Ideas ligeras
Por
Admirar a Gabilondo, votar a Iglesias
La oratoria no parece bastar en este 4-M de fango, balas y cañas. De poco sirve admirar a un candidato cuando acabas votando a otro
Mariano y Dolores han llegado con tiempo de sobra al centro cultural José Saramago de Leganés. “Vivimos al lado”, dice ella. Cuando pronuncia el nombre de Ángel Gabilondo, sonríe con los ojos: “Me gusta mucho, tiene un estilo tan distinto…”. Su marido dice que el candidato socialista es moderado, que da gusto oírle hablar, pero que él ha votado a Podemos.
“Mira, me he pasado más de 40 años trabajando en Construcciones Aeronáuticas [actual Airbus], luchando por defender esto [señala el tenderete de la entrada con el logo del PSOE]. He estado 45 días en la calle por no callarme, por estar siempre del lado de unos principios”, explica. Pero Mariano, repite, ha votado a Pablo Iglesias. Siempre a la izquierda, claro, “porque la derecha me parece un poco boba”. “Me resisto a esa idea de que tenemos los políticos que nos merecemos, aunque un poco masoquistas sí que somos”, bromea.
El auditorio del centro cultural es una enorme sala de cine, con sus distancias de seguridad y sus butacas condenadas. La sala, a escasos minutos de que empiece el acto, tiene el aforo completo. La mayor parte del público está casi cortado por el mismo patrón: edad para recibir la vacuna de AstraZeneca, gafas de pasta como las del catedrático. Ellas llevan mochilas como bolso, un formato mucho más práctico que la bandolera, y llevan fotos de los nietos en el fondo de pantalla del móvil.
Este #4M haremos cola. Una en la que, miremos delante o detrás, a un lado o al otro, todos estamos igualados.
— #ÁngelGabilondo (@equipoGabilondo) April 28, 2021
Cada voto, por muy humildes que seamos, vale lo mismo que cualquier otro.
Y esto es lo que algunos no soportan: la democracia nos iguala a todos en esta decisión. pic.twitter.com/yyXSt2wpJm
Tres amigas jubiladas, arregladas y vestidas de colores vivos y con manicura impecable, charlan animadamente y se organizan para salir mañana a andar. De repente, el volumen de la música sube de forma notable. “Esto está altísimo, ¡es una falta de respeto para la gente!”, se lamentan. Son de ese tipo de señoras que entran en una sala de cine dispuestas a comentarlo todo en voz alta, 'spoilers' incluidos. Una de ellas reconoce al anterior alcalde de Leganés entre el público. “¡Ese es el que me gustaba a mí!”, explica.
Entra el candidato. El público en pie, aplausos contundentes y algún que otro grito de “¡presidente!”. Gabilondo hace el paseíllo y uno de los señores sentados con vistas al pasillo, quizás el mayor de todos, le agarra del brazo y le grita algo que ha debido ser bueno a juzgar por el susto inicial y la sonrisa posterior del aludido. Es uno de esos ancianos —el señor, no Gabilondo— a los que, llegados a una cierta edad, les resulta cómodo llevar tirantes llegados y el pelo muy corto para evitar peinarse.
La número dos de la candidatura, Hana Jalloul, sale al escenario algo emocionada. Es ex vecina de Leganés y en la localidad pepinera viven aún sus padres y dos de sus hermanos. Le lanza besos y guiños a Gabilondo, al que el público espera con paciencia. Jalloul tiene la boca algo seca, como todo aquel que sale a hablar en público, más aún cuando te están viendo tus anteriores vecinos.
¿Cuál es la diferencia entre el Partido Socialista y el pensamiento conservador?
— #ÁngelGabilondo (@equipoGabilondo) April 28, 2021
No es que nosotros tengamos valores y ellos no. Ellos también los tienen.
La prioridad en nuestra escala de valores es no poner el bien común al servicio de intereses particulares.#VotaPSOE pic.twitter.com/a3Mevf7C65
Y sale Gabilondo. Y cuando parece que vamos a echarnos una cabezadita, dice cosas bonitas, intelectuales y aspiracionales, sus 'gabilondadas'. Y en medio de ellas, mete tres gags que sorprenden al respetable, que se parte de risa. Algunas voluntarias, otras no tanto. “Ese planteamiento es in-sos-te-ni-ble”, dice convertido en José Luis López Vázquez.
María e Isabel son amigas y residentes en Leganés. La primera está entregada a Gabilondo. “Me gusta el PSOE y me gusta Gabilondo, todo”, dice. Isabel explica que ella y su marido, que pertenecía al sindicato USO, corrían delante de los grises en 1974, por eso no quiere que las cosas cambien y que los derechos conseguidos se desmantelen. Eso sí, esta vez, reconoce con la boca chica, ha votado ya a Iglesias. Su amiga le quita importancia y gravedad al asunto. “Mira, los vamos a juntar como un recortable: un poco de Gabilondo, otro poco de Errejón, de Iglesias… Todos tienen algo bueno. Ya verás, lo vamos a conseguir”, dice.
Curro charla con su amiga Laura. Los dos tienen 17 años. Curro tiene mañana un examen de Historia, pero le pueden las ganas de hablar. “Madre mía, si era el único joven de ahí dentro”, dice entre carcajadas. Su amiga, que también es compañera de clase, ha preferido quedarse estudiando en la biblioteca. “Me gusta su forma de ser”, dice Curro de Gabilondo. Pero dice estar mucho más pendiente de lo que dicen otros. Se refiere al PP y a Vox. “Me enerva la sangre cuando hablan de las colas del hambre. En mi casa hemos tenido que ir a pedir durante el confinamiento, y también nos ayudaron los vecinos. Si no fuera por ellos…”, dice. Ahora las cosas van mejor y sus padres tienen trabajo. Ella trabaja limpiando un colegio y su padre es albañil.
El padre de Laura es ahora de derechas, pero a ella y al resto de la familia les tira la izquierda. “Pero no molesta”, dice sonriente. La semana pasada acudió al mitin que dio Vox en Leganés. Aguantó poco, pero tenía ganas de escuchar lo que dicen. En clase, dicen ambos compañeros, se habla y se discute mucho de política. “Hay tensión, a veces por lo que se dice, o por cosas que estudiamos, o por la mascarilla que llevamos”, dice Curro.
Acaban de estudiar a Hitler, a Stalin y les queda poco para la Guerra Fría. “El otro día estábamos estudiando sobre el movimiento obrero, el profesor nos puso ‘La internacional’ y hubo compañeros que pidieron el ‘Cara al sol”, afirma. El otro día uno de los colegas de pupitre colgó en sus redes sociales la foto de unas llaves. “El llavero era la cara de Franco. No me jodas”, dice mientras mueve mucho las manos.
La conversación se interrumpe cuando aparece una mujer y le dice a Curro: “Oye, que tu madre lleva un rato ahí esperando”. Curro obedece y va al encuentro de su progenitora. “No, si ya me lo dicen en el instituto. Que problemas para hablar no tiene”, dice ella. Tampoco los tiene Gabilondo. Pero la oratoria no parece bastar en este 4-M de fango, balas y cañas. De poco sirve admirar a un candidato cuando acabas votando a otro.
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Mariano y Dolores han llegado con tiempo de sobra al centro cultural José Saramago de Leganés. “Vivimos al lado”, dice ella. Cuando pronuncia el nombre de Ángel Gabilondo, sonríe con los ojos: “Me gusta mucho, tiene un estilo tan distinto…”. Su marido dice que el candidato socialista es moderado, que da gusto oírle hablar, pero que él ha votado a Podemos.
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