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'Euskopower': unos piden perdón, otros regañan
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Ángeles Caballero

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'Euskopower': unos piden perdón, otros regañan

Aizpurua dedicó una parte de su discurso a lamentar el dolor de todas las víctimas del terrorismo. Aitor Esteban le echó la bronca a un Sánchez que lo miraba serio

Foto: La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua. (EFE/Chema Moya)
La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua. (EFE/Chema Moya)
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Entre Bildu y el PSOE, siempre hay olor a molestia. A los primeros no les hace gracia apoyar a un partido que sostiene que la transición hizo posible la etapa más próspera de nuestro país, que apoya el título VIII de la Constitución, que se siente orgulloso de la Carta Magna, de la salud democrática de España… Y, a cambio, a Sánchez le da por poner ese gesto suyo de cuando algo le incomoda.

Junta un poco la boca como si fuera a silbar, a veces se lleva el boli a la comisura de los labios para disimular cuando oye que es Bildu quien le canta las cuarenta, le dice que el "modelo de Transición no es una herencia, sino una hipoteca". Quien le advierte de que más le vale que amplíe “libertades y bienestar social en vez del blindaje de los beneficios de la minoría”. Qué de coincidencias, maldita sea. Qué de cosas que yo también pienso. Benditos tiempos del bipartidismo, se dirá.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplaudido por la bancada socialista. (EFE/Chema Moya)

Usted verá, le advirtió Mertxe Aizpurua. Y al presidente se le nubló el aura en el que vivía instalado desde el martes porque sabe quién es su compañero de viaje y qué percepción tienen de ese copiloto muchos de sus votantes. Y sus barones. Y sus mayores. “In Spain we say qué coño hago”, que diría Rigoberta Bandini.

Aizpurua dedicó una parte de su discurso a lamentar el dolor de todas las víctimas del terrorismo. Una declaración medidísima, como los comunicados de los divorcios de Hollywood. Es imposible reparar lo anterior, reconoció. Y muchos sabemos que dará igual. Que aunque la portavoz de EH Bildu se emocione y se le seque la boca al hablar, siempre habrá muchos incapaces de ver en ella algo de sinceridad y de arrepentimiento. Yo no necesito de esas palabras porque no soy víctima de ETA. Por eso cuesta bendecir sin matices esa parte de discurso. Tanto como demonizarlo.

Previamente, Aitor Esteban había ejercido de Julia Martín Huerta. A la sazón, mi madre. Le echó una bronca a un Sánchez que lo miraba serio pero no hacía nada por evitar la 'euskocampechanía' del portavoz del PNV, así que alguna risilla se le escapaba. “A ver, Pedro, si te centras de una vez y dejas de darme disgustos. ¿Te parece normal que todas estas personas que han venido aquí estén más pendientes de mi reacción que de tu comportamiento? Estoy ya un poco cansado de esta actitud tuya, de que no pienses nunca en el largo plazo; que no haces más que ponerme palos en las ruedas y así no hay quien confíe. Menos conferencias y más competencias. Qué desasosiego, hijo de mi vida”.

Ninguna de estas cosas las ha dicho tal cual Esteban, pero créanme que es la idea que sobrevoló. Le faltó darle un pellizco en la mejilla al bajarse del atril.

Previamente, la mañana había sido tremendamente aburrida, con el debido respeto a los oradores. Míriam Nogueras (Junts per Catalunya) y Ferran Bel (PDeCAT) mostraron su disconformidad con todo lo acontecido desde el martes a las 12 de la mañana e incluso desde mucho antes. Todo son agravios con los catalanes desde tiempos inmemoriales. Ya saben. La comunicación no verbal del presidente indicaba que necesitaba un café y un sueño reparador. “Salgan del congelador”, respondió en un fogonazo que duró un suspiro. Luego continuó dormitando sin cerrar los ojos.

Íñigo Errejón y Joan Baldoví aprovecharon para colocar sus temas en los minutos que les correspondían. Sánchez les dio las gracias. Si esto fuera 'First Dates', habrían dicho que les gustaría quedar otra vez.

A Inés Arrimadas le sobraron los últimos seis minutos de intervención. Tiró del repertorio habitual, que es algo que a mí me parece bien porque a quién no le va a preocupar el precio de la compra semanal, el alquiler o la hipoteca, la pensión, la conciliación. O el descaro presidencial a la hora de meterle mano a las instituciones. Pero luego empezó a afearle a Sánchez no tener ideología y ahí reconozco que me dio un poco la risa. Remató refiriéndose a Bildu como “hijos de ETA” y opté por irme a llorar de pena a un rinconcito de la tribuna. Y Sánchez, que tiró de sobrado para contestarle, no tuvo otra idea peor que decir: “Si uno escarba en sus argumentos, se da cuenta de cuán burdos son”. Abrazó a Patxi López. Y todo siguió dándome pena.

Entre Bildu y el PSOE, siempre hay olor a molestia. A los primeros no les hace gracia apoyar a un partido que sostiene que la transición hizo posible la etapa más próspera de nuestro país, que apoya el título VIII de la Constitución, que se siente orgulloso de la Carta Magna, de la salud democrática de España… Y, a cambio, a Sánchez le da por poner ese gesto suyo de cuando algo le incomoda.

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