Se dice que Manuel Fraga le calzó esto a un periodista: “Usted pregunte lo que quiera, que yo responderé lo que me dé la gana”. No era muy empático don Manuel con la prensa... ni sin la prensa, pero al menos respondía. Y como en todo lo que tiene que ver con las dolencias de nuestra democracia, este Gobierno ha dado una vuelta de tuerca más a los excesos del poder: ya sean puertas giratorias, ya colonización de instituciones, empresas públicas o embajadas, ya señalamientos a jueces o periodistas, ya retorciendo las sesiones de control al Gobierno, burdos cara a cara televisivos que no hacen más que darle la razón al Homo videns de Giovanni Sartori. No solo se someten las instituciones, también los mecanismos institucionales.
Pero si tengo que elegir cuál es la unidad mínima de la manipulación sanchista me quedo con las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, la que pasó de los viernes a los martes por un mero interés táctico y propagandístico: los sábados no hay tertulias en la radio ni en la tele, y marcar la agenda mediática es una obsesión de Sánchez. Y una vez bien situada para que durante la semana se hable de lo que aprueba el Gobierno o de sus globos sonda, las ruedas de prensa se han convertido en la mayor y más burda ejemplificación de la identificación del Gobierno con el partido. Si tengo que elegir una foto fija de lo que es el zapateao sobre las instituciones que resumirá esta etapa de nuestra historia, ésa es mi preferida.
Concebidas como maquinarias de propaganda, con un número de preguntas limitadas para la prensa, se han convertido en trituradoras de ministras, de modo que las “portavozas” (Irene Montero dixit) del sanchismo son sometidas a escarnio público con su consentimiento, ellas sabrán por qué. Y digo ellas porque siempre son mujeres las elegidas para partirse la cara por el presidente del Gobierno "más feminista de la Historia".
Juan Fernández-MirandaPablo GabilondoGráficos: EC DiseñoGráficos: Unidad de Datos
La primera fue Isabel Celáa (junio del 18-enero del 20). Salió tan abrasada como recompensada como sólo lo hace Sánchez: ya va para cuatro años como embajadora en el Vaticano. Inolvidable aquello de que “No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres”, porque como todo el mundo sabe, pertenecen al Estado.
Sentido común sanchil, la solemnización de la burrada, a la altura del también inolvidable "el dinero público no es de nadie" que dijo Carmen Calvo, fiel servidora hoy del presidente desde el Consejo de Estado. ¿Y cómo olvidar aquello que dijo la primera vicepresidenta de Sánchez (no portavoz) en esa sala de prensa cuando se le recordó que el presidente había considerado "rebelión" la declaración de independencia? Diferenció entre el presidente Sánchez y el político Pedro. Y el periodista le dijo: "¿Pero son la misma persona, ¿no?". Y ella se rió, ante el estupor de la prensa.
¡Qué grandes momentos (modo ironía ON) está regalando el sanchismo desde esa sala de prensa! ¿Y cuando el vicepresidente Pablo Iglesias dio otra solemnísima rueda de prensa en pleno confinamiento para anunciar que se asumiría públicamente el control de las residencias de mayores? Merece la pena recuperar también cuando en otra intervención similar se dirigió a "los niños y las niñas" (lo dijo nueve veces en cuatro minutos, merece la pena verlo aquí) en una mezcla de lenguaje inclusivo y sentimentalismo tóxico que con el tiempo se enseñará en las universidades. Dado que la responsabilidad política nunca se asumió, espero con ansiedad esas tesis doctorales sobre manipulación gubernamental.
