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Ángeles Caballero

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Marta Pascal: agua con gas

Marta Pascal ha conseguido reunir en la primera fila a Adriana Lastra y a Aitor Esteban. Hasta Jordi Sevilla pasó por allí, encantado de escuchar la voz de un independentismo amable

Foto: La excoordinadora general del PDeCAT Marta Pascall firma un ejemplar al empresario Daniel Sánchez Llibre en la presentación en Barcelona de su libro. (EFE)
La excoordinadora general del PDeCAT Marta Pascall firma un ejemplar al empresario Daniel Sánchez Llibre en la presentación en Barcelona de su libro. (EFE)

Escribir un libro suele ser una buena idea. Presentarlo, también. Lo difícil viene cuando toca escoger maestros de ceremonias. Lo peor es cuando hablan más que la autora del libro. Eso ha pasado este miércoles por la tarde. Que se trataba de conocer a Marta Pascal, una mujer a la que, por más que hayan presentado como figura relevantísima de la política, sigue sin ser tema de conversación en los bares de bravas, ensaladilla rusa y sangre encebollada como aperitivo.

Y sabemos que Nacho Corredor y Enric Juliana son dos tipos brillantes. Pero la que ha escrito un libro es ella. Es ella la que ha conseguido reunir en la primera fila a Adriana Lastra y a Aitor Esteban. Hasta Jordi Sevilla pasó por allí, encantado de escuchar la voz de un independentismo amable. Que pica pero no hace llorar. Como el agua con gas.

Auguran a Pascal un futuro prometedor, una manera de entender y concebir el independentismo valiente, coherente, que encaja como un guante en un Madrid harto de ser el culpable de los males allá en la república independiente de las sonrisas.

Foto: Marta Pascal, durante una jornada de la Asamblea Nacional del PDeCAT. (EFE) Opinión

La fundadora del Partido Nacionalista Catalán apareció acompañada del portavoz parlamentario del PNV en la Librería Blanquerna. Apoyada en una muleta, llevaba vaqueros y zapatillas de deporte. El uniforme de una mujer de 37 años que, sin necesidad de histrionismos y bravuconadas, contribuyó en la primavera de 2018 a que Pedro Sánchez estrenara colchón en la Moncloa. Que renegó del padre político, Carles Puigdemont, y decidió volar libre.

“Hace un año, cuando empecé a escribir este libro, no había pandemia, pero el contexto no era fácil. Aún no estaba la sentencia de los presos del 'procés', pero en Cataluña se respiraba alboroto, muchas manifestaciones… Pensaba y pienso que hay otra forma de hacer las cosas, compatible con los ideales, para hacer frente a este conflicto político. Había gente de mi partido que decía cosas diferentes en público que en privado. Y la gente de la calle me lo decía: hay otra manera, sin renunciar”, explicó.

"Pensaba y pienso que hay otra forma de hacer las cosas, compatible con los ideales, para hacer frente a este conflicto político"

Hay en Pascal un puntito de pragmatismo, cierta dosis de populismo, sus gotas de imprecisión. Imprescindible para intuir que no pone del todo la mano en el fuego, aunque sus padrinos de libro coincidieran en su valentía, en su capacidad de afrontar las consecuencias de sus decisiones.

Creía entonces y cree ahora que hizo bien aquella primavera de 2018. “Sabe Adriana [Lastra] que no soy socialista, soy más nacionalista, como Aitor. Cuando lo tuve escrito, y se lo enseñé a unos amigos, pensé que tras publicarlo tenía que tomar algunas decisiones. Dejé el escaño, lo viví con cierta soledad, pero creo que la coherencia me obligaba”, afirma. Mientras que para otros la política consiste en mucho ruido y muchos tuits, para ella es valores y coherencia.

Achaca la desafección política de los ciudadanos a esa irresistible manía, por parte de sus colegas, de pasar más tiempo en los despachos que en la calle. “A los que queremos tender puentes nos lo ponen muy difícil. Estamos aquí para dar soluciones, no problemas. Si inhabilitan a Torra [este jueves comparece en el Tribunal Supremo], las instituciones catalanas estarán más débiles, y ya lo están”, dijo.

Foto: La nueva líder del PNC, Marta Pascal, en febrero. (EFE)

Culpa a Quim Torra de haber perdido la oportunidad de centrarse en la “agenda catalana de las cosas reales”. Se refiere a esos 1,3 millones de personas que están en paro o en un ERTE, invisibles para el todavía presidente de la Generalitat. Que si lo piensas bien, puede ser agenda catalana u onubense. Porque el paro, la precariedad sanitaria y educativa, la desigualdad y la decepción no entienden de territorios.

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Su papel, y lo que plantea en el libro ‘Perder el miedo’, aún no traducido al castellano, pasa por aceptar que en “aquello” se equivocaron. Pero no sabemos a qué se refiere con “aquello”. Su proyecto, dice, confronta con el de Puigdemont: por el papel que le dio a la CUP y la unilateralidad y la confrontación como principios. “Cataluña es mucho más que esa votación del 1 de octubre. El patriotismo se defiende hoy con las empresas, con los autónomos, con las infraestructuras, con la gente de la calle”, dice Marta Pascal. Aunque Inés Arrimadas también podría decirlo.

“Mi recomendación es que lo mejor es hablar claro, pedir perdón y no caer en determinados errores. Hay que solucionar el tema de la gente que está en prisión. La singularidad existe y no queremos ser tratados como uno más”, añadió.

“Tienes que ser coherente, y atreverte. Sigue creyendo en ti misma. Espero que sea el primero de muchos libros”, le había advertido al inicio Nacho Corredor, ejerciendo de psicólogo en busca de que recuperes la autoestima.

Tras escucharla, al exministro Jordi Sevilla le alegró saber que hay alguien a quien el Gobierno de coalición le importa “poco menos que un comino”.

Y una que piensa que el halago debilita. Y una que ha salido sin saber lo que quiere hacer con Cataluña Marta Pascal. Salvo parecerse a Aitor Esteban.

Escribir un libro suele ser una buena idea. Presentarlo, también. Lo difícil viene cuando toca escoger maestros de ceremonias. Lo peor es cuando hablan más que la autora del libro. Eso ha pasado este miércoles por la tarde. Que se trataba de conocer a Marta Pascal, una mujer a la que, por más que hayan presentado como figura relevantísima de la política, sigue sin ser tema de conversación en los bares de bravas, ensaladilla rusa y sangre encebollada como aperitivo.

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