Es noticia
Lo que los jóvenes tienen que saber sobre la corrupción
  1. España
  2. En versión liberal
Miriam González

En versión liberal

Por

Lo que los jóvenes tienen que saber sobre la corrupción

Empezamos a compartir con los países en vías de desarrollo el haber desdibujado los límites de lo que es permisible y lo que no

Foto: Foto: EFE/José Manuel Vidal.
Foto: EFE/José Manuel Vidal.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

A nadie le puede extrañar que haya jóvenes que ni siquiera crean que hacer política sin corrupción sea posible. Es lo que tiene vivir con la corrupción como telón de fondo. Yo tengo casi 55 años y no he conocido un solo partido gobernante después de la UCD que no tuviera y/o intentara tapar casos de corrupción (y eso sin contar con que es imposible que en la UCD no la hubiera). Se ha internalizado la corrupción tan a menudo que ya solo nos llama la atención si viene acompañada de otros elementos sórdidos, como ocurre con la prostitución en el caso Mediador.

Claramente, no estamos al nivel de los países en vías de desarrollo, en los que la corrupción administrativa impregna el día a día de los ciudadanos. Pero lo que sí que empezamos a compartir con los países en vías de desarrollo es el haber desdibujado los límites de lo que es permisible y lo que no. Nos empieza a fallar no solo la práctica, sino también los principios.

Los españoles no somos corruptos por naturaleza. La corrupción no es genética

Estas son cinco cosas que deberían tener claras los jóvenes españoles para poder deshacerse de una vez por todas de la corrupción:

1- Los españoles no somos corruptos por naturaleza. La corrupción no es genética. No se hereda. Y, por supuesto, el nivel de corrupción del país no depende de que en España reinara hace siglos la picaresca. Depende de la ética personal de cada uno de nosotros aquí y ahora. Dejar de tolerar la corrupción es una decisión que empieza siempre por uno mismo: el que haya españoles que excusen la corrupción no quiere decir que los jóvenes también tengan que hacerlo.

2- La corrupción implica un beneficio indebido, no solo monetario, tanto directo como indirecto, para el corrupto o para terceras personas. Todo eso es lo que cubre la definición de Naciones Unidas y del Consejo de Europa. Pero es que además es de sentido común. Da lo mismo que se beneficien en dinero o en especie. Y que sea para ellos, para sus familias, para sus amigos, para sus partidos o para un señor que pasaba por allí (y sí, el clientelismo es una forma más de corrupción). Cuando un político dice, como ha ocurrido con el presidente del Gobierno, que un corrupto es una persona "justa" porque ha beneficiado indebidamente a su partido, pero no se ha enriquecido personalmente, lo que tiene es una empanada mental de valores muy, pero que muy preocupante.

3- Hay que desconfiar de los políticos que dicen que en su partido "no hay corrupción". En todo grupo de personas hay siempre un porcentaje de gente que no es ética. En política, también. Es imposible garantizar que no haya corruptos en los partidos políticos. Lo que es posible es prevenir la corrupción. Y atajarla en cuanto se descubre, en vez de intentar taparla, que es lo que hacen tan a menudo los partidos políticos en España.

Proteger a un corrupto es algo inaceptable: la corrupción es una actividad criminal y proteger a un corrupto es proteger a un criminal

4- Cuando el líder de un partido mantiene en sus cargos y/o acepta como candidatos en sus listas a políticos encausados por actos de corrupción (a veces, incluso a las puertas del juicio oral, como está ocurriendo en el PP y en el PSOE), es porque esos políticos podrían tirar de la manta y destapar más casos o implicar a otros. Ningún líder o partido protege o tapa a un político corrupto si no es a cambio de su silencio. Proteger a un corrupto es algo inaceptable: la corrupción es una actividad criminal y proteger a un corrupto es proteger a un criminal.

5- La corrupción no se arregla simplemente metiendo a unos cuantos corruptos en la cárcel. Los países con menos corrupción hacen tres cosas básicas: (i) protegen al máximo a los que denuncian la corrupción; (ii) tienen organismos específicos independientes para luchar contra los corruptores, (iii) e ¡importantísimo!, criminalizan no solo la corrupción sino también el que alguien que hubiera debido y podido descubrir y denunciar esa corrupción no lo haya hecho. Esa es la fórmula mágica para cambiar las cosas. Porque hay que poner la responsabilidad no solo en el corrupto, sino también en el corruptor y los superiores (tanto del corrupto como del corruptor) que hacen la vista gorda. Todo lo que se requiere para limpiar el sistema político español es aplicar esa fórmula. Ya lo han probado otros y funciona. No es tan difícil, es solo cuestión de voluntad política.

Luchar contra la corrupción no es solo una cuestión de ética. La corrupción es un serio lastre para nuestra economía. A ningún joven se le debería escapar el hecho de que los países democráticos más limpios son los más prósperos. Para que los jóvenes españoles puedan tener oportunidades económicas reales en un país democrático próspero, hay que cambiar muchas cosas, pero una de las más básicas es dejar de aceptar toda la corrupción latente que todavía tenemos en España.

A nadie le puede extrañar que haya jóvenes que ni siquiera crean que hacer política sin corrupción sea posible. Es lo que tiene vivir con la corrupción como telón de fondo. Yo tengo casi 55 años y no he conocido un solo partido gobernante después de la UCD que no tuviera y/o intentara tapar casos de corrupción (y eso sin contar con que es imposible que en la UCD no la hubiera). Se ha internalizado la corrupción tan a menudo que ya solo nos llama la atención si viene acompañada de otros elementos sórdidos, como ocurre con la prostitución en el caso Mediador.

Fiscalía Anticorrupción
El redactor recomienda