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La crisis 1.0
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María Antonia Trujillo

Fuera de Gobierno

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La crisis 1.0

Bienvenidos a la crisis 1.0. La primera crisis digital. La primera crisis opinada y opinable de la economía moderna. Directa a sus pantallas en tiempo real.

Bienvenidos a la crisis 1.0. La primera crisis digital. La primera crisis opinada y opinable de la economía moderna. Directa a sus pantallas en tiempo real. Ajústense bien los cinturones, pues ninguna de las experiencias del pasado nos sirve. Hoy podemos consultar en tiempo real las opiniones de los expertos, los cuasi expertos, los aficionados y sus padawans. Y las del resto de los ciudadanos de a pie. También podemos conocer todo tipo de datos, públicos y privados, al instante. Y, por supuesto, también podemos opinar y crear opinión. Vivimos en un entorno en red.

Esto supone un gran cambio en la capacidad humana para leer, procesar, pensar y opinar, sobre el que todo tipo de expertos debate y nadie se pone de acuerdo. Mientras, el poder de Internet continúa. Es el poder de la sociedad de la información. Como en cualquier sistema caótico, lo pequeño se hace grande, lo pequeño se abre a cualquier parte del mundo. Lo pequeño, en definitiva, adquiere poder.

El ciudadano ya no es sin más el sujeto pasivo de determinadas decisiones. Es un sujeto activo. Es un ciudadano en red. Tal y como dijo Morfeo, hay dos caminos: o tomar la pastilla azul y seguir en Matrix, percibiendo lo que algunos quieren que veamos, o tomar la pastilla roja y ver con nuestros propios ojos la cruda realidad.

Vivimos una grave crisis económica y la red se ha convertido en el mayor canal de información sobre economía, en general, y sobre esta crisis, en particular. Estamos ante un gran agujero económico creado por la difusión a escala mundial de unos productos financieros, altamente rentables y presuntamente seguros, que se han transmitido de unas entidades a otras. Es el juego de la silla, todos dan vueltas y la música ha dejado de sonar. La crisis financiera se ha trasladado a la economía real, disminuyendo o cerrando, por falta de liquidez, la financiación a las empresas que, a su vez, cierran o disminuyen su actividad, provocando un aumento del número de desempleados.

Dicen que estamos ante una crisis de confianza. Y por eso, el Estado aprueba sus planes de intervención en los mercados, de nacionalización, de rescate, para dar garantías y seguridad al sistema, es decir, para devolver la confianza entre los bancos y para que vuelva a circular el crédito. 700.000 millones de dólares por aquí o 50.000 millones de euros por allá. Así de sencillo. Así de fácil. ¿Seguro?

No, desafortunadamente, no. No sirven las recetas del pasado para las crisis del presente. Vemos que no están siendo efectivas las decisiones adoptadas hasta el momento. Ni tan siquiera la flexibilización del mercado laboral que algunos siempre piden en cada crisis como el maná que hará crecer de nuevo sus cuentas de resultados es la mejor respuesta. Hace dos años, decía Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en una conferencia impartida en el Club Siglo XXI de Madrid, que “El modelo actual, tanto el de producción como el de redistribución, está entrando en crisis. Estamos pasando a un nuevo modelo de economía, a un nuevo modelo de producción, a un nuevo modelo de empresa, a un nuevo modelo de sistema financiero, a un nuevo modelo de información, a un nuevo modelo de privacidad, a un nuevo modelo de familia. En definitiva, la nueva sociedad comienza a alterarlo todo. Estamos asistiendo a una nueva sociedad donde el futuro ya no se presenta lineal, lento, certero y previsible. Ese futuro, que ya casi siempre es presente, se presenta traicionero, imprevisible, de sopetón, a saltos y a sobresaltos. Nadie está seguro de nada, y nadie sabe cómo será mañana”

Y es que en esta crisis se han olvidado de quienes tienen un peso capital. Se trata del ciudadano. Es el ciudadano el que ha perdido la confianza. Los ciudadanos han tomado la pastilla roja.

Ya no compran pisos. Y aunque el Gobierno compre activos no tóxicos a las entidades financieras para que éstas -¿será verdad?- den créditos a los promotores para que finalicen sus promociones o inicien nuevas, los ciudadanos no comprarán viviendas. Simplemente, no quieren pagar ese precio. Saben que son más baratas. ¡Que se las quede el banco! Un paseo por la Red lo confirma.

Los ciudadanos han dejado de invertir en la bolsa y en fondos que no comprenden y que les atemorizan. Han dedicado su ahorro -en el caso de que lo tengan- a eliminar el máximo posible de carga hipotecaria por miedo al Euribor feroz que sigue subiendo a pesar de la bajada de los tipos de interés. Han diversificado sus ahorros entre diferentes entidades antes y después de incrementar de 20.000 a 100.000 euros el Fondo de Garantía de Depósitos. Están retrasando la compra del vehículo y viajan menos. En definitiva, han disminuido su consumo. Y eso se nota. Pasen y vean en la Red quienes no lo hayan hecho ya. Los ciudadanos deciden y los ciudadanos en Red lo cuentan.

Creo que la mejor respuesta a la crisis, aunque, por obvia, frecuentemente ignorada, es la mejora de cada uno de nosotros, del individuo, de los que integramos esa Red. Ignoren a su vecino el listillo. Aprendan todo lo que puedan. Observen con sentido crítico. Lean y escuchen. Opinen y difundan. Contrasten. De esta interacción saldremos todos beneficiados. No esperen a que la solución llame a su puerta o se la entreguen llave en mano. Búsquenla. Hoy el poder lo tiene el individuo.

Desde la globalidad, sectores como el comercio textil y otros muchos más ya lo saben. Lo sufren en sus carnes todos los días. Es vano pedir medidas proteccionistas, pues es poner diques al mar. Sobrevivir significa hacer lo que los demás no hacen. Mejoren o desaparezcan. Es la cruda realidad. Apple empezó en un garaje.

Con toda seguridad, la economía tal y como la conocemos habrá cambiado al final de esta crisis. Algunos querrán que todo siga como antes. Yo no. Deseo que los créditos no sólo sirvan para financiar la vivienda sino el master en Chicago. Que la nave industrial no sea ocupada por un outlet de calzado, sino por una empresa de biotecnología. Que nuestro suelo no sea ocupado por las centrales solares, sino que diseñemos y fabriquemos las placas solares térmicas y fotovoltaicas. Que no sólo hagamos estanterías metálicas, sino robots. En fin, que dejemos de mirar al de al lado con recelo y nos apoyemos mutuamente. En definitiva, no quiero que seamos el famoso cuadro de Goya, Riña a garrotazos, aquel con el que siempre se identifica al carácter español. Nos va el futuro en ello. Ahora escojan: azul o roja.

Bienvenidos a la crisis 1.0. La primera crisis digital. La primera crisis opinada y opinable de la economía moderna. Directa a sus pantallas en tiempo real. Ajústense bien los cinturones, pues ninguna de las experiencias del pasado nos sirve. Hoy podemos consultar en tiempo real las opiniones de los expertos, los cuasi expertos, los aficionados y sus padawans. Y las del resto de los ciudadanos de a pie. También podemos conocer todo tipo de datos, públicos y privados, al instante. Y, por supuesto, también podemos opinar y crear opinión. Vivimos en un entorno en red.