Es noticia
Los ricos de Yolanda Díaz
  1. España
  2. En versión liberal
Miriam González

En versión liberal

Por

Los ricos de Yolanda Díaz

El problema que tenemos con los ricos españoles es justo el contrario del que tienen en Estados Unidos: la mayoría de ellos permanecen impasibles mientras el país pierde prosperidad y se desestabiliza

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz. (Europa Press/Diego Radamés)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz. (Europa Press/Diego Radamés)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La vicepresidenta segunda en funciones ha recibido un merecidísimo chaparrón de críticas por sus comentarios sobre los ricos. Pero, aunque lo haya explicado fatal, esa corriente de americanos uber-ricos que se preparan para la destrucción del mundo, como ella decía, existe. Y lo de los búnkeres es la parte menos preocupante de su ideología.

Aunque Díaz ha mezclado churras con merinas (que qué tendrá que ver lo de los cohetes y los búnkeres con un desarrollo tecnológico como el metaverso), es cierto que un grupo importante de uber-ricos lleva ya tiempo considerando sitios donde escapar si hay un acontecimiento apocalíptico. No son necesariamente los ricos conocidos del mundo tech (aunque alguno lo es), sino sobre todo los ricos que lo financian. Algunos lo llaman la ‘mafia de PayPal’, pero ni están todos los que son ni son todos los que están. Y, como apuntaba la vicepresidenta, algunos han construido búnkeres, otros han contratado a equipos de marines americanos para proteger esos búnkeres, etc. También tiene razón Díaz, aunque lo vuelva a explicar mal, cuando sugiere que, en principio, la idea de Musk era la de descubrir otros planetas donde los humanos (o más específicamente algunos humanos) puedan vivir si el nuestro deja de ser habitable.

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz. (Reuters/Isabel Infantes)

La visión catastrofista de ese grupo de uber-ricos se extiende también a la filantropía. Practican el altruismo efectivo que surgió en la Universidad de Oxford y que básicamente implica apoyar causas a muy largo plazo para contrarrestar la amenaza de la aniquilación de la humanidad, en vez de ayudar a aliviar los problemas del momento. No les preocupa demasiado el medioambiente porque han calculado que hay lugares como Nueva Zelanda que sobrevivirían a una posible destrucción medioambiental (de ahí la torpe referencia de Yolanda Díaz a ese país). Pero, por ejemplo, invierten en construir refugios contra ataques de futuras armas bioquímicas en vez de aliviar la pobreza actual en África (¡o en San Francisco!). Y, no, no se trata de ayudar a salvar a toda la humanidad, sino a los que tienen el conocimiento necesario para asegurar la continuación de la humanidad.

Ya sé que suena a ciencia ficción, pero también están invirtiendo en ciudades utópicas. Son ciudades ideales autónomas basadas en el cripto y los avances tecnológicos. Pero, sobre todo, son ciudades ultralibertarias (que es lo que dicen que son ellos) sin gobiernos, legislación antimonopolios, regulaciones, normas o interferencia de políticos. Si tienen curiosidad, busquen en Google la Praxis Society (aunque no es la única ciudad que están considerando). Praxis es un plan de ciudad utópica localizada en una isla indeterminada del Mediterráneo que es solo para la gente adecuada (los cool, los inteligentes, los productivos, etc.).

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero. Al fondo, Enrique Santiago. (EFE/Kiko Huesca)

El hilo conductor de todo esto es la convicción por parte de esos uber-ricos de que ellos son superiores a los demás y no solo en lo suyo, sino en todo. Aunque se autodefinen como libertarios, lo que más les define es el narcisismo. Se ven a sí mismos como los constructores de la sociedad (de hecho, están obsesionados con presentarse como builders) ¡Y, por cierto, son todos hombres! Como cada vez se cortan menos, ya se empiezan a calificar a sí mismos como aristócratas naturales de la sociedad. Se ven como los que tienen auténtico talento, como han demostrado con creces en sus exitosas empresas e inversiones. Por ello, se creen llamados a ejercer las tareas de liderazgo. Y alguno argumenta mesiánicamente que, cuando los países han sido tomados por la burocracia y los intereses políticos, el deber de aquellos que realmente saben (those who know better) es dar un paso adelante. A lo que realmente aspiran es a una sociedad oligárquica.

Por fortuna, los ricos de España no son para nada como esos ricos. Para empezar, tenemos menos de una docena de ricos a ese nivel. Pero, además, nuestros ricos tienen la cabeza bastante bien puesta en su sitio. No se construyen búnkeres, sino que se compran pazos, cortijos, casoplones y fincas. Si hay alguna regla que les molesta suele ser la de los impuestos. Y disfrutan más de una buena lubina salvaje que de una ciudad sin Gobierno. No practican altruismos catastrofistas, sino que dan becas, equipamiento médico, y ayudan a proyectos caritativos. Ninguno de ellos va por ahí pensando que, porque hayan levantado un imperio textil, o cualquiera de sus grupos empresariales, están más cualificados que los demás para decidir el rumbo que tiene que tomar la sociedad. Y, aunque a algunos les guste el respeto social (¡a quién no!), no suelen sentirse superiores a los demás, o al menos no lo demuestran.

Foto: María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (EFE/Lizón)

El problema que tenemos con los ricos españoles es justo el contrario del que tienen en Estados Unidos: la mayoría de ellos permanecen impasibles mientras el país pierde prosperidad y se desestabiliza. Claramente, nos iría mucho mejor si todos nuestros ricos aceptaran que no es suficiente dedicarse solo a lo suyo y que hay que contribuir implicándose a fondo en el futuro del país y no solo apoyando causas caritativas. Pero, aunque podrían hacer mucho más, lo cierto es que, mirándolo en conjunto y sobre todo comparativamente, en España tenemos bastante suerte con nuestros ricos. Y, desde luego, tenemos mucha más suerte con nuestros ricos que con nuestros políticos.

La vicepresidenta segunda en funciones ha recibido un merecidísimo chaparrón de críticas por sus comentarios sobre los ricos. Pero, aunque lo haya explicado fatal, esa corriente de americanos uber-ricos que se preparan para la destrucción del mundo, como ella decía, existe. Y lo de los búnkeres es la parte menos preocupante de su ideología.

Yolanda Díaz
El redactor recomienda