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¿A quién estorba Ciudadanos?
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Miriam González

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¿A quién estorba Ciudadanos?

Es cuanto menos curioso que la presión a la que se está sometiendo a Ciudadanos no se aplique a ningún otro partido político español

Foto: La nueva líder de CIudadanos, Patricia Guasp. (EFE/Víctor Lerena)
La nueva líder de CIudadanos, Patricia Guasp. (EFE/Víctor Lerena)
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A pesar de que Feijóo no parece tener prisa por hacerle una opa hostil a Ciudadanos, comentaristas de centro derecha llevan ya tiempo aconsejando que Ciudadanos se desintegre y se reintegre en el PP. Si en algún momento soñaron con un partido regenerador que liderase la modernización del sistema político que necesita España, ese sueño fue brevísimo. Ahora abogan por el retorno al bipartidismo. Hiperfragmentado, sí, pero con dos polos bien definidos: la izquierda con la izquierda y la derecha con la derecha, déjense de experimentos de centro.

Para aumentar la presión, presentan la autoinmolación de Ciudadanos como un acto de patriotismo nacional, un sacrificio que el electorado de centro debe hacer para evitar el colapso nacional provocado por Sánchez. Las continuas y desmesuradas exageraciones augurando "el fin de la democracia", comparando nuestra situación con la de Venezuela o condenando como ilegítimo al Gobierno por "pactar con terroristas" tienen como objetivo que los votantes de centro acepten votar al PP, a pesar de que el partido conservador sigue sin renovarse. La retórica hiperbólica irá ahora in crescendo para convencer a ese electorado de que se tape la nariz y hasta acepte "como mal menor" un acuerdo con Vox.

Foto: Guasp, en la clausura de la VI Asamblea de Ciudadanos. (EFE/Víctor Lerena)

Es cuanto menos curioso que la presión a la que se está sometiendo a Ciudadanos no se aplique a ningún otro partido político español. Ciudadanos ha cometido errores terribles, como haber desaprovechado una ocasión perfecta para reformar el país y haber dejado que Podemos llegue al poder. Pero muchos otros partidos, incluidos el PP y el PSOE, han cometido errores igual de graves e incluso muchísimo peores. Y, sin embargo, se les ha dejado recomponerse y barajar libremente sus opciones sin tener sobre sus hombros el falso peso de la "supervivencia del Estado español".

A Ciudadanos no se le permiten esos errores. Porque (a pesar de disfuncionalidades e incoherencias) ocupan, o al menos ocupaban, un espacio político de centro con el objetivo de reforma del sistema político. Y eso en España estorba. ¡Vaya si estorba!. ¿Y a quién le estorba? Pues a todos los que viven del bipartidismo español, un ecosistema de beneficio personal alterno que actúa como una hiedra parásita sofocando al país. Un número considerable de españoles, a lo largo de todo el espectro económico y social, se encuentran supercómodos en ese sistema. Prefieren vivir en una situación de vacas flacas, a sabiendas de que el péndulo les devolverá periódicamente un periodo de vacas gordas, a ver que el péndulo desaparece y se tienen que buscar la vida no sobre la base de la alternancia, sino sobre la de su mérito personal.

Ciudadanos nunca debió haberse olvidado de que la reforma y modernización del sistema político es su objetivo singular y primordial. Cuando, cegados por las perspectivas de poder inmediato, se interesaron más por los puestos que por la modernización política, empezaron a perder el norte. Ahora acumulan golpes electorales brutales y quizá desproporcionados. Harían bien en poner las cosas en perspectiva: ¿de verdad se pensaban que iban a ponerles una alfombra roja para desmantelar el mugriento sistema de clientelismo bipartidista que impera en España? Fracasar, tener que recomponerse y operar a largo plazo es lo normal cuando el objetivo es de tal envergadura.

"Ciudadanos nunca debió haberse olvidado de que la reforma y modernización del sistema político es su objetivo singular y primordial"

Volver a poner la modernización del sistema político en el eje central del electorado es esencial, porque es la clave de casi todos los problemas de España. Nuestra economía no tira, a pesar de las ingentes transferencias periódicas de fondos del norte de Europa, porque una gran parte de nuestros recursos se utiliza directa o indirectamente para sufragar las redes clientelares bipartidistas. La insoportable burocracia española frena las inversiones y la iniciativa privada, pero no se logra desmantelar porque es el escudo de protección del clientelismo. El talento se nos va porque cada vez hay más españoles que ven que fuera de nuestra frontera no hay que someterse al todopoderoso poder político español para tener oportunidades. Hasta el independentismo sería menor si nuestro sistema político fuese más limpio, eficaz y ágil. No se puede avanzar si el qué hay de lo mío prevalece sistemáticamente sobre el interés general.

Un plan detallado y específico de modernización del sistema político con controles y garantías básicos es la condición que Albert Ribera debió haberle impuesto a Sánchez para entablar un acuerdo en 2019. Es la condición que debería imponer Ciudadanos a Feijóo antes de entrar en ninguna conversación. Es el objetivo que tiene que perseguir el electorado de centro. Independientemente de que se gane o pierda una elección. De quién sea líder. De las siglas del partido. O incluso de que se haga desde Ciudadanos o desde un partido nuevo. Ese es el espacio electoral correcto. El más importante para el país. Y de ahí no hay que moverse ni un solo milímetro.

A pesar de que Feijóo no parece tener prisa por hacerle una opa hostil a Ciudadanos, comentaristas de centro derecha llevan ya tiempo aconsejando que Ciudadanos se desintegre y se reintegre en el PP. Si en algún momento soñaron con un partido regenerador que liderase la modernización del sistema político que necesita España, ese sueño fue brevísimo. Ahora abogan por el retorno al bipartidismo. Hiperfragmentado, sí, pero con dos polos bien definidos: la izquierda con la izquierda y la derecha con la derecha, déjense de experimentos de centro.

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