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Ángeles Caballero

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Cifuentes superviviente

Cifuentes ha vuelto a estar de actualidad. Su nombre suena como posible candidata a participar en 'Supervivientes'. Tras la noticia, vino la sorpresa. Tras la incredulidad, vino la chanza

Foto: La expresidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes. (EFE)
La expresidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes. (EFE)

En los 122 minutos que dura el documental ‘Whitney’, se desvelan cosas que ya sabíamos. Que la Houston hacía con su voz lo que le venía en gana, que se sentía bendecida por Dios al haberle otorgado semejante regalo, que el dinero (mucho y de golpe y porrazo) vuelve loco a cualquiera, que consumir drogas con la frecuencia con la que uno se lava los dientes acaba mal.

Otras cosas las desconocía: su familia desestructurada, su supuesta bisexualidad y los abusos sexuales que padeció en la infancia, su forma de afrontar la maternidad, su permanente sonrisa como respuesta y escudo protector de las muchas procesiones que llevaba por dentro.

Foto: Cristina Cifuentes. (Cordon Press)

En los 122 minutos que dura el documental ‘Whitney’, apenas 30 segundos se dedican a la mofa y el desprecio que dedicaron a las adicciones de la cantante programas como ‘Saturday Night Live’ y series como ‘Padre de familia’.

Me pareció miserable, pero enseguida empezaron mis contradicciones. No habíamos quedado en que nada es incompatible con el humor negro. Y qué voz de gato mojado tenía en uno de sus últimos conciertos, cuando cantaba ‘I will always love you’. Pobre Whitney. Era, más que un juguete roto, una persona enferma, qué crueldad la vuestra. La nuestra. Y con lo que me gusta ver 'SNL'. Me quedé dormida.

Foto: Cristina Cifuentes.

Hablando de crueldad. De escarnio. Esta semana, Cristina Cifuentes ha vuelto a estar de actualidad. Su nombre suena desde hace un par de días como posible candidata a participar en el 'reality' ‘Supervivientes’. Tras la noticia, vino la sorpresa. Tras la incredulidad, vino la chanza. Que si mejor que nadie lleve cremas a la isla, que si cuidado con las carteras, que qué manera de echarse a perder…

La expresidenta de la Comunidad de Madrid, llamada (al menos según los pronósticos elaborados en mi salón) a suceder a Mariano Rajoy en el PP, a ganar la Moncloa y a dominar el mundo, hizo méritos suficientes para cavar su tumba política. Sus sospechosos méritos académicos (un saludo, Inés Arrimadas), su vinculación con la corrupción del PP madrileño… Pero nada como el hurto de unas hidratantes en un supermercado.

Eso sí que nos gustó. Qué estupor. Qué necesidad que una señora rubia y del PP con tan buen fachón, tan ideal, pase por vulgar choriza. Y qué risas. Qué chistes más buenos.

Y ahora, si acepta la propuesta televisiva, es la hora de redimirse. Puede que también hora de vengarse. Y de demostrar que tiene cuerda y vida para rato

El día que se publicó ese vídeo me pilló entrevistando a Quique Peinado y Manuel Burque, presentadores de Radio Gaga. En mi eterna búsqueda de aceptación, saqué a relucir el tema, esperando que Peinado, tan cercano al sarcasmo como a la izquierda, me diera la gasolina que buscaba. “Mira, de ella como política lo que quieras, pero de eso no pienso hacer ni una broma. Es una putada”, dijo. Me calló y seguí con el cuestionario.

Quizá Cifuentes y yo nos parezcamos en eso, en que llevamos toda la vida buscando la aceptación. Y cuando mandas (ella mandó mucho), te quiere mucha gente. Quizá demasiada. Y ahora, si acepta la propuesta televisiva, es la hora de redimirse. Puede que también sea hora de vengarse. Y de demostrar que tiene cuerda y vida para rato. Nunca un nombre de programa encajó tanto en el guante de esa señora rubia del PP que pudo gobernarlo todo.

En los 122 minutos que dura el documental ‘Whitney’, se desvelan cosas que ya sabíamos. Que la Houston hacía con su voz lo que le venía en gana, que se sentía bendecida por Dios al haberle otorgado semejante regalo, que el dinero (mucho y de golpe y porrazo) vuelve loco a cualquiera, que consumir drogas con la frecuencia con la que uno se lava los dientes acaba mal.

Cristina Cifuentes