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Ángeles Caballero

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Garzón: menú de memes y memeces

Hablemos de España, donde la tasa de obesidad se ceba con la infancia y se duplica en las familias de rentas más bajas. Donde ser pobre conlleva vivir menos

Foto:  El ministro de Consumo, Alberto Garzón. (EFE/Quique García)
El ministro de Consumo, Alberto Garzón. (EFE/Quique García)

La epidemia de la obesidad es silenciosa e imparable. La OMS nos dice que desde 1975 se ha triplicado la tasa en todo el planeta. Que ingerimos más calorías que las que gastamos. Que llenamos el buche y las arterias de alimentos repletos de grasas y azúcares y a cambio hacemos muy poco esfuerzo por movernos. Que las consecuencias para la salud son nefastas y con ello (un abrazo, liberales) se dispara el gasto en salud pública.

Pero hablar del mundo nos resulta lejano, así que hablemos de España, donde la tasa de obesidad se ceba con la infancia y se duplica en las familias de rentas más bajas. Donde ser pobre conlleva vivir menos, donde escasea la educación nutricional. Por eso el Ministerio de Consumo ha lanzado una guía gratuita con recomendaciones de Marián García, doctora en Farmacia y Nutrición (Boticaria García); María José San Román, una chef con estrella Michelin, y la periodista Arantxa Casado, para que en poco tiempo y por poco dinero uno pueda aspirar a comer salud.

Foto: Foto: Unsplash/@element5digital.

¿Otra vez Garzón ordenando y prohibiendo cosas? Quietos, fieras, que nos conocemos.

Conocí a Marián García hace unos cuantos años. Nos tomamos una cerveza y unas croquetas en la terraza de la cervecería Santa Bárbara de la calle Goya. Alcohol y fritanga en nuestra primera cita. Luego cada una siguió a lo suyo después de desvirtualizarnos. Se ríe cuando le advierto de las consecuencias de ligarse a un proyecto del ministro Garzón, tan objeto de 'memes' como de memeces.

“Estamos hablando de los objetivos de desarrollo sostenible, ligarlo a una prohibición o a cualquier otra cosa es absurdo, un ‘cuñadismo’. Más bien se trata de dar herramientas y decirle a la gente que se puede comer de forma saludable, rápido y barato. Vale para los que no tienen mucho dinero, pero también para los que les da pereza ponerse a ello”, explica.

La guía, dice, es un arma para plantarle cara a la comida rápida, explicada e ilustrada de una forma tan atractiva como la que emplean las propias empresas del sector. La guía, antes de que se lance algún 'lectoro' (lector + ‘señoro’) al respecto, dice que es respetuosa con la diversidad y con el planeta, pero también recomienda comprar las cosas en el súper cuando el reloj aprieta y dice frases como que “el kale suena muy 'cool', pero es la col rizada de toda la vida”.

Foto: Filete de salmón. (iStock)

Me gusta mucho el optimismo de mi tocaya, encantada de participar en un proyecto de este tipo y de las reacciones que ha recibido al respecto. “A todo el mundo le parece una buena idea”, dice.

Mis redes sociales, variadas como mi pelaje, reaccionan de otra manera. Soliviantados algunos por el despilfarro de dinero público dedicado a la iniciativa, deseosos de compartir el enésimo chiste y acudiendo rápidos y veloces a fotografiar otro bodegón de bollería industrial y carnaza poco hecha. Albert Rivera, que en paz política descanse, lo ha resumido como: “Un ministerio convertido en la página de la Thermomix”. Teniendo en cuenta que un robot de cocina de segunda mano y de esa marca cuesta casi 700 euros… Con qué poquito hacemos el tontaina.

Foto: El ministro de Sanidad y Consumo, Alberto Garzón. (EFE) Opinión
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Anoche cené pijotas rebozadas en harina integral y fritas en aceite de oliva. Añadí una ensalada de tomates, caballa y la aliñé con hierbas provenzales que compré en la mismísima Provenza. Le dediqué un rato al asunto mientras los dos ordenadores en casa estaban ocupados por dos miembros de la familia y porque pude.

Como me permití comprar el pescado fresco sin prestarle demasiada atención al precio que pagué por él, soy una privilegiada, me digo a mí misma, siempre que puedo. Y quisiera que los que me rodean pudieran poner la sartén a fuego muy lento como hice yo, para que la cena no se me arrebatara.

Pero qué sabré yo. Y sobre todo qué sabrán el ministro Garzón, las doctoras en nutrición, las chefs con estrellas Michelin. Y ya puestas, qué sabrá la ONU.

La epidemia de la obesidad es silenciosa e imparable. La OMS nos dice que desde 1975 se ha triplicado la tasa en todo el planeta. Que ingerimos más calorías que las que gastamos. Que llenamos el buche y las arterias de alimentos repletos de grasas y azúcares y a cambio hacemos muy poco esfuerzo por movernos. Que las consecuencias para la salud son nefastas y con ello (un abrazo, liberales) se dispara el gasto en salud pública.

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