de un amplio consenso político, requerirían la reforma de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía, así como de la legislación electoral actual. Pero se da la circunstancia de que el PSOE va a refrendar cualquier acuerdo postelectoral que los socialistas hagan en España, salvo con Bildu y con PP. Sin el concurso del PP cualquier propuesta de reforma parecida a la que se predica en estos momentos está condenada al fracaso, por la sencilla razón de que cualquier reforma del texto constitucional exige el concurso de PP y de PSOE.

Susana Díaz ha propuesto el desbloqueo de las listas de candidatos así como que los comicios se celebren a doble vuelta. El mismo día, José Antonio Monago propuso realizar una consulta para ver si los extremeños están de acuerdo con que gobierne siempre la lista más votada.

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