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Los muertos que Fernández Ordóñez esconde en el armario
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

Los muertos que Fernández Ordóñez esconde en el armario

El gobernador del Banco de España es un economista y alto funcionario del Estado con gran predicamento en la izquierda. En las filas de la derecha

El gobernador del Banco de España es un economista y alto funcionario del Estado con gran predicamento en la izquierda. En las filas de la derecha tampoco tenía mala reputación, pues su desempeño como presidente del Tribunal de la Competencia en los estertores de la última legislatura de Felipe González, le había situado como alguien encuadrado en el ‘ala liberal’, aunque fuera el ‘ala liberal’ de la izquierda. No deja de ser triste que haya sido su actual responsabilidad, la más importante de todas, la de gobernador del Banco de España, la que le haya traído una avalancha de críticas (bien fundadas en su mayoría) y un deterioro grave de su reputación.

En la ‘Era Zapatero’, Miguel Angel Fernández Ordóñez (MAFO) abandonó la SER para ser nombrado Secretario de Estado de Hacienda por su amigo Pedro Solbes. Solo estuvo dos años en el puesto hasta que Caruana terminó su mandato al frente del Banco de España y lo sustituyó. No fue un nombramiento usual. El Banco de España es una de las pocas instituciones (la única, en realidad) que PP y PSOE han considerado casi sagradas. El nombramiento del gobernador siempre había sido respetado por todos, y en el paquete, el Ejecutivo de turno nombraba un subgobernador que, sin ser militante del partido en la oposición, era alguien próximo a ésta. Por primera vez, el nombramiento de MAFO rompió esta sana tradición, lo que propició la primera gran bronca entre el Gobierno y PP.

Esa operación política sacaba a la luz un sectarismo sorprendente en MAFO, alguien que había dado pocas muestras de ello. Pero ante todo y sobre todo, era de una torpeza extraordinaria. Al final, el inaudito órdago le ha hecho responsable único de todo lo ocurrido en un sector que ni era el más sano del mundo ni nada que se le pareciese. Compartido, el poder es menos poder, pero en los momentos críticos ayuda tener a otros en el barco. MAFO quiso toda la gloria y he aquí que se la ha encontrado de bruces. Ha tenido que reestructurar el "mejor" sistema financiero del mundo en medio de la peor crisis financiera de las últimas décadas. Su reforma fue apoyada por el PP, que desde el primer momento se entendió que lo importante para España era salvar los bancos costase lo que costase. Y ha costado varios disgustos. El último, el de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), ha sido la gota que ha colmado el vaso. 

Al gobernador se la calienta la lengua

Es suficientemente grave que hayamos descubierto tarde y mal la situación. Pero que nadie tenga responsabilidad, que nadie pague los platos rotos, es imperdonable para el futuro de un sector tan esencial para la economía

Dos años después de iniciada la reestructuración bancaria, resulta que una de las cajas de ahorros más grandes era un pufo de tamaño catedralicio. El Banco de España no se había enterado, sus supervisores tampoco, sus economistas e interventores menos aún. Y quiero pensar que no se enteraron porque estaban demasiado ocupados en el resto de la reestructuración. ¿O lo sabían y no lo dijeron? ¿O pretendieron dejar que el pufo de los gestores de la CAM llegase a tal punto que le explotara a Mariano Rajoy en las manos porque es una caja de la comunidad valenciana?

Francamente, no fueron de recibo las declaraciones del gobernador del Banco de España el viernes pasado comparando la CAM con un muerto. El muerto nos lo ha dejado él a todos los españoles. La responsabilidad del Banco de España es la de velar porque las cuentas de un sector tan “importante y delicado” estén claras. Las normas las puso él. Tiene a grandes profesionales para hacerlas cumplir.

Pero con ser reprobable que a estas alturas de la película sigamos descubriendo entidades financieras insolventes y mal gestionadas (“es la última”, promete el gobernador), no es eso lo peor. Lo peor es que los gestores incompetentes no han sido perseguidos por los reguladores y los felones no han sido llevados ante los jueces. Es suficientemente grave que hayamos descubierto tarde y mal la situación. Pero que nadie tenga responsabilidad, que nadie pague los platos rotos, es imperdonable para el futuro de un sector tan esencial para la economía. No parece de recibo que a estas alturas nos enteremos de las indemnizaciones de algunos altos ejecutivos de las cajas (la gallega es la última) con la que está cayendo y que el BdE les diera el visto bueno.

Algunos, muchos, se han pasado la vida trabajando por este sector a cambio de nada, sin sueldos ni horarios, por vocación y cariño a sus ciudades de origen. Que quede claro: ni todos son iguales, ni el gobernador del BdE tiene que confundirlos ante la opinión pública.

El gobernador del Banco de España es un economista y alto funcionario del Estado con gran predicamento en la izquierda. En las filas de la derecha tampoco tenía mala reputación, pues su desempeño como presidente del Tribunal de la Competencia en los estertores de la última legislatura de Felipe González, le había situado como alguien encuadrado en el ‘ala liberal’, aunque fuera el ‘ala liberal’ de la izquierda. No deja de ser triste que haya sido su actual responsabilidad, la más importante de todas, la de gobernador del Banco de España, la que le haya traído una avalancha de críticas (bien fundadas en su mayoría) y un deterioro grave de su reputación.