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Aznar, Casado o el epíteto
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Ángeles Caballero

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Aznar, Casado o el epíteto

El jugador de dominó en Quintanilla de Onésimo se viste en sus páginas de profesor de Historia Política, pero este martes ha aparecido en el escenario como Pablo Alborán

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar (i), junto al director de la Fundación Rafael del Pino, Vicente J. Montes Gan (c), y el presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)
El expresidente del Gobierno José María Aznar (i), junto al director de la Fundación Rafael del Pino, Vicente J. Montes Gan (c), y el presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)

“Levántate y anda”. Las tres palabras pronunciadas por Jesucristo tuvieron un efecto inmediato. Lázaro se levantó, volvió a la vida, resucitó. La Biblia lo recogió en uno de sus relatos y José de Ribera pintó la escena en un cuadro hace cuatro siglos que vive en el madrileño Museo del Prado.

José María Aznar López, expresidente del Gobierno y el único abuelo español con cuerpo de 'runner', podría ejercer ambos papeles. El de Jesucristo, porque ‘tocó’ el ideario de Pablo Casado y le ha devuelto a la primera fila de la vida (política) en forma de inesperado presidente del PP. Y también el de Lázaro, porque fue Casado, “ese tío fantástico” del que usted me habla, el que lo rescató de su papel de conferenciante y veraneante en Marbella en el que se había convertido. Aznar y Casado, Jesucristo y Lázaro, Doctor Maligno y Mini Yo, Isabel Pantoja y Paquirrín… Elijan su propia aventura. Y su propia historia de amor.

Foto: Pablo Casado y José María Aznar, en la sede de Génova del PP. (EFE)

Ambos se han reunido esta tarde en la Fundación Rafael del Pino. Aznar presentaba su libro, 'El futuro es hoy', y se lo presentaba Casado. El jugador de dominó en Quintanilla de Onésimo se viste en sus páginas de profesor de Historia Política, pero este martes ha aparecido en el escenario como Pablo Alborán, aplaudido y admirado por sus 'groupies'. Y le ha enseñado a Pablo (Casado), su “pequeño del alma con su piel de canela”, el manual de instrucciones para triunfar en la política.

placeholder Ana Botella y su hijo Alonso Aznar. (EFE)
Ana Botella y su hijo Alonso Aznar. (EFE)

El público que abarrotó el auditorio era la prueba viviente del envejecimiento de los españoles. Poco 'millennial' salvo los cachorros Aznar Botella y amigos; multitud de trajes, de recién llegados de la peluquería, de rostros tan habituales de '¡Hola!' como de prensa salmón. Manuel Pizarro, Nuria González (esposa de Fernando Fernández-Tapias), Daniel Lacalle, Ángel Acebes, Jaime Mayor-Oreja, María San Gil y el doble de Aznar para las escenas de riesgo, José Manuel Soria. También señores desconocidos con pinta de tener despachos más grandes que mi piso. Hubo que habilitar dos salas para albergar tanto aforo. Aspavientos y disculpas. Faltó paciencia, aunque no tanta como votantes de izquierda en la sala.

Casado agradeció a Aznar lo aprendido a su lado pero también le dio las gracias “como español y como padre de dos hijos, porque dejó un país mejor”. Aznar le miró como miro yo a Daniel Day-Lewis en todas sus películas: con entrega rociojuradesca y sin medida. Con este arranque, lo cierto es que al joven Padawan se le notó que venía con los deberes hechos y el libro leído. Habló de lo “liberal-conservador de centro-derecha”, que con tantos guiones no sé muy bien qué es.

Y Aznar hizo del último Aznar. Enormes esfuerzos por parecer simpático, cercano, bromista. “La Constitución es el futuro”, sentenció, entre otras grandilocuencias, como autodefinirse como “churchilliano” y hablar del “mundo wilsoniano”. Yo sigo prefiriendo al José María más bronco y al que pone los pies encima de la mesa. Al de “pa chulo mi pirulo” de su segunda legislatura, no al que dice lemas de camiseta de Inditex: “No es una época de cambios sino un cambio de épocas”, “Nada más estúpido que dejar a los populismos resolver soluciones complejas”.

Casado agradeció a Aznar lo aprendido a su lado pero también le dio las gracias “como español y padre de dos hijos, porque dejó un país mejor”

Casado se olvidó de que estaba en la presentación de un libro de otro y nos habló del suyo. Uno que tiene casi listo sobre la cuarta revolución industrial. Eso le animó a hablar de Blockchain y coche autónomo, de 'skills' y disrupción, para bostezo de los presentes. Y por si acaso soltó un mitin, no fuera a sorprenderse alguien de lo que opina. Y entre dardo y dardo a la izquierda y a los nacionalismos, asentía a cada una de las palabras de su mentor. Porque estuvieron de acuerdo en todo. También en el color del traje, la camisa y la corbata. Coinciden en ideología, en el lanzamiento de piropos, en su amor infinito por la Constitución, la libertad, la seguridad y la unidad de España. Faltaba Albert Rivera para completar a Los Tres Tenores 'reloaded'.

placeholder Aznar, Casado y el director de la fundación Rafael del Pino, Vicente J. Montes Gan. (EFE)
Aznar, Casado y el director de la fundación Rafael del Pino, Vicente J. Montes Gan. (EFE)

Para no llegar tarde a la presentación, dejé a mis hijos empantanados con los deberes. Concretamente con los de Lengua de la mayor:

—Mamá, mira a ver si en este texto encuentras un epíteto.

—No me acuerdo de lo que era.

—Es un adjetivo que se le pone al nombre para embellecer pero que en el fondo no aporta nada. Como cuando dices nieve blanca.

Acabo de asistir a algo parecido. Y comieron perdices.

“Levántate y anda”. Las tres palabras pronunciadas por Jesucristo tuvieron un efecto inmediato. Lázaro se levantó, volvió a la vida, resucitó. La Biblia lo recogió en uno de sus relatos y José de Ribera pintó la escena en un cuadro hace cuatro siglos que vive en el madrileño Museo del Prado.

José María Aznar Pablo Casado