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Pase lo que pase en 2015, la madre de D'Hondt no tendrá la culpa
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Enrique Cocero | José Barros

Intención de Voto

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Pase lo que pase en 2015, la madre de D'Hondt no tendrá la culpa

El sistema electoral no cambiará en los próximos comicios, lo que hará que el futurible diputado se deba a quién hace las listas del partido y no a sus votantes

Foto:  El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (Daniel Muñoz)
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (Daniel Muñoz)

Si buscamos la entrada “democracia” en cualquier diccionario o manual de ciencia política podremos llegar a encontrar hasta 200 definiciones distintas. Pero si cribamos estas definiciones tras las lecciones que nos brinda la historia contemporánea -emplear la palabra “democrática” a la hora de hablar de un país como la extinta RDA no parece que tuviera demasiado sentido-, nos quedamos con tres elementos fundamentales: la primera es que el ejercicio del poder político debe de estar temporalmente limitado, lo cual propicia la renovación de las élites que detentan dicho poder. La segunda señal que todo sistema democrático que se precie debe presentar es separación de poderes; siempre debe de haber alguien controlando la actuación de alguien. El tercer indicio de auténtica democracia es que no se confunda ésta con la mera libertad de introducir un voto en una urna.

Para todo ello se requiere un sistema representativo que proteja los intereses de los ciudadanos uno a uno y que establezca una regla de proporcionalidad a la hora de traducir los votos a escaños.

Uno de estos sistemas proporcionales fue el creado por el jurista belga Víctor D'Hondt en 1878. El método por él ideado se aplica en países tan dispares como Argentina, Dinamarca, Israel, Turquía o España. Incluso los británicos aplican una versión de la Ley D'Hondt cuando celebran elecciones a la asamblea de Londres, que es la Cámara desde la que se controla al alcalde de la capital de Inglaterra y el Reino Unido.

¿Es D'Hondt el mejor sistema para convertir en escaños el resultado tras una votación electoral? Vista la cantidad de países en la que está implantado, desde luego podemos asegurar que el método D'Hondt tiene bastante aceptación. Ahora bien, el sistema de “Winner Takes It All” -o, como lo denominan en Reino Unido, “First Past The Post”-, adecuadamente distribuido escaño a escaño por circunscripciones electorales, y con la previa celebración de primarias en cada partido, resulta, a nuestro juicio, mucho más próximo a la democracia en acción que lo que en España -no sin cierto tono eufemístico- llamamos “la fiesta de la democracia” cada vez que tenemos elecciones.

Esta introducción histórica, aparte de prepararnos para jugar a QuizUp, nos sirve de marco para entender mejor de dónde procede la aspiración a la proporcionalidad de nuestras leyes, una aspiración que la Constitución también recoge señalando que el Congreso debe tener un minino de 300 diputados y un máximo de 400. Hoy en día este número está fijado en 350 parlamentarios.

Una decisión salomónica hubiera sido dividir estos 350 diputados entre las 52 circunscripciones que componen las 52 provincias españolas. Sin embargo, la población varía mucho entre una y otra provincia y, por ello mismo, una división aritmética entre demarcación y número de diputados (350:52 = 6,7) no sería justa. De aplicar este método, Madrid, con casi 70 veces más habitantes que Soria, tendría el mismo número de diputados. Puestos a confeccionar la ley electoral, lo primero que hubo que hacer fue fijar cuántos diputados estaban en juego por cada provincia. En la primera tabla de hoy podremos ver qué reparto provincia/escaños en el Congreso tenemos actualmente:

¿Qué nos llama primero la atención de esta tabla? La existencia de plazas fuertes como Madrid o Barcelona, claro. Tanto es así que Valencia, tercera en la lista, ya tiene la mitad de diputados que Barcelona. Otro hecho significativo: si nos remontamos al comienzo del artículo, veremos que Ceuta y Melilla, de facto, tienen el sistema Winner Takes It All al poner en juego cada una un solo escaño.

Como tercer hecho, destacamos que la elección de los 350 diputados se realiza a través de listas cerradas, hecho que propicia que el votante elija a un partido y, si acaso, a un cabeza de lista, por lo que muy pocos electores conocen a cada uno de los diputados del partido al que ha votado. El elector medio tampoco suele conocer a todos los diputados que han salido elegidos por su provincia. El hecho de ir en una lista -y de la posición que se ocupe en la misma- depende más de caerle bien al secretario de organización de cada partido que de la afinidad -política y/o ideológica- entre elector y elegido.

