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La vuelta de Irene Montero: aplausos a una mujer que ha parido
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Ángeles Caballero

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La vuelta de Irene Montero: aplausos a una mujer que ha parido

Con los acordes de 'La puerta violeta' apareció Montero, que puso en pie a un público entregado, agradecido y emocionado. Ella, con los ojos vidriosos, respondía a los aplausos con los suyos

Foto: La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, reaparece en la primera línea política con un acto con mujeres del partido. (EFE)
La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, reaparece en la primera línea política con un acto con mujeres del partido. (EFE)

Decenas de mujeres esperaban a Irene Montero en su primera intervención pública tras su baja por maternidad. Entre ellas, Karmele Marchante, icono de demasiadas cosas. El encuentro llevaba el sugerente nombre de 'La vida, en el centro', que a bote pronto parece una mezcla de 'Qué tiempo tan feliz' y 'Viva la vida', dos de mis programas de referencia los sábados por la tarde.

''A las mujeres andaluzas después de conocer ese pacto de los trillizos reaccionarios: no estáis solas''

El Pantone feminista, plagado de ropa, accesorios y melenas entre moradas y rosas, esperaba a la número dos de Podemos en una de las naves del Matadero de Madrid. Con los acordes de 'La puerta violeta' de Rozalén, apareció Montero, que puso en pie a un público entregado, agradecido y emocionado. Ella, con los ojos vidriosos, respondía a los aplausos con los suyos.

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Foto: EFE.

Resulta gratificante acudir a un acto en el que nadie va a preguntarle a la protagonista qué ha hecho para recuperar su figura tras el parto ni de qué marca es la ropa que lleva. Se respiró buen rollo, con saludos plagados de besos y abrazos. Entre el público abundaban las flacas y las gordas, las jóvenes y las viejas, las migrantes y las castizas, las teñidas y las que tienen canas, hasta una vestida con ropa de Desigual.

Todas tenían un denominador común, gritarle a la Montero que sí se puede, que no está sola, y que son su tribu. Una señora de unos 70 años buscaba entre el mujerío a su marido. Al cabo de unos segundos, le dijo a una amiga: “Se ha ido porque dice que esto na más que es para mujeres”.

Resulta gratificante acudir a un acto en el que nadie va a preguntarle a la protagonista qué ha hecho para recuperar su figura tras el parto

Irene Montero es mejor en la forma que en el fondo. Tiene lo mejor del populismo, que es la claridad en el lenguaje a la hora de explicar los problemas y las soluciones. Ha vuelto con la gasolina y la oxitocina de las que carece Pablo Iglesias. Empezó haciendo una mención a las mujeres andaluzas y lanzando su ira contra “los trillizos reaccionarios”, a los que también llamó “odiadores profesionales”, en un latigazo hacia Rivera, Casado y Abascal que acabó convirtiéndose en latiguillo. Habló de la huelga feminista, se mostró orgullosa de los Presupuestos, de la subida del salario mínimo interprofesional y de la subida del IPC de las pensiones.

“La gente normal nunca ha ganado nada enfrentándose al vecino sino al poderoso”, dijo. “La esperanza puede vencer al más terrible de los miedos”, añadió haciendo referencia a los momentos complicados tras el nacimiento prematuro de sus hijos.

Empezó con una mención a las mujeres andaluzas y lanzando su ira contra “los trillizos reaccionarios”, a los que también llamó “odiadores profesionales”

Pero su fuerza acabó diluyéndose como la viralidad de un tuit. Porque el discurso tenía que haber acabado ahí, en todo lo alto y por la puerta grande. Pero se puso a hablar de “islas de plástico”. Y entonces nos dijo que está muy bien lo de llevar bolsas de tela pero que también había que hacer política. Volvió a decirnos que los poderosos tienen la culpa de todo. Como si ella no lo fuera. Y empezaron los primeros bostezos entre el respetable (incluye periodistas).

La moderadora decidió entonces dar paso a las preguntas del público. Tras más de una hora de intervenciones, con unos cuantos agradecimientos a Podemos —un “gracias por existir” como el que cantaba Eros Ramazzotti—, solo una mujer preguntó qué políticas iban a servir para ayudar a las mujeres en el entorno rural. Se quedó sin respuesta. “Responderá el equipo de Irene Montero”, dijo la que daba paso a las intervinientes.

Una mujer preguntó qué políticas iban a servir para ayudar a las mujeres en el entorno rural. Se quedó sin respuesta. “Responderá el equipo de Montero”

El resto fueron minutos para hablar de libros, en concreto de cada libro de las participantes, y nos permitieron vivir momentos deliciosos. Como ese en el que una delegada sindical de H&M, de nacionalidad cubana, le dijo a Montero que le gustaría discutir cara a cara algunas cosas con su pareja sobre la política en su país. O ese silencio sepulcral tras la intervención de una señora de la tercera edad que, tras decirle a Montero que la quería en repetidas ocasiones, le comentó que lleva 11 años luchando por que no la echen de la casa en la que han nacido sus cinco hijas y lo resumió con un: “Estamos peor que los gitanos”.

Lo mejor de darle la palabra al público es que pasa como con las cámaras ocultas: nadie se salva. Por eso una mujer cometió la osadía de decir “buenas tardes a todos” y una follonera le respondió con ira: “¡A todas, joder!”. Por eso esta misma animadora sociocultural le espetó a otra participante que aunque en Argentina al decir 'todos' se incluye a las mujeres, “¡estamos en España!”. Sí, hay actos que deberían estar minutados para evitar este tipo de situaciones surrealistas.

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Foto: EFE.

Porque son estas las que diluyen testimonios como el de una aparadora de Elche, que denunció que, de las miles de mujeres que como ella cosen los zapatos que calzamos a diario, muchas cobran 1,5 euros la hora. O esa taxista y una conductora de autobús que denunciaron que hay gente hoy que no se sube si son ellas las que manejan el volante.

Foto: La portavoz de Podemos, Irene Montero, a su llegada a una rueda de prensa en el Congreso antes de su baja por maternidad. (EFE)

Montero prometió que iba a ser breve tras más de hora y media de acto. Le salió así-así. Volvió a pedir con energía que las mujeres llenemos las calles y las urnas. Arremetió contra la despolitización y recurrió por enésima vez a la desgracia del pacto para gobernar Andalucía. A esas horas, Karmele Marchante decía estar en su casa dándose un baño de espuma. Hasta la animada follonera se había rendido y tomado asiento en su grada.

Y se repitió el aplauso ensordecedor para una mujer que ha parido. A veces un gesto tan ordinario tiene una respuesta extraordinaria. Y mientras, Pablo Iglesias bañando a las criaturas. A lo mejor eso es lo extraordinario.

Decenas de mujeres esperaban a Irene Montero en su primera intervención pública tras su baja por maternidad. Entre ellas, Karmele Marchante, icono de demasiadas cosas. El encuentro llevaba el sugerente nombre de 'La vida, en el centro', que a bote pronto parece una mezcla de 'Qué tiempo tan feliz' y 'Viva la vida', dos de mis programas de referencia los sábados por la tarde.

Irene Montero