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Salud mental: más pastillas para dormir que expectativas
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Ángeles Caballero

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Salud mental: más pastillas para dormir que expectativas

Estamos ya asistiendo a una cuarta ola, la de los problemas relacionados con la salud mental​ que afectará, como siempre, a los más humildes

Foto: Imagen de 3D Animation Production Company en Pixabay.
Imagen de 3D Animation Production Company en Pixabay.

A los 13 años pasan muchas cosas. O al menos parece que pasan. Haces algo más que trasladarte de casa a clase y viceversa. Cambia el cuerpo, cambia la voz, dedicas más tiempo a pensar la ropa que te pones cuando quedas con gente. Porque socializar implica prestarle atención a este tipo de detalles.

A los 13 iba al cine y al salón de juegos recreativos. Echabas la tarde y veías la vida pasar mientras esperabas que apareciera quien te gustaba esa semana. Era todo efímero, porque lo único permanente era una edad del pavo en la que no te aguantabas a ti mismo y tampoco al resto.

A los 13 esperábamos aprobar a final de curso para no tener que cargar con los libros y los apuntes en vacaciones. Y sobre todo esperábamos los viajes con el colegio. El mío fue a Jaca y probé por primera vez los cigarrillos mentolados. Pablo, por ejemplo, fue a Granada y recuerda las risas en los coches de choque con su amigo Ignacio. También tenían 13 años.

Foto: Foto: iStock.

Silvia tiene un hijo que acaba de cumplir esa misma edad. Esta semana le llevó al centro de salud. La médica de cabecera le mandó de cabeza al psicólogo. En el camino de vuelta a casa desde la consulta, al hijo de Silvia le temblaban los brazos. “No te imaginas los ataques de ansiedad que tiene”, dice.

Mientras, la hija de Pablo, que también tiene 13, hace vida de cama y sofá en cuanto llega a casa. Está desmotivada, mustia como nunca. Se pone muy tremenda y dice que no tiene ganas de nada, que no aguanta las clases, los profesores y de paso el sistema educativo español. Cualquier plan le produce una pereza máxima, cualquier idea es respondida con un “puff”, como si todo le pesara. Este lunes, día no lectivo en la Comunidad de Madrid, dio una vuelta con una amiga a media mañana. Volvió con el monedero intacto.

—¿Qué habéis hecho?

—Andar.

—¿Y no habéis tomado nada?

—Puff.

Esta semana, el diputado por Más País Íñigo Errejón alertaba en el Congreso de los Diputados de otra pandemia, la de la salud mental. La que no es tan evidente, la silenciosa, la que sigue estigmatizada, la que se minusvalora. “Está en la edad”, “ni caso”, “son ganas de llamar la atención”, “yo a su edad era igual”. Y no.

Foto: Imagen: Learte
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Estamos ya asistiendo a una cuarta ola, la de los problemas relacionados con la salud mental que afectará, como siempre, a los más humildes. Esos que son incapaces de pagar 50 euros por una consulta de psicólogo privado a la que habrá de acudir una vez por semana si queremos resultados. Porque nuestro Sistema Nacional de Salud no puede asumir la avalancha de consultas multiplicadas por el covid. Ese sistema que, como saben, se financia gracias a los impuestos que pagamos.

Llevamos un año preocupados por la fiebre, la saturación del oxígeno, la tos seca, el lavado de manos, la distancia social. Desde marzo de 2020, un 7,3% de los españoles ha tenido que recurrir a ayuda profesional debido a su estado de ánimo o situación emocional; de estos, más de un 50% ha acudido a un psicólogo, según el CIS.

A los de 13 años se les ha robado un año de vida. Ese año en el que socializar es clave y quizás intuyas si eres más de ciencias que de letras

Mientras, a los de 13 años se les ha robado un año de vida. Ese año en el que socializar es clave y quizás intuyas si eres más de ciencias que de letras. Ese año en el que alguien te decepcionará y sentirás que el mundo es un lugar hostil y te invadirán letras de copla en las que todo se vive de manera desgarrada.

Ellos padecen ahora una mezcla de incertidumbre, de ira y de insomnio multiplicada por mil. Por lo vivido y lo que vendrá. Viven inmersos, ellos y sus compañeros de otros cursos, en una escena que resume bien el senador Eduardo Rubiño. En ella, vemos una mesilla con más pastillas para dormir que expectativas. Son los de 13 años, sí, pero también están los de entre 18 y 29 años, que son el grupo social más afectado por la fatiga pandémica según una encuesta del CSIC.

Puff.

A los 13 años pasan muchas cosas. O al menos parece que pasan. Haces algo más que trasladarte de casa a clase y viceversa. Cambia el cuerpo, cambia la voz, dedicas más tiempo a pensar la ropa que te pones cuando quedas con gente. Porque socializar implica prestarle atención a este tipo de detalles.

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