Ideas ligeras
Por
Santiago, salva España y llévame contigo
Después de escucharle, me atrevería a decir que Abascal es el normal de la familia. De la familia política que encabeza
En este diálogo entre Fernando Sánchez-Dragó y Santiago Abascal, vestido en forma de libro y titulado ‘Santiago Abascal. España vertebrada’, yo voy con Abascal. “El hombre del año”, según el escritor. Un hombre de barra de bar, digo yo. Y en su simpleza me reconozco. En la que le ha hecho decir, durante la presentación del libro en un hotel de Madrid, que no sabe de muchas cosas, que no puede “presumir de una gran formación” pero sí de sus tres mandamientos: familia, religión y patria. Si hasta llevábamos el mismo número de botones desabrochados de nuestras respectivas camisas. Santiago, salva España y llévame contigo.
La prensa estaba citada una hora antes en el mismo salón en el que Pedro Sánchez perpetró aquella 'performance' con la excusa de su 'Manual de resistencia'. Unos 45 minutos antes, ya pululaba numerosa muchachada con Barbour, gafas de pasta y zapatos castellanos recién salidos de Icade. Muchachos que a las seis y pico de la tarde ya tienen el día cotizado. Qué frenesí. Poco a poco, fueron viniendo sus mayores a abarrotar el salón, que se quedó pequeño.
Y entre invitados y periodistas, un cruce de miradas de desaprobación, de descontento. Como vecinos de un zoo que no se soportan pero se necesitan, así que no tienen más remedio que seguir conviviendo.
Entonces salieron los toreros, que es lo que le pide la demencia al Estudiantes al acabar los partidos. Dragó es un hombre pagado de sí mismo y especializado en poner nombres exóticos a las cosas, Gárgoris y Habidis, Soseki, Ayanta… Vamos, como los concursantes de cualquier 'reality' actual pero en versión culta. Actuó como lo que es, un personaje engolado, inteligente y provocador. Recurrió al lenguaje taurino y repitió lo que le ha dicho a mi colega Roberto R. Ballesteros en su entrevista. Que lo que promulga Vox ya lo dijo él, allá por las mismas fechas en las que inventó la rueda y la penicilina. Que acertó con los 12 diputados de Andalucía y que en las generales van a ser 60.
Y el público, con sus aplausos sin necesidad de regidor, coreando la palabra “presidente”. La emoción era tal que hasta hubo un follonero, un Jimmy Jump que se quejó en al menos un par de ocasiones porque las cámaras le impedían ver ese duelo de patriotas de pelo en pecho.
Después de escucharle, me atrevería a decir que Abascal es el normal de la familia. De la familia política que encabeza. Se define como un hombre de campo, de sitios despoblados, que juega al futbolín con la misma fortuna que yo a los bolos, que se atascaría como la que escribe si le toca hablar de la renta básica universal, la movilidad urbana y las energías limpias. Que opina que la frase de que la patria es la infancia es una soberana cursilada. Ay, Santi, ¿crees en las almas gemelas, en la fuerza del destino que cantaba Mecano?
En esta lucha de gigantes, el líder de Vox no hizo sino generar mi empatía. Sánchez Dragó, con la tabarra de que si es más de Unamuno que de Ortega, que si es más de perros o de gatos. “Eres bastante ornitológico”, le espetó. Y el otro, con su zona de confort. Que la nación está débil y hay que darle autoestima. Que no podemos permitirnos una España rota, una no España, una antiEspaña. “Cataluña sin España no es Cataluña”, dijo.
Abascal se llevó a la familia. A la abuela, a su mujer, y se ha emocionado recordando el asesinato del cartero de su pueblo, Amurrio, cuya tumba visita cuando va a ver la de su padre. Y Dragó, escritor, creador de una especie de viagra y aspirante a actor porno, recurriendo a Stefan Zweig. Yo imaginaba a Santiago deseando, en el fondo, que aquello acabara para tomarse un vino y unas alioli, que es exactamente lo que yo me estoy tomando mientras escribo esta crónica.
Había prometido que no iba a ser un mitin, pero se le escaparon algunas 'abascaladas'. Como que ser registrador de la propiedad no garantiza nada
Había prometido que no iba a ser un mitin, pero se le escaparon algunas 'abascaladas'. Como que ser registrador de la propiedad no garantiza nada. “Luego no sabe parar un golpe de Estado. Es que no lo tenía en el temario de la oposición”, afirmó jocoso. “Vox es una gran reacción de emergencia nacional”, declaró. Y criticó las cuotas, la lucha de sexos, el animalismo, la Ley de Memoria Histórica y la de Violencia de Género, que piensa exterminar en cuantito llegue a gobernar.
Críticas tan novedosas como que la Iglesia católica se manifieste en contra del aborto y la eutanasia. Pero cuando me estaba dando algo de bajón, justo mientras decía que lo de su partido no es extremismo sino sentido común, volvió a ser el hombre que he descubierto este miércoles por la noche. Porque también dijo que se ve “poco jefe”. En estas pocas ganas de mandar, también soy de tu equipo.
Solo por eso paso por alto ese momento homenaje a Pablo Iglesias criticando a la prensa por su falta de rigor y la caricatura que han hecho de él y del partido que representa. Tan distintos, tan iguales.
“¿Cómo lo va a llevar tu mujer, que está ahí sentadita?”, dijo Sánchez Dragó. Ni un día en que no nos dé vergüenza ajena algo, amigos.
Y así, como noticia de interés general, Abascal aseguró que se va a poner corbata cuando jure la Constitución. De hecho, lo va a hacer “como Dios manda”.
Al acabar, el pianista del Hotel Intercontinental tocaba 'La vie en rose'. Qué cosas.
En este diálogo entre Fernando Sánchez-Dragó y Santiago Abascal, vestido en forma de libro y titulado ‘Santiago Abascal. España vertebrada’, yo voy con Abascal. “El hombre del año”, según el escritor. Un hombre de barra de bar, digo yo. Y en su simpleza me reconozco. En la que le ha hecho decir, durante la presentación del libro en un hotel de Madrid, que no sabe de muchas cosas, que no puede “presumir de una gran formación” pero sí de sus tres mandamientos: familia, religión y patria. Si hasta llevábamos el mismo número de botones desabrochados de nuestras respectivas camisas. Santiago, salva España y llévame contigo.