Volvamos a las portavozas
Fue con la sucesora de Celáa, la otrora todopoderosa hoy venida a menos María Jesús Montero (enero del 20-julio del 21), cuando la sala de prensa de La Moncloa se convirtió en una extensión de la de Ferraz, como le reprochó la Junta Electoral Central (JEC) por hacer "manifestaciones valorativas y con clara connotación electoralista". No habían osado llegar tan lejos ni Sáenz de Santamaría, ni Méndez de Vigo, ni siquiera José Blanco, que cuando fue ministro dejó de ser Pepiño para convertirse en don José. Tampoco Fernández De la Vega, ni Zaplana. Inolvidables también sus ruedas de prensa de los viernes, pero por lo contrario: no es que no soltara peroratas propagandísticas, es que de lo que abusaba era del monosílabo para poder llegar a comer a Valencia. ¿Para qué va uno a manipular cuando se puede ir de fin de semana? Eran otros tiempos, aunque cuando tuvo que poner una trasera falsa de La Moncloa cuando se dirigió a los españoles desde la Agencia EFE tras el 11-M, también lo hizo. ¡Ay! Pero a ese PP tan errático en aquellos cuatro días el ciudadano lo penalizó. ¿Y a Sánchez?
Después de María Jesús Montero llegó Isabel Rodríguez (julio del 21 a noviembre del 23), que dio un paso más y fue doblemente sancionada por la Junta Electoral Central por hacer “electoralismo” desde La Moncloa: 4.700 euros de sanción. Cuando ella pensaba que se iba a ir a su casa, se encontró con la oferta de seguir siendo ministra, sorprendentemente de Vivienda.Otra vez ese Sánchez buen pagador.
Y ahora tenemos a Pilar Alegría: no hace falta subir el volumen de la tele para saber que está diciendo algo en lo que no cree. Sólo con verle la cara es suficiente. Ya no lo puede disimular más. Y así es como se empieza a erosionar el poder Ejecutivo, con ministros (y ministras) que no se toman en serio su papel institucional, que asumen que no son ministros de todos sino de una parte.
Y así llegamos a la conclusión de que el sanchismo es el sometimiento de todo al interés del presidente, con el consiguiente desgaste institucional. Las comparecencias públicas son clarividentes, tanto las que afectan al Ejecutivo como las que afectan al Legislativo. ¿Por qué la presidenta del Congreso permite que el presidente y los ministros no respondan casi nunca a las preguntas de la oposición? ¿Por qué permite (y esto ya viene de Meritxel Batet, que Sánchez dedique sus intervenciones no a responder a la oposición sino a atacarla?
¿Es normal que este miércoles, cuando Feijóo preguntó a Sánchez por los escándalos que apuntan a Santos Cerdán, número tres del PSOE, el presidente respondiera hablando de "la corrupción de Ayuso", cuando el caso de su hermano fue archivado por las fiscalías española y europea y a ella no está siendo investigada por nada? Si hubiera un mínimo de decoro institucional, ¿las preguntas a Ayuso no deberían formularse en la Asamblea de Madrid, el espacio en el que ella debe ser controlada por la oposición? ¿Por qué la presidenta del Congreso, Francina Armengol, permite que algo tan serio como el control al Gobierno se convierta en un pim pam pum a la oposición? ¿No se da cuenta de que el hemiciclo no es un plató de televisión y de que Gobierno y oposición no juegan el mismo rol?
Las democracias tienen muchas formas de morir, y una de ellas empieza por las formas. Cuando los gobernantes no las respetan, y por extensión tampoco se respetan a sí mismos. Y eso es exactamente lo que está pasando en España a 24 de mayo de 2025: el ocaso de las instituciones.
Se dice que Manuel Fraga le calzó esto a un periodista: “Usted pregunte lo que quiera, que yo responderé lo que me dé la gana”. No era muy empático don Manuel con la prensa... ni sin la prensa, pero al menos respondía. Y como en todo lo que tiene que ver con las dolencias de nuestra democracia, este Gobierno ha dado una vuelta de tuerca más a los excesos del poder: ya sean puertas giratorias, ya colonización de instituciones, empresas públicas o embajadas, ya señalamientos a jueces o periodistas, ya retorciendo las sesiones de control al Gobierno, burdos cara a cara televisivos que no hacen más que darle la razón al Homo videns de Giovanni Sartori. No solo se someten las instituciones, también los mecanismos institucionales.