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Iglesias y el 23-F: o a setas o a Rolex
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Ángeles Caballero

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Iglesias y el 23-F: o a setas o a Rolex

Iglesias está enfadado con todos nosotros y nos castiga con el látigo de su indiferencia. Castiga al monarca y a la presidenta del Congreso. Ve conspiraciones y fantasmas por todas partes

Foto: Pablo Iglesias saluda al rey Felipe en un acto por el 40 aniversario del golpe de Estado del 23-F. (Reuters)
Pablo Iglesias saluda al rey Felipe en un acto por el 40 aniversario del golpe de Estado del 23-F. (Reuters)

“Mari, en misa no se cruzan las piernas. Es de mala educación”. Mi madre se acercaba al oído, susurrante pero rotunda, y me lo hacía saber. Si se me olvidaba durante la liturgia, me propinaba un manotazo en el muslo y yo volvía a poner mis rodillas en paralelo. Nunca supe qué podía molestarle a Dios de ese gesto, pero menuda era mi madre.

Se cumplían este martes 40 años del intento de golpe de Estado del 23-F y la pandemia redujo la conmemoración a las raspas. Felipe VI, jaleado nada más salir del coche en la carrera de San Jerónimo, saludó a las autoridades que lo esperaban y al respetable con el golpecito en el corazón, ese gesto tan de baladista en el escenario agradeciendo la entrega de sus fans.

Poco después, el salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados se llenó de una escogida selección de hombres y mujeres sentados en una silla. Estaban Felipe VI, Pedro Sánchez y Pablo Casado como estaba yo en misa con mi madre, piernas ligeramente abiertas, zapatos brillantísimos y traje oscuro como corresponde a otra liturgia, la constitucional. Estaba Gerardo Pisarello en su planeta, con el móvil en la mano y moviendo los pulgares. Estaba el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, con las piernas cruzadas.

A ambos se les olvidó aplaudir cuando el monarca acabó su intervención y se dio por acabado el acto. Que digo yo que por pura cortesía institucional y educación tampoco habría pasado nada por hacerlo. Y solo fueron 30 minutos de tortura. Como una misa de diario, sin coro y sin segunda lectura.

Pero el líder de Unidas Podemos está enfadado con todos nosotros y nos castiga con el látigo de su indiferencia. Castiga al monarca y a la presidenta del Congreso, una Meritxell Batet que vocaliza como si presentara las noticias o quisiera homenajear a la Reina de España. Iglesias ve conspiraciones y fantasmas por todas partes, practica el ceño fruncido en demasía. Cualquiera diría que hubiera preferido estar en el grupo de los que le hicieron el plante al monarca. Igual conviene centrarse, vicepresidente. O a setas o a Rolex.

Batet y Felipe VI —sigue sin resolver los gallos en la voz— improvisaron poco. Hablaron de la firmeza y el éxito de los que actuaron entonces, hace cuatro décadas, por defender la democracia. Esa que nos hace ciudadanos y ciudadanas libres y que, como cualquier relación entre dos personas, debe cuidarse de a poquito y a diario si quieres que la cosa prospere. Ambos mencionaron al anterior monarca, Rey de una y padre del otro, y su participación aquellos días. Ambos recordaron el compromiso de los presentes en la sala para preservar lo que tenemos. “Se lo debemos al pueblo español”, recordó el monarca.

Fue un acto minimalista, aunque la decoración de la sala dijera lo contrario. Fueron dos discursos llenos de buenas palabras y que recordaban que lo que entonces fracasó no puede volverse a repetir.

Foto: El rey Felipe, este martes en el aniversario del 23-F. (Limited Pictures)

Mientras, en otra sala, los socios de investidura justificaban su desplante para no formar parte “del régimen del 78” y sus portavoces se negaban a responder en castellano a los presentes, en otra muestra más de lo cercenadas que están sus libertades.

Ha sido otra fiesta de la democracia resuelta en 30 minutos.

“Mari, en misa no se cruzan las piernas. Es de mala educación”. Mi madre se acercaba al oído, susurrante pero rotunda, y me lo hacía saber. Si se me olvidaba durante la liturgia, me propinaba un manotazo en el muslo y yo volvía a poner mis rodillas en paralelo. Nunca supe qué podía molestarle a Dios de ese gesto, pero menuda era mi madre.

Rey Felipe VI Golpe de Estado del 23-F