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Sorteo de Lotería: más Gordo fue el aburrimiento
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Ángeles Caballero

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Sorteo de Lotería: más Gordo fue el aburrimiento

La expectación devino en decepción. El público, periodistas incluidos, éramos una mezcla del casting de Got Talent y el tendido 7 de Las Ventas

Foto: Noura Akrouh canta el tercer premio. (EFE)
Noura Akrouh canta el tercer premio. (EFE)

El Sorteo de la Lotería de la Navidad es como los Goya: mejor verlo desde casa. Porque uno puede, con la música de fondo de los "miiilll euroooossss", hacer las camas, bajar a por unos churros, manicura y pedicura y tantas otras cosas. Pero en el Teatro Real, por muy reales que sean sus asientos, acaba quedándosele a uno culo-carpeta de estar tanto tiempo sentado. Y este año, además, el Gordo se hizo esperar.

El sorteo es uno de esos momentos clásicos del año, como que pongan 'Love Actually', el concierto de Año Nuevo desde Viena, el Caprile de Anne Igartiburu y el lo-que-sea de Cristina Pedroche. Pero, parafraseando a los taurinos, la expectación devino en decepción. El público, periodistas incluidos, éramos una mezcla del casting de Got Talent y el tendido 7 de Las Ventas. Y no es que una esperara el silencio y la ceremonia de una misa en el Vaticano, pero un poquito de ritual y de respeto a las criaturas cantarinas no vendrían mal, señores y señoras que no paran de hablar y hacerse selfis con sombreros indescriptibles.

[Consulta aquí si tu décimo ha sido premiado en el sorteo]

"Estamos buscando historias curiosas", decía una periodista mirando a cámara en uno de los directos. Que es la forma elegante de decir "a ver, me vais trayendo a los más mamarrachos de uno en uno que si no esto se hace larguísimo". Diademas de renos, pelucas en colores chillones, hombres disfrazados de mujeres, madridistas, una peña del Zaragoza y otra del Málaga. Un señor vestido de arzobispo como poco, otro con montera y una pareja ataviada con lo que pretendía ser un homenaje a los protagonistas de 'Los increíbles'. Viendo el 'atrezzo', los chinos han vuelto a forrarse.

Un grupo de mujeres con pañuelos morados llamando a la huelga y con un décimo de lotería con el número 80.319 (guiño-guiño), un veinteañero con pijama de Burrito, el amigo de Winnie the Pooh, un periodista buscando extremeños y otra periodista buscando aragoneses. Disfraces de ranas de la suerte, de la L de aprendiz de conductor y Jorge, que vino el año pasado desde Medina del Campo y que repite con un gorro de Papá Noel y un jersey que nos hace llorar a todas las fans de Mark Darcy. Dice que lleva desde las nueve de la noche haciendo cola y yo no sé si abrazarle o llamar a la López-Ibor.

placeholder Un grupo de mujeres reivindica el 8M en el Teatro Real. (EFE)
Un grupo de mujeres reivindica el 8M en el Teatro Real. (EFE)

Hay un padre y un hijo que han venido en coche desde Mérida y aprovechan para contar que aparcar en Madrid es muy difícil "por lo de la contaminación". Hay una mujer que fue la primera niña que dio el Gordo hace 32 años, hay un señor con capa española que lo dio en 1954 y que guarda la bola desde entonces.

Los niños y niñas de San Ildefonso han sido, como era de esperar, los más aplaudidos. La foto de familia era la foto de la nueva España. Negros, mulatos y caucásicos perfectamente uniformados. Ellas con medias amarillas, en otro claro gesto de claudicación de Pedro Sánchez ante Torra.

Nerea cantó el segundo premio y dos quintos. Su madre, María Jesús, paseaba orgullosa de televisión en televisión —"me he vestido para la ocasión"— y recordaba que tres de sus hijas cantaban esta mañana. "Es una niña con suerte, dio el Gordo hace dos años", explicaba. Esa madre soy yo con las notas del primer trimestre.

Y cuando el sonido de los "milll eurooooosss" estaba empezando a anestesiarme, Carla, de once años, cantó el Gordo. Su madre, Noemí, lleva en paro "dos o tres meses" y pidió "salud, un poquito de trabajo" y abrazarse a su hija. Lloró Carla, lloró Noemí y la que escribe. La expectación devino en decepción y al final en llanto. Pensándolo bien, ha habido días peores. Y más aburridos.

El Sorteo de la Lotería de la Navidad es como los Goya: mejor verlo desde casa. Porque uno puede, con la música de fondo de los "miiilll euroooossss", hacer las camas, bajar a por unos churros, manicura y pedicura y tantas otras cosas. Pero en el Teatro Real, por muy reales que sean sus asientos, acaba quedándosele a uno culo-carpeta de estar tanto tiempo sentado. Y este año, además, el Gordo se hizo esperar.

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