Delineado el marco básico, la Ley D'Hondt se encarga de dar forma al mandato de proporcionalidad que recoge la Constitución. En su plasmación concreta, la leyD'Hondt nos dice que en Madrid un diputado cuesta alrededor de 87.000 votos y en Soria, 16.000. Pero analicémoslo en un caso real: las elecciones generales de 2011 en Madrid, donde el reparto de escaños fue el siguiente:

Vemos que la Ley D'Hondt es bastante proporcional: los 36 diputados de la provincia se reparten en función de los votos obtenidos a partir de un umbral de entrada mínimo del 3% definido en la aplicación de la regla, evitando así una excesiva fragmentación del parlamento.

Al asignarse los diputados por provincias, que un partido sea fuerte en alguna de ellas implica poder concentrar muchos votos y sacar máximo partido a los escaños en juego. UPyD se queja de los partidos nacionalistas porque con menos votos obtienen más diputados que ellos, pero sencillamente sucede que los nacionalistas son fuertes en sus territorios. UPyD, en cambio, es un partido de no muchos votantes que además están dispersos por todo el territorio nacional, hecho que les penaliza porque, en su dimensión actual, ni focaliza ni segmenta votantes.

UPyD prefiere eliminar D'Hondt y aplicar el sistema Hare -reparto directo en función de los votos y el número de escaños- y llegar al límite máximo de los 400 diputados marcados por la Constitución -cuantos más diputados haya a elegir, más fácil resulta hacerse con uno, ojo, también para el resto-. El partido de Rosa Díez, en línea similar, aboga por el distrito único, es decir; repartir los diputados sobre la base del total recogido en España, obviando las provincias, al menos con el 50% de los escaños.

Dicho esto, a UPyD le bastaría con mantener D'Hondt yquitar el recuento por provincias, haciendo de toda España un distrito electoral único tal y como ocurre en las Europeas. Las diferencias podemos verlas en el siguiente gráfico, donde tomamos de nuevo como referencia los resultados de 2011:

Cabe señalar que ni el distrito único ni el sistema Hare harían que los nacionalistas tuvieran menos diputados. CiU, con distrito único, bajaría un sólo escaño, y PNV y ERC se quedarían igual, mientras que ERC, si se aplicase Hare y no D'Hondt subiría uno, llevándose un total de 4 diputados. Y lo más curioso: el PP no hubiera obtenido mayoría absoluta en 2011.

Nada de este sistema electoral cambiará en las próximas elecciones y el sistema actual, tal y como señalábamos al comienzo del artículo, seguirá haciendo que el futurible diputado principalmente se deba a quién hace las listas del partido, y no a sus votantes. Pero hemos creído necesario dar a conocer cómo funciona -siquiera someramente- el sistema electoral español ahora que comienza un año intensamente electoral. Y es que, como en cierta ocasión nos comentó un admirado sociólogo, “La madre de D'Hondt no tiene la culpa de nada”.

*José Barros@barrospress, periodista y consultor de comunicación, yEnrique Cocero@EnriqueCocero, fundador de la consultora de análisis 7.50 y miembro del consejo asesor de Government Consulting Group.

Si buscamos la entrada “democracia” en cualquier diccionario o manual de ciencia política podremos llegar a encontrar hasta 200 definiciones distintas. Pero si cribamos estas definiciones tras las lecciones que nos brinda la historia contemporánea -emplear la palabra “democrática” a la hora de hablar de un país como la extinta RDA no parece que tuviera demasiado sentido-, nos quedamos con tres elementos fundamentales: la primera es que el ejercicio del poder político debe de estar temporalmente limitado, lo cual propicia la renovación de las élites que detentan dicho poder. La segunda señal que todo sistema democrático que se precie debe presentar es separación de poderes; siempre debe de haber alguien controlando la actuación de alguien. El tercer indicio de auténtica democracia es que no se confunda ésta con la mera libertad de introducir un voto en una urna.

UPyD Ley D’Hondt