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Villarejo, ese señor con gorra del que usted me habla
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Ángeles Caballero

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Villarejo, ese señor con gorra del que usted me habla

Más allá del tono gañán, es preocupante que la agenda política la esté marcando un conseguidor con gorra

Foto: El excomisario José Manuel Villarejo. (EFE)
El excomisario José Manuel Villarejo. (EFE)

La primera vez que escuché la voz de José Villarejo hablaba con Corinna zu Sayn-Wittgenstein y con Juan Villalonga, expresidente de Telefónica. Ambos señores hacían mofa y befa del miembro viril del Rey emérito. Un poco abrupto mi bautismo con el género del villarejismo, pero de todo se sale.

Acabo de hacer un repaso a las últimas conversaciones de este sujeto con dos pesos pesados de la política española: Dolores Delgado, ministra de Justicia, y María Dolores de Cospedal, ex muchas cosas del Partido Popular. Y creo que el excomisario está perfectamente capacitado para publicar un libro de haikus con sus notas o bien hacer una nueva versión de 'Don Cipote de la Manga', una de esas delicias del destape ambientada en Murcia que emitió el jueves TVE. Un saludo, Teodoro García Egea.

Villarejo es pura imprecisión: "Un tal Sepúlveda", "Era una cosa de los pueblos de España". Y sobre todo se ve envuelto en conversaciones dignas del Ateneo: "Los bolsos se los regalaba a las putas", "He hecho mis detectivadas también", "Oye, aquí hace un calor de la hostia", "¿Qué ha hecho Marlaska? ¡Sois homófobos, coño!", "No me gustan las muñecas hinchables", "Cuando se enteren que te han dao por culo pero no han sido ellos…". Una de mis favoritas, la que seleccionaría en mi propio 'director's cut': "Viene hasta una chaquetilla pa' Juan. Pone Juan Cotino, chaquetilla corta, 400 euros. Y dice Juan: 'Te lo juro que a mí no me lo ha dao el hijoputa'".

Foto: José Manuel Villarejo.

Más allá del tono gañán, es preocupante que la agenda política la esté marcando un conseguidor con gorra. Aunque luego buscas Villarejo en Google y te sigue apareciendo Villarejo de Salvanés como primera referencia. No todo está perdido.

Sí parece estar algo desnortado Pablo Casado, ese señor tan joven con las ideas tan viejas que preside el Partido Popular. Casado es de esos que gusta a madres como la mía porque huele a limpio, no lleva pendientes y tiene una mujer que le compra la ropa. Mi madre es de la generación de la reina Sofía, no pidamos transgresiones llegados los 80.

Casado tiene un mes para ganar Andalucía con un señor sonriente que tiene un 'Máster Gold' en Protocolo, lo cual me lleva a pensar que lo tengo yo más fácil para llegar a ángel de Victoria's Secret. Y ahora tiene un papelón en forma de grabaciones que afectan a María Dolores de Cospedal, a la que no sabe cómo decir eso tan terrible del final de las relaciones: "No eres tú, soy yo".

Ese señor con gorra del que usted me habla, al que tanto se abrazó cuando se publicaron las grabaciones de Delgado, ahora le debilita

Villarejo es la kriptonita de Casado. Un hombre de solo 37 años que inició su andadura en la presidencia del PP con la euforia de cualquiera a los 37 años. Henchido, con buen pelo, bendecido por la melena y el breviario de José María Aznar y con frases propias de un hombre de su tiempo, que no tiene necesariamente que ser el nuestro. Durante la presentación del libro del expresidente, a Casado se le vio comodísimo con su discurso de críticas a los nacionalistas, la izquierda, los populismos y el resto del campo semántico del centro-derecha; también nos deleitó acerca de un libro que está escribiendo sobre digitalización y tal. Pero cuando le ha tocado torear su primer morlaco se ha comportado como novillero ramplón.

Y ese señor con gorra del que usted me habla, al que tanto se abrazó cuando se publicaron las grabaciones de la ministra Delgado (otra que está tardando en irse), ahora le debilita. Porque tiene que apartar a Cospedal y con ella al resto de la familia y aliados de la lideresa manchega. Porque un tipo tan distinto a Casado, cheli hasta la extenuación, con ese tono de voz de tabernero chusco y con tan poca clase le va a obligar a emanciparse de sus padres, Mariano y María Dolores.

Siempre le quedará el abuelo. Aznar, no Villarejo.

La primera vez que escuché la voz de José Villarejo hablaba con Corinna zu Sayn-Wittgenstein y con Juan Villalonga, expresidente de Telefónica. Ambos señores hacían mofa y befa del miembro viril del Rey emérito. Un poco abrupto mi bautismo con el género del villarejismo, pero de todo se sale.

Comisario Villarejo María Dolores de Cospedal Pablo Casado