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El alcalde Almeida: entre Beatus José Luis y 'Pepito el cabrón'
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Ángeles Caballero

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El alcalde Almeida: entre Beatus José Luis y 'Pepito el cabrón'

Puede que casi una semana después de la gran nevada, pocas cosas tengan gracia en Madrid, pero el alcalde sabe que el sentido del humor desarma

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Puede que casi una semana después de la gran nevada, pocas cosas tengan gracia en Madrid, pero el alcalde sabe que el sentido del humor desarma. José Luis Martínez-Almeida procura sacar a relucir el suyo a la mínima, con la misma rapidez con que contesta a las preguntas de la prensa. Es casi imposible pillarle en un renuncio. Pim, pam, fuera. Y ya no te da tiempo de repreguntar.

Por si acaso, reserva la guasa en la recámara por si el asunto del día se complica. Y ya sabemos cómo es la guasa de ‘desdramatizante’. “La nevera de un soltero da miedo”, ha declarado en un reportaje en 'El Mundo'. Y no puedes cebarte con alguien que reúne tanta verdad en solo siete palabras.

Tampoco es fácil hincarle el colmillo a quien se pone el primero de la fila a reírse de su aspecto físico. Qué demonios le vamos a afear si tan pronto se pega un baile entrañable y arrítmico con los Reyes Magos y los elfos en la puerta del ayuntamiento como empuja un trineo porque había que salvar la magia de la Navidad y ahora empuja un coche para salvarnos de la rotura de cadera.

placeholder El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE)
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE)

Tanto es así, que una ya no descarta que sea él mismo quien mañana me traiga el pedido de la frutería que tengo pendiente. Tanto es así, que estoy dispuesta a olvidar durante unos segundos al Almeida portavoz del PP, o el de la oposición a Carmena, chulesco y faltón, tan cercano en el tiempo para muchos madrileños. Porque una tiene memoria prodigiosa para lo inane, pero también para lo otro.

Yo bromeo con todo, sobre todo y en cualquier situación”, declaraba el pasado verano a la edición española de la revista 'Vanity Fair'. La frase, leída ahora, suena desafortunada. Como también lo era ese mes de agosto en que la pronunció, tras la primera ola y una desescalada que fue derrumbe.

Asistimos, cacho a cacho, gramo a gramo, que cantaba Estopa, al proceso de beatificación de un político. Abogado del Estado, vacilón y del Atlético de Madrid. Ni un pero, alcalde de mi vida.

Foto: El alcalde de madrid visita el dispositivo del plan de emergencias invernales. (EFE)

Eso sí, ¿que la pandemia se desborda?, ¿que las aceras resbalan?, ¿que la basura se acumula?, ¿que las vacunas no se inyectan? Bueno, pero es tan simpático… ¡Y le animan por las calles! ¡Y es amable con la prensa! Entonces, nada.

Nuestro alcalde, con su jersey de Pulligan y su pañuelito al cuello para no coger frío, que esa zona es muy traicionera, es capaz de reunir a varios hombres en uno. Es Churchill y es templanza, es carisma mientras te guiña el ojo para no abrumarte. Pero también es el vecino que te espera para subir contigo en el ascensor y el hombre que ameniza la espera en las Urgencias contando chistes malos. Es Beatus José Luis. “Pepito el cabrón” para Esperanza Aguirre. “Un hombre que no es tan feo como dicen” para mi suegro. Objetivo casi conseguido.

Madrid está sin saber si el lunes abrirán los colegios, pero con la nieve acumulada en las calles

Dice Almeida que espera que “Pedro Sánchez haya aprendido a ser cercano a la gente”. Eso es pedir un milagro como, no sé, que los autobuses circulen en Madrid con normalidad. Viva la empatía, alcalde, pero no hace falta ser un lince para imaginar cómo habría reaccionado el PP si Sánchez emulara cualquiera de las escenas que él mismo ha protagonizado.

Mientras, el partido que gobierna Madrid, ejemplo de eficacia en la gestión porque ya sabemos que la izquierda no hace otra cosa que atracar el bolsillo de los contribuyentes para gastárselo en gambas y chiringuitos feministas, nos tiene hechos unos zorros. Sin saber si el lunes abrirán los colegios, pero con la nieve acumulada en las calles a la espera de las palas de los vecinos, con un porcentaje vergonzoso de vacunación en residencias, según denuncia la Asociación Madrileña de la Dependencia, con los hospitales saturados de contagios y sin poder atender otras patologías.

Es un desastre, sí. Pero el humor, alcalde, que no nos falte.

Puede que casi una semana después de la gran nevada, pocas cosas tengan gracia en Madrid, pero el alcalde sabe que el sentido del humor desarma. José Luis Martínez-Almeida procura sacar a relucir el suyo a la mínima, con la misma rapidez con que contesta a las preguntas de la prensa. Es casi imposible pillarle en un renuncio. Pim, pam, fuera. Y ya no te da tiempo de repreguntar.

Esperanza Aguirre
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