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Los ricos y el millón de euros de Rubalcaba
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

Los ricos y el millón de euros de Rubalcaba

El día de la marmota. Película inolvidable cuyo título casi siempre viene al pelo para cualquier artículo… sobre todo si se trata de hablar de Rubalcaba.

El día de la marmota. Película inolvidable cuyo título casi siempre viene al pelo para cualquier artículo… sobre todo si se trata de hablar de Rubalcaba. Lo del candidato socialista asegurando en el diario El País “yo no soy ése” tiene gracia y delito. Puesto a dedo como portavoz del PSOE en el Congreso primero, vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior después, ministro Portavoz más tarde y, finalmente, ungido candidato sin mediar palabra, no es quien para dar ejemplo. Rubalcaba puede tener tensas relaciones con el presidente Zapatero, pero lo que obvia es que hasta julio (estamos en septiembre) fue partícipe y colaborador necesario de todas y cada una de las políticas del todavía presidente del Gobierno.

Desde sus reuniones secretas con la banda terrorista hasta el hundimiento económico. Uno no se puede esconder de su sombra, aunque quiera, a no ser que sea Peter Pan. Rubalcaba se presenta ante el electorado como un hombre sin pasado, sin pasado reciente, pero sobre todo de izquierdas y cercano al ciudadano. De ahí el Skoda rojo. Y de ahí también la resurrección el Impuesto de Patrimonio. Un impuesto que grava todas y cada una de las viviendas que uno posee, los depósitos a plazo, las acciones, los fondos de pensiones… Por ejemplo, si eres Joan Ridau (ERC) pagas por las siete casas; si eres Rajoy, por las tres que constan en su declaración de bienes; y si eres Rubalcaba, por la vivienda que comparte con su mujer en régimen de gananciales, y por el millón de euros.  

Dice Rubalcaba que le ha pedido al presidente del Gobierno que reinstaure el Impuesto de Patrimonio con algunas modificaciones. Podríamos decir que quiere un impuesto a la carta: sin que paguen las clases medias y que los ingresos se queden en las arcas del Estado –nada de transmisión a las CCAA como hasta el 2008-. Asegura Rubalcaba en los micrófonos de RNE que “aquellos que tienen 6, 7 u 8 millones de euros, tienen que hacer algo para ayudar a los jóvenes en paro, y que con el dinero que recaude, pondrá a los jóvenes a trabajar”. Pasmoso.

El candidato no es uno de esos ricos 

En primer lugar, es llamativo que rico ya no sea una persona que tiene un millón de euros en metálico como él. En segundo lugar, que el objetivo de su programa sea velar por “los jóvenes”, así, en general, sin un plan. Y tercero y más preocupante, la reactivación del Impuesto del Patrimonio, lo que supone un nuevo giro de este Gobierno obligado, ahora más que nunca, a ofrecer solvencia. Rubalcaba ha acabado con la poca reputación que le quedaba al PSOE, cuyos cargos huyen despavoridos de los periodistas siempre que se enteran de la última ocurrencia del candidato, que les obliga a votar lo contrario que hace apenas unos meses.

Al obligar al presidente del Gobierno a reactivar el Impuesto del Patrimonio, Rubalcaba quiere demostrar que Zapatero está muerto, que él manda en el Gobierno y que sucederá a ZP sea cuál sea el resultado electoral. No está pensando en la economía española, ni en el déficit público, ni en el bienestar de la sociedad en un momento tremendo de la vida nacional. 

El PSOE ha gobernado durante ocho años en los que ha demostrado que sabe subir impuestos e inventar todo tipo de programas en los que gastar ingentes cantidades de dinero sin utilidad aparente. Ahora toca un cambio serio en la forma de gobernar. Toca recortar, sacrificarse, pedir esfuerzo y trabajo; toca, en fin, convertirnos en un país serio que gasta lo que tiene y no sigue endeudándose, y que acaba con programas de gasto en vez de encontrar la forma más demagógica de buscar ingresos para una administración que se ha convertido en el obstáculo más serio para nuestro desarrollo y prosperidad.  Siento un déjà vu… el día de la marmota, otra vez.

El día de la marmota. Película inolvidable cuyo título casi siempre viene al pelo para cualquier artículo… sobre todo si se trata de hablar de Rubalcaba. Lo del candidato socialista asegurando en el diario El País “yo no soy ése” tiene gracia y delito. Puesto a dedo como portavoz del PSOE en el Congreso primero, vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior después, ministro Portavoz más tarde y, finalmente, ungido candidato sin mediar palabra, no es quien para dar ejemplo. Rubalcaba puede tener tensas relaciones con el presidente Zapatero, pero lo que obvia es que hasta julio (estamos en septiembre) fue partícipe y colaborador necesario de todas y cada una de las políticas del todavía presidente del Gobierno.

Alfredo Pérez Rubalcaba