Es noticia
Mercedes González o darse a conocer metiéndose en el barro
  1. España
  2. Ideas ligeras
Ángeles Caballero

Ideas ligeras

Por

Mercedes González o darse a conocer metiéndose en el barro

González Fernández compareció ante las cámaras y no quiso achantarse con el alcalde de Madrid​, que es tan empollón como ella, pero lleva un guion entre los apellidos

Foto: La delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González (i), y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE)
La delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González (i), y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE)

Mercedes no podía ser otra cosa en esta vida que socialdemócrata. Se apellida González Fernández, lleva el mismo peinado desde que coincidimos en la universidad y encaja como un guante en esa cosa tan valorada que es la discreción. No parece ser de esas personas que se abrazan al 'marketing' político y al sujeto y predicado perfecto en busca de un 'trending topic' o su ratito de homenaje. Pero esta semana se olvidó de los micrófonos, de que es la representante del Gobierno en la Comunidad de Madrid y sacó a la chica de barrio que todas llevamos dentro, unas más sujeta que otras.

La delegada del Gobierno en este reducto de libertad apuntaba maneras, a principios de esta semana, durante una ronda de entrevistas radiofónicas. Con Àngels Barceló, sacó a la Mercedes más institucional, a la alumna aplicadísima que conocimos. Minutos después, estaba tuteando a Carlos Alsina y respondiéndole a una de sus preguntas con un “Te doy la vuelta” para responder lo que tocaba en ese momento.

Y lo que tocaba era la turra de siempre: que la culpa del despiporre del sábado la tuvieron y la tendrán siempre Isabel Díaz Ayuso en particular y el PP de Madrid en toda su extensión. Libertad convertida en libertinaje, dijo. Una palabra que suena a antiguo, casi tanto como decoro, que es lo que nos hace falta, compañera.

González Fernández compareció ante las cámaras y no quiso achantarse con el alcalde de Madrid, que es tan empollón como ella, pero lleva un guion entre los apellidos. No se dio cuenta de que a la derecha castiza se le tolera casi todo. Cierto matonismo, un estilo chulesco que hace gracia, una libertad de expresión que bordea los límites, que de vez en cuando se enfanga aunque siempre salga airosa. Ayer por la mañana, algún ilustre comunicador le regalaba los oídos bautizándola como “la nueva Adriana Lastra”.

Almeida ya era ‘rafahernandesco’ cuando quien mandaba en el ayuntamiento era Ana Botella, mientras que de González sabíamos poco o casi nada. Hasta anteayer. Salió con ese traje discreto, el flequillo domado, la sonrisa a punto, y decidió convertir aquello en una conversación de tasca. Una primera sonrisa ante el primer envite, un tono de profesora redicha ante el alumno respondón.

Foto: La delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González (i), y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (d). (EFE)

Fue aquella comparecencia una gracieta sin gracia que no salvó ni la referencia a Pimpinela ni lo de “esto es un cachondeo”, que es una palabra que mi madre no permitía que se pronunciara en casa aunque mi hermana y yo argumentáramos que aparece en el diccionario de la RAE. Fue un diálogo de un aspirante a Arniches abocado al fracaso. “Querido José Luis”, le dijo un par de veces. Y Pepito, como le llama Esperanza Aguirre, la Casta y la Susana a la vez, hizo lo de siempre: devolvérsela con agilidad. Una y otra vez.

Mientras, González movía mucho las piernas y el flequillo, hasta que el barrio y el barro la devoraron y dio por finalizada la cordialidad con una sonrisa forzada e incómoda. Mientras, el flequillo de Almeida permanecía inalterable, porque la campaña electoral le ha venido bien para sacar al que siempre fue. Un Pichi colchonero que se desquita ahora de los años en los que se recluyó para opositar.

Mientras Ayuso tiene lo que hay que tener, Mercedes González es ahora, escuchaba ayer, “el nuevo muñeco de Pedro Sánchez”

El comportamiento de ambos es lamentable. Más aún en un escenario plagado de banderas a las que representan tanto Almeida como González. Y me temo que no era esta la mejor forma de darse a conocer, delegada. Porque la derecha perdona los deslices en la política siempre que sean ellos los protagonistas. Y mientras Ayuso tiene lo que hay que tener, González es ahora, escuchaba ayer, “el nuevo muñeco de Pedro Sánchez”.

Permítame un consejo, Mercedes. No se confíe, no se relaje. Vuelva a la Mercedes de los noventa, cuando estudiaba en aquel edificio de la calle Julián Romea y temblábamos ante los exámenes de Antonio Miguel Carmona. Otro socialdemócrata.

Mercedes no podía ser otra cosa en esta vida que socialdemócrata. Se apellida González Fernández, lleva el mismo peinado desde que coincidimos en la universidad y encaja como un guante en esa cosa tan valorada que es la discreción. No parece ser de esas personas que se abrazan al 'marketing' político y al sujeto y predicado perfecto en busca de un 'trending topic' o su ratito de homenaje. Pero esta semana se olvidó de los micrófonos, de que es la representante del Gobierno en la Comunidad de Madrid y sacó a la chica de barrio que todas llevamos dentro, unas más sujeta que otras.

José Luis Martínez-Almeida
El redactor recomienda