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Ángeles Caballero

Ideas ligeras

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Anestesiados perdidos

Saldremos mejores, decían. Mentira. Saldremos más solos, también más egoístas, entregados al mantra del 'sálvese quien pueda', del 'carpe diem'

Foto: Una paloma, sobre una estatua con mascarilla en Valencia. (EFE)
Una paloma, sobre una estatua con mascarilla en Valencia. (EFE)

Dos empleadas de un Zara de Madrid charlaban este lunes sobre su fin de semana. Una de ellas comentaba entusiasmada lo bien que salió la comunión del niño, y eso que solo se pudieron juntar 26 personas. Mi amiga Alexandra, francesa y asertiva, buscaba ropa para su hijo y escuchó la conversación. En cierto modo, les afeó la ligereza, la irresponsabilidad, tal y como están las cosas.

La afectada se disculpó como pudo, pero es que el encargado del convite les aseguró que para el año que viene "ya está todo reservado, ustedes verán". Y cómo iban a hacerle esto al niño. Y cómo cargar a cuestas con la etiqueta de mala madre. Y que hay que aprovechar, antes de que vuelvan a encerrarnos. Y que hubo barra libre y todo para los 26, porque quién sabe si el crío quiso iniciar su vida como comulgante tomándose un gintónic.

Foto: Una mujer abraza a su sobrina a través de una cortina de plástico en una residencia de ancianos. (EFE) Opinión
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Ángeles Caballero

Esther vive en Fuenlabrada, en una de las zonas con restricciones. Es peluquera y trabaja en Madrid. Tiene una niña pequeña y mucha familia repartida por la periferia. Confiesa, mientras mezcla los tonos del tinte, que para ella la vida sigue igual desde hace semanas. Con mascarilla, sí, pero total, en su barrio nadie vigila, ella tiene muchas ganas de juntarse con los suyos y a este paso "nos van a fastidiar las navidades".

Ayuso y Sánchez, a la gresca. Gabilondo continúa ejerciendo de Padre Ángel y Madrid se mantiene en el podio de los contagios y de la vergüenza

Y bastante, dice, nos han quitado ya. Y que no va a estar visitando a los suyos por separado. Juntos, como debe ser, que estos momentitos ya no vuelven y los políticos, ya se sabe, están dispuestos a lo que sea con tal de jodernos. Respeta mucho a los que deciden acatar las órdenes, pero "no se puede vivir así tampoco".

María es adolescente y vive en el distrito de Tetuán. El pasado viernes le contó a su profesora y a sus compañeros de clase sus planes inmediatos nada más salir del instituto. Esa misma tarde quedaría con su grupo a tomar algo por ahí. El sábado, la cosa iba de comer con otros amigos, y lo que se terciara. Y el domingo, día del Señor, a echar el día en el parque de atracciones.

placeholder Una pareja de ancianos camina por una calle del barrio de Usera, en Madrid. (Reuters)
Una pareja de ancianos camina por una calle del barrio de Usera, en Madrid. (Reuters)

María no fue el lunes al instituto. Tenía síntomas de algo, no se sabe qué, y se quedaría en casa mientras esperaba el resultado de la PCR. Salió negativo, para alivio de María y del resto de sus compañeros de aula. Hoy, viernes, probablemente vuelva a quedar con sus colegas, en cuanto suene la señal del instituto que da por terminada la semana.

Saldremos mejores, decían. Mentira. Saldremos más solos, también más egoístas, entregados al mantra del 'sálvese quien pueda', del 'carpe diem'. Total, si ya estamos anestesiados perdidos. Porque ayer hubo 182 muertos y no pasó nada. Como si nos hubiéramos acostumbrado a que, en vez de parar la pandemia, hemos de convivir con ella. Y con el conteo diario de enfermos y de fallecidos como si fueran platos del menú del día. Ya hablaremos en otro momento de los enfermos de otras patologías, y de los que siguen aislados en las residencias.

Ayer hubo 182 muertos y no pasó nada. Como si nos hubiéramos acostumbrado a que, en vez de parar la pandemia, hemos de convivir con ella

Nos costará un mundo volver a los aplausos. Una idea que estuvo bien en su momento, cuando necesitábamos una motivación a la que aferrarnos. Pero a saber si ahora tiene sentido. Si total, estresados andamos todos. Y con miedos. Al contagio, al ERTE, a no poder comprar los regalos de Reyes en condiciones. A que nos digan que las cañas mejor en tu casa, a que nos fastidien el cumpleaños del crío, o los 80 del abuelo.

Qué manía tienen con darnos el día con los datos de las UCI, y recordarnos la importancia de cumplir las restricciones, y advertirnos de que, ante la duda, prudencia.

Entonces enciendes la tele, y lees el periódico. Santiago Abascal ha presentado una moción de censura, Albert Rivera sigue de bolos por las televisiones, Gobierno y oposición se parten la cara por la monarquía, Ayuso y Sánchez siguen a la gresca, Gabilondo continúa ejerciendo de Padre Ángel y Madrid se mantiene en el podio de los contagios y de la vergüenza.

Foto: Felipe VI recibe a Pablo Casado en Zarzuela, en diciembre del año pasado. (EFE)

"Por favor, ¿me puedes traducir lo que va a pasar? Porque por más que leo no entiendo nada", me dice Alexandra. Y no es un problema de idioma. Le explico, con resignación, que los criterios sanitarios y científicos ya no cuentan, que se trata de una lucha de poder. Me dice que por qué hablamos de confinamiento, si son restricciones.

Antes de colgar, le confirmo que podremos quedar a comer el sábado al aire libre, que dice Weather Channel que va a hacer bueno, mientras los niños montan en bici. Mañana miraré de reojo los periódicos. Hay que aprovechar. Que solo se vive una vez.

Dos empleadas de un Zara de Madrid charlaban este lunes sobre su fin de semana. Una de ellas comentaba entusiasmada lo bien que salió la comunión del niño, y eso que solo se pudieron juntar 26 personas. Mi amiga Alexandra, francesa y asertiva, buscaba ropa para su hijo y escuchó la conversación. En cierto modo, les afeó la ligereza, la irresponsabilidad, tal y como están las cosas.

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