Intención de Voto
Por
¿Por qué se equivoca (tanto) el CIS?
En Intención de Voto, mano a mano, cruzaremos encuestas, analizaremos cifras y contrastaremos hipótesis. ¿Nuestro objetivo? Limpiar y traducir datos para recabar información inédita y relevante sobre la realidad política,
En Intención de Voto, mano a mano, cruzaremos encuestas, analizaremos cifras y contrastaremos hipótesis. ¿Nuestro objetivo? Limpiar y traducir datos para recabar información inédita y relevante sobre la realidad política, y luego contarlo de manera amena a los lectores.
Los ciclos electorales favorecen la proliferación de multitud de sondeos y análisis demoscópicos. Pero, tras cada elección, una vez que ya se conocen los resultados definitivos de las votaciones, llega la hora de valorar la capacidad de predicción de las agencias encargadas de efectuar los sondeos. ¿Por qué algunas agencias aciertan más que otras? ¿Cómo influye el método de trabajo de las empresas demoscópicas en su capacidad de acierto a la hora de efectuar las predicciones?
Puesto que el próximo mes de mayo tendremos elecciones al Parlamento Europeo, es buen momento para volver la vista atrás y fijarnos en las encuestas de aquellas elecciones europeas, celebradas en junio de 2009. Entonces, la mayoría de los sondeos pronosticaron una clara victoria del PP sobre el PSOE.
De los ocho sondeos realizados por otros tantos institutos privados para dichas elecciones, siete de ellos vaticinaron la victoria de los populares con un grado de acierto inferior al error de la muestra del que informan todas las encuestas. Sin embargo, el CIS predijo una victoria del PSOE por la mínima; una victoria que luego, cuando se conocieron los resultados definitivos de la votación, no fue tal, pues los socialistas no sólo perdieron, sino que, además, lo hicieron por más de tres puntos de diferencia frente a los populares.
El mismo CIS reconoció su error. En su descargo señaló que el sondeo se había realizado un mes antes de las elecciones, cuando las respuestas de los encuestados estaban menos definidas que una semana antes de la votación. ¿Esta explicación es suficiente? En gran medida, sí. El argumento, en términos generales, es cierto. Cuanto mayor es la antelación de un sondeo, peor detecta la evolución del voto más volátil, que varía en los días finales de campaña. Este mismo argumento también explica que los sondeos realizados con mayor proximidad a los comicios tengan más relevancia mediática. No es casualidad que las encuestas más esperadas sean las que se hacen “a pie de urna”.
Hasta aquí, nada que objetar. Pero, si recuperamos el sondeo postelectoral que el CIS hizo en julio de 2009, cuando ya había pasado un mes de las elecciones europeas, ante la pregunta “¿Qué recuerda haber votado en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo?”, el PSOE no sólo siguió saliendo ganador en el sondeo del CIS, sino que además lo hizo con un victoria de… seis diputados.
Por tanto, ¿qué ocurre en el CIS? ¿Está orientado hacia la izquierda política y, por lo tanto, esta tendencia ideológica influye en los resultados de sus investigaciones? ¿Acaso entrevista a menos personas que otros encuestadores y, al no ser la muestra lo suficientemente representativa, sus resultados tienen un mayor margen de error? No parece que el CIS tenga a priori una determinada orientación ideológica; sus errores no son siempre en la misma dirección. Recordemos el año 2008. Por entonces, su encuesta fue la que menor margen de victoria le dio a Zapatero frente a Rajoy.
Y, en cuanto a sus encuestas preelectorales, el CIS suele entrevistar a más del doble de personas que el resto de los sondeadores. La causa de los resultados del CIS, a nuestro juicio, hay que buscarla en otro lugar; como, por ejemplo, en su campo. Antes de continuar, expliquemos primero qué es este “campo” del que estamos hablando. El campo de las agencias demoscópicas es el despliegue de entrevistadores que realizan para sus encuestas. Y cada agencia tiene su propia manera de hacerlo.
Al realizar la mayoría de las preguntas de su barómetro a domicilio y en horario laboral, la probabilidad de localizar en el hogar a personas que están empleadas es menor. Así, vemos que el CIS obtiene menos respuestas de población ocupada y más respuestas de gente en situación de desempleo
En el caso de su Barómetro, el CIS tiene un campo domiciliario, es decir, reparte entrevistadores por casas particulares, que llaman puerta a puerta para preguntar sobre aquello que se quiere analizar (http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/2800_2819/2811/ft2811.pdf). Si se tiene en cuenta, además, que estas encuestas del CIS se realizan en horario laboral, el perfil de las personas que en esos momentos se encuentran en sus domicilios es muy determinado. Durante dicho intervalo de tiempo, las personas que están en sus casas suelen ser desempleados, amas de casa o jubilados. Vemos, por tanto, que se trata de segmentos de población muy concretos, que no reflejan la variedad del conjunto de la población española.
¿Y qué pasa con las encuestas de tipo telefónico, que abarcan un abanico mucho más amplio de gente y horarios? El CIS también recurre al campo telefónico. De hecho, lo hace para elaborar su Índice de Confianza del Consumidor, que subcontrata a empresas externas. Estas agencias externas sí que realizan encuestas telefónicas para el CIS. Pero cuando tiene que realizar su Barómetro, que estudia el voto político, el CIS no subcontrata y, por lo tanto, no recurre al campo telefónico.
Comparemos ahora dos encuestas elaboradas por el CIS –el Barómetro Político y el Índice de Confianza del Consumidor más recientes– con la Encuesta de Población Activa, ajena al CIS, puesto que la elabora el INE.
Al realizar la mayoría de las preguntas de su barómetro a domicilio y en horario laboral, la probabilidad de localizar en el hogar a personas que están empleadas es menor. Así, vemos que el CIS obtiene menos respuestas de población ocupada y más respuestas de gente en situación de desempleo. De hecho, si diésemos por válida la muestra del CIS y la extrapolásemos para calcular el desempleo, el paro en España estaría situado en el 38% de la población activa y no en el 26% actual.
En definitiva: cuando oigan a un político quejarse sobre la “cocina” de una encuesta porque los resultados no son de su agrado, fíjense antes en cómo se ha realizado el sondeo. A lo mejor resulta que los “ingredientes” –es decir, el campo y la muestra de la encuesta– le hacen partir con ventaja.
*José Barros, periodista y consultor de comunicación, y Enrique Cocero, fundador de la consultora de análisis 7.50
En Intención de Voto, mano a mano, cruzaremos encuestas, analizaremos cifras y contrastaremos hipótesis. ¿Nuestro objetivo? Limpiar y traducir datos para recabar información inédita y relevante sobre la realidad política, y luego contarlo de manera amena a los lectores.