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La solidaridad, para el Domund
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Ángeles Caballero

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La solidaridad, para el Domund

Es esa palabra, solidaridad, la que chirría. Una palabra que suena a sacar la hucha del Domund, a cuando no se sentaban juntos en el Consejo de Ministros y eran simplemente Pablo y Yolanda

Foto: La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE)
La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE)
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Tiene Yolanda Díaz uno de los expedientes más aseados del Gobierno de coalición. Con poco ruido y bastantes nueces. Es la cara buena de Podemos, hasta el momento, o al menos de puertas afuera. La más amable y menos condescendiente de los cinco que ocupan la bancada azul del Congreso. La sonrisa permanente en la cara, hasta para explicar los datos del paro, hasta para responder a las críticas.

Díaz es así, riquiña y con cintura, agradable en el trato. Ha convencido a la patronal y a los sindicatos, se ha ganado a ese animal cargado de prejuicios que somos todos, empeñados en encasillar a la izquierda más izquierda en una forma de vestir y de comportarse determinada. Díaz podría, si quisiera, pasar por un miembro de la ejecutiva de Ciudadanos, también por un último fichaje de Casado en el mercado de invierno para suavizar las intervenciones de su partido.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE)

Pero también Yolanda Díaz tiene días malos. Nos pasa a todos, que a veces patinamos, sin que haga falta caer en la hipérbole permanente de la bronca política, sin que sirva para alimentar fuegos tuiteros o apertura de telediario.

Díaz lo hizo este jueves. Cuando le preguntaron por la petición de imputación a Pablo Iglesias por parte de un juez de la Audiencia Nacional. Que se olvidó del cargo que ocupan, ella y él, y le salió el colegueo, la panda de amigos que se convirtió primero en partido y luego en Gobierno.

Yolanda Díaz, sobre Pablo Iglesias: ''Confío en él, el tiempo va a hablar''

“Mi solidaridad absolutamente personal con el vicepresidente segundo. Lo conozco bien, confío en su absoluta inocencia y, desde luego, el tiempo va a hablar. Me parece que no hay una causa para que esto ocurra. Insisto, mi solidaridad, cariño y afecto”, dijo, con el 'photocall' de fondo del Gobierno vasco y una compareciente a su lado con los ojos abiertos como platos.

Son 33 segundos en los que repite la palabra solidaridad tres veces, las mismas que intenta quitarse un pelo que parece habérsele metido en la boca. Y es esa palabra, solidaridad, la que chirría. Una palabra preciosa, sonora, sin duda, pero que suena a sacar la hucha del Domund los domingos, suena a cuando no se sentaban juntos en el Consejo de Ministros y eran simplemente Pablo y Yolanda. Amigos, compadres, utópicos perdidos, soñando con un planeta mejor, más inclusivo y más justo, en el que el pueblo palestino haya recuperado todo lo perdido.

"Mi solidaridad absolutamente personal con el vicepresidente segundo. Lo conozco bien, confío en su absoluta inocencia y el tiempo va a hablar"

Y no. Son ahora, por obra y gracia del inmortal Pedro Sánchez, el vicepresidente segundo del Gobierno y la ministra de Trabajo. Bastaba con la prudencia, con no lanzar este órdago así, de esta manera. Bastaba quizá con no pronunciar esa palabra, que suena infinitamente mejor que resiliencia pero que, al menos para la que escribe, enrarece el discurso de la mano que mece la cuna de los ERTE.

Tiene una la sensación de que todo iba mejor cuando los políticos preferían no hablar de lo que no controlan, porque para eso están los tertulianos. Que vivíamos más tranquilos cuando desconocíamos qué series ven, qué artículos les gustan, sus filias y sus fobias, su campechanía, lo mucho que lamentan o celebran cualquier cosa, la confianza ciega que tienen en sus amigos.

Si es que eso alguna vez pasó.

Tiene Yolanda Díaz uno de los expedientes más aseados del Gobierno de coalición. Con poco ruido y bastantes nueces. Es la cara buena de Podemos, hasta el momento, o al menos de puertas afuera. La más amable y menos condescendiente de los cinco que ocupan la bancada azul del Congreso. La sonrisa permanente en la cara, hasta para explicar los datos del paro, hasta para responder a las críticas.

Yolanda Díaz