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La falta de vacunas no es solo culpa de Bruselas
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Miriam González

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La falta de vacunas no es solo culpa de Bruselas

La compra de vacunas ha sido una estrategia ‘sin precedentes’ para la Comisión. Por eso, la culpa de este desastre no reside solo en Bruselas, sino también en los Estados miembros

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)
La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)

Los alemanes están que trinan con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Y con toda la razón. El plan de acceso a las vacunas de la Comisión ha sido un execrable ejemplo de mala gestión. Todo lo que podía haber salido mal ha ido mal: se tomaron las decisiones tarde, se puso poco dinero, se regateó incomprensiblemente en el precio, se optó por un número demasiado reducido de vacunas (y queda la sospecha de si se hizo para favorecer a las empresas francesas y alemanas), con lo cual nos quedamos sin margen en cuanto la producción de una falló. Por si eso fuera poco, al fallar la producción de esa vacuna, descubrimos que los contratos con las farmacéuticas tenían cláusulas ambiguas, más débiles que las de otros países.

Foto: España ya ha recibido 193.800 vacunas de AstraZeneca. (Reuters)

No contenta con haber estado al frente de todas esas calamidades, Von der Leyen ha seguido echándole lecha al fuego. Primero amenazó con restringir las exportaciones de vacunas, cosechando críticas hasta de la Organización Mundial de la Salud. De refilón, activó la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, y tuvo que dar marcha atrás ante las protestas tanto de Irlanda como del Reino Unido. Y para rematar dijo, con una torpeza pasmosa, que los británicos tienen más vacunas que nosotros porque el Reino Unido es ‘una lancha rápida’, mientras que la Unión Europea es ‘un tanque lento’. Craso error político, porque esa lentitud en la gestión es parte de lo que le echan en cara a Europa los ‘brexiters’, que están ahora aplaudiendo con las orejas al poder reivindicar que los británicos tienen vacunas antes que los europeos gracias a que se salieron de la Unión. La semana pasada, por fin, Von der Leyen aceptó en el Parlamento Europeo que la Comisión había reaccionado tarde. Pero siguió defendiendo que la compra se hiciese a nivel europeo, garantizando así la solidaridad entre todos los Estados miembros. No parece querer enterarse de que lo que se cuestiona no es el nivel al que se ha hecho la compra, sino cómo se ha gestionado esa compra. Y en particular, cómo la ha gestionado ella.

A nadie debería escapársenos la descomunal importancia de este fiasco. No tener dosis para realizar una vacunación masiva urgente significa condenar a la Unión Europea a no tener recuperación económica hasta mucho después que los países que vacunen más rápido. El retraso es ingente: mientras en España la mayoría de los de mayores de 80 años que no están en residencias no saben todavía cuándo les van a vacunar, en muchas zonas de Estados Unidos ya están vacunando a los mayores de 65 y en Israel están a punto de vacunar a los niños.

Foto: Jytte Guteland, en el Parlamento Europeo. (Parlamento Europeo/Jan Van de Vel)

Se ha filtrado que en una reunión del Gobierno alemán, el ministro de Finanzas ha definido la gestión de la Comisión como "una auténtica mierda". No es de extrañar que sean los alemanes los más preocupados por este desastre y por su enorme impacto económico, porque cada vez más son ellos los que llevan sobre sus hombros el esfuerzo de mantener económicamente a flote la Unión Europea. A los muchos países (además del nuestro) que son beneficiarios netos de la Unión, se les une ahora Italia. Y sigue sumando. La Unión Europea ahora mismo está cogida con alfileres.

Mientras tanto, el Gobierno de España sigue actuando como que con ellos no va la cosa. En las cuatro horas de comparecencia parlamentaria de la nueva ministra de Sanidad tras tomar posesión de su cargo, Carolina Darias no mostró ni un solo signo de preocupación por la actuación de la Comisión Europea. Al revés, le dio a la Comisión “todo nuestro apoyo”. Dijo que la campaña de vacunación “avanza a ritmo óptimo” (como lo oyen). Y alabó la estrategia europea como una estrategia “sin precedentes”. España va a recibir 6,7 millones de vacunas de Europa para los dos próximos meses. Para hacerse una idea de lo lejos que está esa cifra de la que debería ser, basta ver que en Estados Unidos la media ahora mismo es de 1,4 millones de vacunas al día. ¡Al día! Un solo vistazo a esa cifra debería ser suficiente para que a la ministra se le quitase de un plumazo su complacencia. A ella y al resto del Gobierno.

Es inconcebible que en las discusiones con los Estados miembros no se anticipasen los problemas de gestión

La compra europea de vacunas ha sido una estrategia ‘sin precedentes’ en el sentido más literal: algo totalmente nuevo para la Comisión. Y precisamente por eso la culpa de este desastre no reside tan solo en la Comisión, sino también en los Estados miembros. Es inconcebible que en las discusiones con los Estados miembros en que se aprobó esta nueva estrategia no se anticipasen los problemas de gestión que ahora han surgido. ¿Quién representó a España en esas reuniones? ¿Fue Sanidad? ¿O Exteriores? ¿O los dos? ¿Preguntaron si la Comisión tenía el personal necesario para llevar a cabo esa gran compra pública de forma eficiente? ¿Y la experiencia necesaria? ¿Evaluaron la posibilidad de tener que reforzar el equipo de la Comisión con expertos nacionales de manera urgente y 'ad hoc'? ¿Plantearon preguntas sobre si el servicio jurídico de la Comisión tenía los expertos para garantizar que no hubiese fallos en la redacción de los contratos? ¿Consideraron un plan B por si el primer plan fallaba? ¿Hicieron todas estas preguntas o leyeron el discurso acartonado habitual que se suele soltar en las reuniones europeas? ¿O quizá se quedaron callados asintiendo a lo que decían los franceses y los alemanes? ¿Y cuál es el plan ahora para reparar el terrible daño que esto hace a nuestras posibilidades de recuperación?

Es intolerable que, ante algo tan enormemente grave, a día de hoy, el Gobierno todavía no haya dado ni una sola respuesta a esas preguntas.

Los alemanes están que trinan con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Y con toda la razón. El plan de acceso a las vacunas de la Comisión ha sido un execrable ejemplo de mala gestión. Todo lo que podía haber salido mal ha ido mal: se tomaron las decisiones tarde, se puso poco dinero, se regateó incomprensiblemente en el precio, se optó por un número demasiado reducido de vacunas (y queda la sospecha de si se hizo para favorecer a las empresas francesas y alemanas), con lo cual nos quedamos sin margen en cuanto la producción de una falló. Por si eso fuera poco, al fallar la producción de esa vacuna, descubrimos que los contratos con las farmacéuticas tenían cláusulas ambiguas, más débiles que las de otros países.

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