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Paliativos color azul eléctrico
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Ángeles Caballero

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Paliativos color azul eléctrico

Habrá días que llore y no lo notes, porque en los últimos años he adquirido el superpoder de llevar las procesiones por dentro. Y la raya del ojo seguirá ahí

Foto: Me he comprado un lápiz de ojos de color azul eléctrico. (Unsplash)
Me he comprado un lápiz de ojos de color azul eléctrico. (Unsplash)

Me he comprado un lápiz de ojos de color azul eléctrico. La vendedora me prometió buena pigmentación y doy fe. Ha resistido hasta tres lloreras al día. De esas que son silenciosas y no hacen ruido. Las que más duelen. Entre una y otra, he buscado en el diccionario el significado de la palabra 'paliativo'. “Dicho especialmente de algún determinado tratamiento o remedio que tiene como finalidad mitigar, suavizar o atenuar el dolor de un enfermo”.

El doctor Tomás Álvarez, especialista en Digestivo del Hospital de la Princesa, vino a la habitación antes de darnos el alta, después de casi una semana. La información fue clarísima, sin tecnicismos, con la precisión y la entereza que se le supone a cualquier facultativo: “Se trata de buscar el confort de la paciente”. Eso es lo que importa, insistió. También el del resto de la familia, añadió. Mis ojos mantenían el pigmento, mi jersey seguía oliendo a perfume. Él hablaba y yo te hidrataba las manos para intentar calmarte.

No necesité buscar la palabra confort. Solo pensé que voy a seguir necesitando paciencia, y que todo lo que te he dicho en estos 43 años de vida ha sido más que suficiente. “La madre que conociste ya la perdiste, ahora solo tienes que acompañarla hasta que se vaya”, me escribió un familiar. Cómo son las palabras. Cómo aterrizan. Cómo sacuden.

Foto: Vista nocturna de las urgencias del Hospital Arnau de Vilanova. (iStock)

Ya sabes que te quiero, mamá. Y sé que sientes lo mismo. Tengo en la cómoda de mi habitación una nota que me escribiste hace tiempo, cuando vivía contigo, y que plastifiqué hace no mucho. “Cuánto te quiero, chiquitita. Besos. Mamá”. En casa éramos mucho de dejarnos notas por cualquier motivo. Dando consejos, órdenes y sobre todo cariño. Romanticones y empalagosos hasta el final de los tiempos. “No seas hostigosa”, me has dicho en estos años en los que eres madre para mí, pero también hija. Siempre fui la pesada de la familia, así que no te hagas la sorprendida.

Estos días he intentado trabajar. Con algo de éxito, he de decirte. Estuve a punto de ir a la presentación del libro de José Bono, pero me fallaron las fuerzas. Pero estuve en la televisión hablando de Vox y Puigdemont. Fui capaz de encriptar el dolor en el cerebro. Me reí en maquillaje, respondí que todo estaba fenomenal. Hice los chistes de siempre.

El martes, mientras roncabas profundamente gracias a los calmantes, estuve en la radio. Hablé de vacas, estuve más locuaz que nunca. “Todo va bien”, respondí bajando la mirada. Nadie lo notó, nadie preguntó. Y la raya del ojo se mantuvo en su sitio. Y qué barata me salió, por cierto.

"Todo va bien", respondí bajando la mirada. Nadie lo notó, nadie preguntó. Y la raya del ojo se mantuvo en su sitio. Y qué barata me salió, por cierto

El adulto que más quiero me habló de un programa que había visto. Un documental sobre Iñaki Gabilondo, el programa 'Imprescindibles'. Al principio se habla de la etapa en la que el periodista enviudó con tres niños pequeños. Un cáncer se llevó a la madre y esposa. Por entonces, Gabilondo ya era maestro y alternaba el programa de radio con el dolor en casa, Madrid con su tierra y la de su mujer. Antes, cuando yo era mucho más osada para juzgar y por tanto mucho más idiota, habría criticado que no lo dejara todo para echárselo a las espaldas. Habría dicho que fue egoísta y ambicioso. Pero qué puedo decir ahora, si sé que las vacas manifiestan su estado de ánimo a través de las orejas. Si las salidas del hospital para ir a trabajar me han salvado la vida. La que no puedo salvarte.

Empieza ahora una nueva etapa para ambas. A veces piensas que vuelvo a estar en Primaria y que tienes que recogerme del colegio. Me pides merluza para comer y carrillera para cenar. A veces también lloras. Y aunque el médico me diga que tu sufrimiento es artificial y le eche la culpa al deterioro cognitivo, no puedo soportarlo. Porque te veo ahora y solo quiero ver a la Sofía Loren que eras cuando nací. Cintura de avispa, escote de vértigo, ordeno y mando. Implacable, severa, entregada.

No llores. Nunca vas a estar sola. No te faltarán la compañía, la hidratante, el perfume. Seguiré contándote los rollos de siempre, no vas a librarte. Habrá días que llore y no lo notes, porque en los últimos años he adquirido el superpoder de llevar las procesiones por dentro. Y la raya del ojo seguirá ahí, resistiendo, de color azul eléctrico.

Me he comprado un lápiz de ojos de color azul eléctrico. La vendedora me prometió buena pigmentación y doy fe. Ha resistido hasta tres lloreras al día. De esas que son silenciosas y no hacen ruido. Las que más duelen. Entre una y otra, he buscado en el diccionario el significado de la palabra 'paliativo'. “Dicho especialmente de algún determinado tratamiento o remedio que tiene como finalidad mitigar, suavizar o atenuar el dolor de un enfermo”.

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