En versión liberal
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La palabrería feminista del Gobierno
Una de las razones por las que la palabrería gubernamental tiene un efecto tan contraproducente en España es porque la oposición entra al trapo de las provocaciones
Toda acción provoca una reacción de igual magnitud y dirección pero de lado opuesto. En física es la Tercera Ley de Newton. En política, es la Primera Ley del Sentido Común: cualquier acción política, por positiva que sea, genera rechazo en un sector de la población. Acción-reacción. Por eso cuando se hacen reformas políticas hay que asumir la reacción negativa de algunos como un coste necesario para que el país avance.
Lo que no dijo Newton, porque no ocurre en física, pero sí en política, es que para que se produzca una reacción política negativa no siempre hace falta una acción positiva inicial. Las reacciones políticas negativas también pueden producirse como consecuencia de la mera palabrería, que es por lo que la palabrería suele ser contraproducente.
Un reciente ejemplo de palabrería contraproducente es la Estrategia de Política Exterior Feminista que el Gobierno publicó a bombo y platillo a principios de año. Treinta y tres páginas de palabrería sin ninguna acción concreta: ni sanciones para países que vulneran sistemáticamente los derechos fundamentales de las mujeres, que son derechos humanos; ni medidas prácticas para que el talento de las españolas diplomáticas se empiece a aprovechar plenamente. Las cifras no engañan: en España hay 93 embajadores hombres y 24 mujeres; pero a pesar de esas cifras, según un reciente informe del Tribunal de Cuentas, un 58% de los diplomáticos hombres creen ahora que ser hombre les perjudica para llegar a ser embajador. ¿Cómo es posible que lo piensen si claramente es entre tres y cuatro veces más probable llegar a ser embajador siendo hombre que siendo mujer? Pues por el efecto de la palabrería de género del Gobierno, que crea la ilusión ficticia de que se les apoya mucho más a las mujeres diplomáticas para que sean embajadoras, sin realmente hacerlo.
Algo parecido está ahora a punto de ocurrir con el borrador de Decreto sobre el currículo de Enseñanza Primaria en el que el Gobierno plantea un enfoque socioemocional con perspectiva de género en la enseñanza de matemáticas. Aumentar el número de mujeres y niñas que se dedican a las matemáticas en nuestro país es una imperiosa necesidad. No es ni siquiera una cuestión de género, sino de economía: en el siglo XXI prosperarán los países en los que se logre generar más talento STEM, que es la clave del éxito en la revolución tecnológica; simplemente, como sociedad, no nos podemos permitir que el talento matemático y STEM femenino se pierda.
El Gobierno podría haber hecho un análisis serio de lo que hacen los países en los que las niñas no se descuelgan de las asignaturas de matemáticas copiando en lo que se deba sus métodos. Y podría haber propuesto medidas prácticas y concretas (como aumentar el número de horas lectivas de matemáticas; complementar las enseñanzas básicas de matemáticas con actividades tecnológicas en la que los niños y niñas vean la aplicación práctica de la materia; y multiplicar los fondos dedicados a clases de apoyo para que nadie baje de un listón ambicioso de conocimiento y comprensión matemática en la educación primaria). Pero de momento todo es palabrería. ¿Cuál va a ser la consecuencia? De nuevo, una reacción negativa que no se verá compensada por acciones positivas concretas. No hay más que ver los innumerables comentarios despectivos que se han producido como consecuencia de la filtración del texto del Decreto. Incluidos los de la oposición, que ha calificado a la perspectiva socioemocional de género en matemáticas como una ‘solemne bobada’.
Los que dedicamos nuestro tiempo libre a que las niñas no dejen asignaturas de ciencias y deportes durante la adolescencia porque creen que ‘no son para ellas’ o que ‘son de niños’ a causa de los estereotipos de género, nos estamos ya apretando los cinturones para lidiar con la reacción negativa a esta nueva palabrería del Gobierno. La organización internacional que yo presido, 'Inspiring Girls', se dedica precisamente a ayudar a las niñas en ese campo. En tan solo cinco años hemos logrado extender la iniciativa a 26 países en cuatro continentes y nos la quitan de las manos. Porque se trata de ideas efectivas pero simples, que además están ejecutadas de manera sencilla. Y sobre todo porque se trata de hacer cosas positivas y tangibles y no solo de palabrería.
Somos muchos los que soñamos con el día en el que la oposición empiece a reaccionar con madurez, no con reacciones despectivas
Una de las razones por las que la palabrería gubernamental tiene un efecto tan contraproducente en España es porque la oposición entra sistemáticamente al trapo a todas y cada una de las provocaciones vacuas del Gobierno, como acaba de ocurrir con el borrador del Decreto. Somos muchos lo que soñamos con el día en el que la oposición empiece a reaccionar con madurez, no contestando a la palabrería del gobierno con reacciones despectivas, sino planteando propuestas concretas, sensatas y bien trabajadas, que es lo que el Gobierno no hace.
Progresar en materia de género requiere que el gobierno se centre en acciones reales y no en la palabrería. Tras casi dos años de legislatura, está ya más que claro que eso no va a ocurrir con este Gobierno.
Toda acción provoca una reacción de igual magnitud y dirección pero de lado opuesto. En física es la Tercera Ley de Newton. En política, es la Primera Ley del Sentido Común: cualquier acción política, por positiva que sea, genera rechazo en un sector de la población. Acción-reacción. Por eso cuando se hacen reformas políticas hay que asumir la reacción negativa de algunos como un coste necesario para que el país avance.