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Ángeles Caballero

Ideas ligeras

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La España fina y segura

Seguridad. Pero no la que otorga esa cosa tan terrible llamada empoderamiento o el feminazismo. La seguridad que usted y yo sabemos, a la que estamos acostumbrados desde pequeños

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, antes del debate a cinco entre los candidatos a la presidencia del Gobierno. (Reuters)
El líder de Vox, Santiago Abascal, antes del debate a cinco entre los candidatos a la presidencia del Gobierno. (Reuters)

La mujer, lo que quiere, es que le demos seguridad”. Repita conmigo esta frase, por favor. Pero ponga un tono algo meloso, incluso seductor. Gústese, dígalo sin gritar, susurre si eso es lo que le pide el cuerpo. Seguridad. Pero no la que otorga esa cosa tan terrible llamada empoderamiento, o peor aún, el feminazismo. La seguridad que usted y yo sabemos, a la que estamos acostumbrados desde pequeños. En el fondo, es lo que van buscando todas.

La seguridad de llegar a casa y saber que todo está en calma y así debe seguir siendo. Porque aunque tu aroma huela a leña de otro hogar, ella no dirá nada. Porque está segura. Sabe que tú la proteges, ahora y siempre.

Foto: Los candidatos a la presidencia del Gobierno, (i-d) Pablo Casado, Pedro Sánchez, Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera, momentos antes de comenzar el debate electoral. (EFE)

Desde el mismo día en que os hicisteis novios, aunque os conozcáis de toda la vida. Vuestros padres eran vecinos, o hicieron la carrera juntos, o veraneaban en el mismo sitio de toda la vida de Dios. Y así surgió la chispa. Y bendijeron la unión y la procreación inmediata, de hijos y de apellidos (compuestos, a poder ser).

Y ellas, amantes de la decoración y del buen gusto, hicieron el resto. Contentas, siempre impecables, dedicadas a la prole pero con empleada en la que externalizar el uso de la mopa y la plancha. Tienen un empleo, sí, y su licenciatura acabada, porque la España democrática tienen cosas buenas y la que no tiene hoy una carrera universitaria es porque no quiere. E incluso idiomas, qué más quieren. Hablan lo justo, discuten lo justo, y ambas cualidades son ideales cuando vienen amigos a cenar en casa.

Y también, como criaturas celestiales y seguras que son, se ocupan de lo que hay en la nevera y de los deberes de los niños. Como debe ser.

Para qué van a querer seguridad para volver a casa sin miedo. Si para eso estamos nosotros

Tienen trabajadísimas tres o cuatro manzanas del barrio, que es casi el único ecosistema en el que se mueven. Las tiendas, el súper y los dos templos: el laico en el que tomar el aperitivo y el religioso de los domingos. Aunque no siempre vayan. También la confitería en la que comprar un detallito para la comida del domingo en casa de sus padres o en la de los tuyos. A eso nunca se falta. Como debe ser. Como ha sido siempre. Porque la endogamia es la savia de las familias seguras.

Para qué van a querer seguridad laboral, aunque los datos hablen de brecha salarial, de esa otra piedra en el camino que supone la maternidad. Otro invento de las progres. Para qué van a querer seguridad para volver a casa sin miedo. Si para eso estamos nosotros.

Como no me decís nada ninguno, entiendo que estáis de acuerdo. Que os parece que la prioridad de las mujeres, y sobre todo las vuestras, es esa

Así funcionaban las casas de nuestros padres, de nuestros abuelos, y hay que mantener las tradiciones. Y para que no nos digan que somos antiguos, no renegamos del divorcio ni de la homosexualidad. Quién no tiene en su familia algo así, a ver. Y para que no nos digan que somos franquistas, acudimos a pedir tu voto. Porque no nos gustan las dictaduras, menos aún la progre. Pero, ah, ese aroma a franquismo sociológico, esa magdalena de Proust de cuando todo estaba en su sitio. Quién se resiste a evocarla.

Y como veo que no me decís nada ninguno, entiendo que estáis de acuerdo. Que os parece que la prioridad de las mujeres, y sobre todo las vuestras, es esa. Y tal y como yo la concibo. Porque ni tú, Pedro, ni Albert, ni Pablo, y ni siquiera tú, el otro Pablo, me habéis dicho nada al respecto. E imagino que vuestros asesores os habrán preparado para el debate electoral y os habrán dado un montón de datos. Y esto, lo de las mujeres, sabemos los cinco que caería en el examen. Anda que no están pesadas. Así que démosles lo que necesitan. Hacedme caso. Si ha funcionado siempre, para qué cambiarlo.

La mujer, lo que quiere, es que le demos seguridad”. Repita conmigo esta frase, por favor. Pero ponga un tono algo meloso, incluso seductor. Gústese, dígalo sin gritar, susurre si eso es lo que le pide el cuerpo. Seguridad. Pero no la que otorga esa cosa tan terrible llamada empoderamiento, o peor aún, el feminazismo. La seguridad que usted y yo sabemos, a la que estamos acostumbrados desde pequeños. En el fondo, es lo que van buscando todas.

Feminismo Santiago Abascal