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Las liebres de Sánchez
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Miriam González

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Las liebres de Sánchez

A Pedro Sánchez hay que reconocerle que es un maestro en estrategia política. Es impresionante la cantidad de veces que el presidente suelta una liebre y toda la oposición corre entusiasmada detrás de ella

Foto: Pedro Sánchez, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)
Pedro Sánchez, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)

Estas son las dos preguntas que se le deberían haber planteado al presidente del Gobierno en su comparecencia en el Congreso sobre el Plan de Acción para la Democracia:

Primera: han pasado casi cuatro meses desde que los españoles tuvimos constancia de que no tenemos reglas para evitar apariencias de conflictos, de que no tenemos sistemas de prevención de conflictos y desde que supimos que la Ley de Conflictos del 2015 es demasiado permisiva con respecto a conflictos con intereses de familiares. El presidente del Gobierno no ha corregido esas deficiencias. ¿Cuándo las va a corregir y cómo?

Segunda: han pasado cinco meses desde que los españoles tuvimos constancia de que el Gobierno tiene asesores cuyos currículos no se corresponden con la función que se espera de ellos. Pero seguimos sin que el presidente del Gobierno haya explicado si han comprobado que no hay más asesores en esa situación. No se han publicado los currículos de todos los asesores que han contratado. Y no se han dado explicaciones sobre cómo se adecuan esos currículos a las funciones que les han encomendado. ¿Cuántos meses necesita el presidente para hacerlo?

Son dos preguntas pertinentes, simples y concretas, pero nadie las hizo. En lugar de ello, la oposición volvió a tropezarse con el batiburrillo de temas que presentó Pedro Sánchez. ¿Resultado? Que el presidente se fue otra vez de rositas. Plus ça change.

El riesgo de que la amenaza de Sánchez a los medios se convierta en realidad es mínimo, el sistema internacional se pone alerta

A Pedro Sánchez hay que reconocerle que es un maestro en estrategia política. Es impresionante la cantidad de veces que el presidente suelta una liebre y toda la oposición corre entusiasmada detrás de ella. Lo hizo de nuevo en el Congreso soltando la liebre de los bulos y medios de comunicación. Para darse cuenta de que lo de los medios es una maniobra de despiste, basta con leerse el Reglamento de la Unión Europea de Libertad de los Medios de Comunicación. Por muchas artimañas que pueda querer hacer el presidente, ese Reglamento no le permite restringir la definición de lo que es un 'servicio de un medio de comunicación', ni discriminar en la publicidad institucional. Al revés, le fuerza a Sánchez (y a los demás políticos) a hacer algo que no ha hecho hasta ahora: explicar qué dinero da (no presupuesta, sino que da) a cada medio (no a las agencias, sino a los beneficiarios últimos, a cada medio), incluidas las empresas públicas. Y además le fuerza a que los nombramientos en los medios de comunicación públicos sean abiertos, objetivos e imparciales (¡tiembla RTVE!).

El riesgo de que la amenaza de Sánchez a los medios se convierta en realidad es mínimo. A poco que la oposición haya hecho labor internacional, habrá comprobado lo que hemos visto los demás: hay tanta sensibilidad a nivel global sobre la libertad de expresión, que en cuanto avisas a algunas organizaciones claves de que Pedro Sánchez habla de pseudomedios y de redefinir lo que es un medio de comunicación, el sistema internacional se pone en alerta. La reputación internacional del presidente ha sufrido recientemente un duro golpe y cotiza a la baja. Por muy dolido que esté con los medios, Sánchez sabe que lo último que necesita es otra caída reputacional internacional a cuenta de algo tan sagrado como la libertad de expresión.

En toda democracia hace falta una oposición efectiva, por eso, tienen que dejar de correr tras las liebres, ir al grano y centrarse

La principal pregunta sobre medios de comunicación que se le debería haber hecho en el Congreso a Sánchez es la siguiente: ¿Cómo se atreve, presidente, a hablar de que los medios de comunicación tienen que cumplir con sus códigos deontológicos cuando ni usted ni su Gobierno se han sometido a un código deontológico, un Código Ético, específico para el Gobierno? ¿Con qué credibilidad les exige a los medios hacer cosas que usted no hace?

En todo sistema democrático hace falta un poder judicial realmente independiente, una prensa libre, una sociedad civil fuerte y una oposición efectiva. Para ser efectiva, la oposición tiene que dejar de correr tras las liebres que les suelta el Gobierno, ir al grano y centrarse.

Estas son las dos preguntas que se le deberían haber planteado al presidente del Gobierno en su comparecencia en el Congreso sobre el Plan de Acción para la Democracia:

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